La misma locura

Hace cosa de quince años que venimos tratando de analizar el prototipo psicológico de la oposición en Venezuela.

Hemos leído extensas expresiones de sus representantes, hemos analizado cada término y fraseología.

Hemos tratado de interpretarlos desde el punto de vista político, social, económico, antropológico e histórico.

Hemos analizado su motivación pero todo ha sido infructuoso. Pues esta gente no se puede tipificar bajo nada que sea sensato.

Lo más cercano que les encaja, ronda la filosofía circense. Es lo que más se asemeja al discurso y acción de esta naturaleza extraña que intenta ser oposición en Venezuela, pero que sólo cumple con el perfil perfecto de conspiración descerebrada y disociada.
El circo es la expresión casi perfecta con la que les podemos hacer analogía.

Un circo, con el perdón de los artistas que allí hacen vida, es una empresa ambulante, nómada y cuasi paria de un grupo multiforme y heterogéneo de diferentes seres humanos que usualmente fracasaron o no alcanzaron un desempeño normal en sus disciplinas; muchas veces es la vitrina macabra donde intereses aviesos se lucran de la miseria o de las limitaciones de víctimas de la comedia humana, de la inocencia de animales, de la mentira telonera de la magia, del libreto burlesco de los payasos, del sensacionalismo del trapecio, de la hipnosis del malabar y de la candidez de la audiencia.

Obviamente, todo lo anterior, obedece a un interés superior que usualmente está divorciado del conocimiento y beneficio del colectivo que opera con ellos. A este interés superior se lo pudiera denominar, "los dueños del circo".
A estos últimos, raramente se les ve la cara. Siempre están en tienda aparte. Lejos de la carpa de la que son propietarios.

Hoy, quince años después, el libreto de circo que ha montado la oposición conspiradora venezolana, está en su máximo esplendor. Ya las carpas han sido instaladas; ya los payasos están desarrollando su guión y los malabaristas tienen a una audiencia cautivada con sus peripecias.

Leopoldo López y Enrique Capriles son los dueños el circo esta vez. Raramente se les ve en la vanguardia del delito continuado que están cometiendo. Todos sus enanos políticos le hacen séquito y las multitudes engañadas con un ideal nominal --antes era "fuera Chávez", hoy es "vete Maduro"--, los siguen sin siquiera pensar en el rumbo y en el callejón sin fondo al que son llevados por estos forajidos que no se por cuál razón no han sido hechos presos.

Sólo basta escuchar sus arengas enteléquicas, para darse cuenta de la carencia de discurso, de la vacuidad de sus planteamientos y de qué es sólo el odio el único leiv motiv que los guía. La vanguardia de estos delincuentes políticos es esa: El odio a todo lo que tenga que ver con atención a los pobres, con la inclusión de los más débiles, con la visibilización de los marginados y con la cooperación de nuestro país a otros países para salir de la pobreza.

Ningún razonamiento los hará cejar en su marcha, que más parece una caravana de sonámbulos y zombies destruyendo vidas humanas y todo lo que se le atraviese, que una manifestación reivindicatoria, lo cual estaría dentro del juego democrático garantizado en la constitución, si así fuera el corte de estas acciones.

Algunos factores dentro y fuera del país hablan de diálogo, incluso algunos personeros del polo patriótico y del mismo PSUV así lo han expresado. La pregunta, sin embargo, es, ¿diálogo sobre que? ¿Qué carácter reivindicatorio tiene la expresión "Maduro veté ya"? ¿Cuál es el pliego de peticiones de estos descerebrados y resentidos políticos?

Por otro lado, el silencio y la indiferencia, o la réplica vía micrófono, no creo que sea la más idónea medida con esta canalla conspirativa pues, esto sólo hace legitimar lo ilegitimable; hace beligerante a un sector al margen de la ley que esta acabando con la paz social a un costo excesivamente alto para el país nacional.

Creo que el tratamiento que se le debe dar a esta situación debe ser penal y judicial, pasando por la detención de los dueños del circo. Aquí nuestro gobierno no debe limitarse a la amenaza, que raramente se cumple, sino a la acción contundente y decidida, que es la respuesta que la mayoría del país espera.

Sí concluimos que a estos pillos no les asiste la ley ni el derecho, pues como hemos mencionado, están al margen de ella. Entonces, ¿por qué esperar tanto y por qué responder con marchas, (mecanismo en el cual creemos profundamente) como sí está coyuntura fuera una competencia de quien tiene más fuerza y respaldo? ¿Olvidamos acaso, que la causa raíz de esta situación es delictual y no política?

De igual forma, la respuesta mediática no se debe limitar al señalamiento oficial de los delitos, sino al anuncio de acciones para castigarlos.

El ministerio público no se ha hecho sentir con la contundencia que el pueblo mayoritario y víctima de estos desmanes espera. La defensoría del pueblo debería hacer una cruzada nacional por la defensa de todos aquellos que nos sentimos hostigados, perseguidos y atacados por estas mal llamadas marchas reivindicativas. La asamblea nacional ya debería haber llamado a sesiones extraordinaria emplazando a los diputados opositores a pronunciarse sobre estos hechos.

¿Qué esperamos? La ley y las normas nos asisten. Ya basta de micrófono y de esa acusadera casi infantil. Es el futuro de la patria que se juega en este lance histórico donde una delincuencia política ha recuperado terreno previamente conquistado con sangre y sudor por mártires, que hoy se revolcarían en la tumba, entre ellos Hugo Rafael, al ver la ingenuidad con que se maneja la peor hora desde aquel fatídico 11 de abril.

congorocho@me.com


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