A propósito de la devoción de la Divina Pastora, que se ha convertido en una importante tradición de fe y esperanza, para la feligresía católica, realizada el 14 de enero, desde hace 169 años, expresada en la gran procesión, única en Venezuela, desde Santa Rosa hasta la Catedral de Barquisimeto, entre los rastro del tiempo, hoy rebuscamos datos históricos que nos ilustran sobre esta devoción tan popular como religiosa.
La tradición de la Divina Pastora es uno de los prodigios culturales y religiosos, más significativos de Venezuela, especialmente en la ciudad de Barquisimeto y en todo el entorno larense, donde se ha propagado la fe católica, de la gran feligresía venezolana, con repercusión internacional, aunque esta veneración mariana tiene su origen desde las profundas raíces históricas y espirituales, que datan, que esta devoción proviene de Sevilla (España), cuando en el convento capuchino de las Santas Justa y Rufina de Sevilla, un fraile llamado Fray Isidoro de Sevilla, el 24 de junio de 1703 tuvo un sueño en el que se le apareció la Virgen María, en un paisaje campestre, rodeada de árboles y ovejas, vestida con una túnica púrpura, una mantilla azul y portando en su mano un cayado pastoril.
Conmovido por la belleza de la imagen, acudió al taller del famoso pintor, Alonso Miguel de Tovar, perteneciente a la escuela pictórica sevillana, y le pidió que pintara a la imagen que tuvo en su sueño. Así se lee en las fuentes consultadas, este pintor recrea en un lienzo, la imagen de la Virgen, de acuerdo con las características reflejadas en el sueño del fraile, con su atuendo de pastora, resaltada entre guirnaldas y flores. El 15 de agosto, el fraile acudió nuevamente al pintor, para pedirle que añadiese en la parte superior dos ángeles, sosteniendo una corona imperial, cuyo lienzo ya hecho estandarte, fue exhibido el 8 de septiembre de 1703, cuando salió de la iglesia de San Gil, en la ciudad de Sevilla, en una procesión que recorrió las calles de la ciudad, acompañada por una nutrida concurrencia que le celebró un rosario cantado.
De esta manera es recibida por primera vez, la advocación de La Divina Pastora, dándose así, comienzo a una devoción mariana ligada a los misioneros capuchinos, quienes se encargaron de propagar esta devoción en Europa y América. Años más tarde, el escultor Francisco Ruiz Gijón, escultor español del arte barroco, esculpió en 1704, la imagen esculpida de la Divina Pastora, que viene siendo la imagen original, que en el año 1705, fue llevada en su primera procesión en Sevilla. Esta escultura original, fue trasladad en 1705 a la Iglesia de Santa Marina, una de las más antiguas de Sevilla.
En Venezuela los orígenes de esta devoción se ubican en el año 1706, cuando se extendió desde Caracas, con la llegada de los capuchinos. Aunque no existen registros exactos del año en que comenzó la veneración por la Divina Pastora en el Estado Lara, se cuenta que pudo haber sido el año 1740, cuando el Vicario parroquial de la iglesia de la Inmaculada Concepción en Barquisimeto, quiso incorporar a su iglesia, una imagen de la Divina Pastora, ya que había conocido esta advocación en la Catedral Metropolitana de Caracas, y conjuntamente con el sacerdote Sebastián Bernal, de Santa Rosa, que se inclinaba por traer a la Inmaculada concepción a su iglesia; ambos consignaron sus solicitudes en un mismo pliego, al mismo escultor. Luego de un tiempo, los envíos de las dos vírgenes, desde España llegaron a Barquisimeto. Los cajones contentivos de las imágenes, fueron recibidos al mismo tiempo, en Barquisimeto, pero cambiados, es decir, la Divina Pastora llegó a Santa Rosa y la Inmaculada Concepción a la iglesia de Barquisimeto.
Para ese momento la comunidad de Santa Rosa era un pequeño pueblo, cuando esta devoción se establece allí. Según Los primeros registros documentados sobre esta devoción, provienen de un grupo de religiosos franciscanos, mucho antes de la llegada de la Virgen a Santa Rosa, que al llegar a Venezuela, buscaron avivar la fe y la cultura católica, entre los pueblos aborígenes y los colonos, y en este contexto es que se promueve la devoción a la Divina Pastora, quien simboliza la protección divina y la guía espiritual, representando a La Virgen María como Pastora de los fieles.
