La dimensión cultural de la globalización

A propósito del libro Nación y Cultura en América Latina. Diversidad Cultural y Globalización, (LOM Editores, 2002), cuya autoría le pertenece a Bernardo Subercaseaux, docente titular y Vicedecano de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile, hemos tenido una experiencia intelectual y sabia con ese trabajo, el cual ha permitido acercarnos al tema de la globalización y las dinámicas culturales. Las culturas nacionales, étnicas, regionales y locales-municipales podrían estar extraviadas o comprometidas con todo ese proceso de la transnacionalización de la cultura, que es como se denomina la globalización cultural, (Ander-Egg,1998).

Tenemos la impresión que resulta necesario emprender muchos trabajos que bosquejen y precisen; investiguen y difundan la dimensión cultural de la mundialización. El tópico cultura está altamente comprometido en este proceso de mundialización de los mercados. El modelo capitalista lo abarca todo. Todo lo que le llega cerca; todo lo que alcanza a tocar; toda la existencia social y espiritual la convierte en mercancía. El imperio de los bienes de cambio se ha apoderado del planeta. La resistencia es la producción y distribución de los valores de uso.

El estilo de vida