En 1855 llegó a Barquisimeto la epidemia de cólera, que azotaba dolorosamente el país. Como el contagio y el número de fallecidos aumentaba cada día; el padre José Macario Yépez, quien tuvo una dilatada y conocida trayectoria pública, siendo un devoto benefactor y curador de almas, que supo ganarse el respeto y el aprecio de todos los estratos sociales de la colectividad barquisimetana, ante el gravísimo flagelo del cólera, decide enfrentar la pandemia, convocando el 14 de enero de 1856 a una rogativa en el sitio de Tierritas Blancas, donde habían colocado días antes, para la protección de los pobladores, una Cruz Salvadora.
Aquella rogativa tenía la finalidad de promover en encuentro de la imagen de la Divina Pastora desde Santa Rosa y la del Nazareno desde la iglesia de la Concepción, al sitio donde se había colocado la Cruz Salvadora. El padre Yépez, acompañado del presbítero José María Raldiriz, presidió la ceremonia mientras los fieles oraban, implorando el cese de la epidemia. Dicen que a partir de ese día la epidemia comenzó a perder su intensidad y hubo menos víctimas.
Culminada la ceremonia ante la Cruz Salvadora, la imagen sagrada de la Divina Pastora, no regresó a su iglesia, en Santa Rosa, sino que fue llevada a la iglesia de la Concepción, donde fue recibida con un encendido discurso pronunciado por el Padre Yépez, haciendo resonar sus palabras en la iglesia, así se lee en los escritos documentales, suplicando la ayuda celestial y exhortando a los fieles a implorar ante la Divina Pastora, para su amparo y protección, cuando de repente, en mitad de su discurso, el sacerdote cayó de rodillas ante la imagen de la Divina Pastora y con los brazos en cruz, ofreció su vida para que la epidemia tocara su fin, exclamando: "Virgen Santísima, Divina Pastora, en aras de la Justicia Divina, por el bien y salvación de este pueblo te ofrezco mi vida. Madre mía, Divina Pastora, por los dolores que experimentó tu divino corazón, cuando recibiste en tus brazos a tu Santísimo Hijo en la bajada de la Cruz, te suplico Madre Mía, que salves a este pueblo, ¡Que sea yo la última víctima del cólera"
A lo largo de los años, la tradición de la Divina Pastora ha transcendió las fronteras desde Barquisimeto y ha influido en varios pueblos y localidades de Venezuela y en algunos países latinoamericanos. La devoción se ha expandido hasta el punto de convertirse en una de las tradiciones religiosas más importantes del país. La imagen se ha venerado en varias regiones, y muchas comunidades han formado sus propias cofradías para rendir homenaje a la Virgen.
Uno de los eventos más destacados de esta tradición es la gran procesión que se lleva a cabo cada 14 de enero, donde miles de personas, que según fuentes estadísticas rebasan el millón de personas, provenientes de diversas regiones de Venezuela, participan en una procesión desde la iglesia de Santa Rosa hasta la Catedral de Barquisimeto, lo que demuestra el arraigo y la importancia de esta tradición en la vida religiosa del país. Este evento no solo es un acto de fe, sino también un encuentro social y cultural que une a la comunidad.
El arraigo de la tradición de la Divina Pastora se puede atribuir a varios factores. En primer lugar, la figura de la Virgen como pastora con un profundo arraigo religioso, en la vida cotidiana de los habitantes de la región, simbolizando protección y cuidado. Además, los relatos de milagros atribuidos a la Divina Pastora han proliferado a lo largo de los años, fortaleciendo la devoción y generando un sentido de esperanza entre los creyentes. Muchos fieles afirman haber recibido favores especiales y curaciones milagrosas a través de su intercesión. Pero esta devoción no solo ha tenido un impacto religioso sino también cultural, promoviendo la música, la danza y otras expresiones artísticas que celebran esta festividad.
La tradición de la Divina Pastora es un fenómeno que combina historia, fe y cultura en una rica y profunda manifestación del espíritu popular venezolano. Desde sus humildes comienzos en una pequeña localidad larense de Santa Rosa en el siglo VII, hasta convertirse en una de las festividades religiosas más relevantes de Venezuela y América Latina. La devoción a la Divina Pastora continúa uniendo a los creyentes en torno a su figura, simbolizando esperanza, cariño y protección. El amor y la devoción por la Divina Pastora trascienden generaciones, reflejando la fe del pueblo venezolano frente a los desafíos de la vida.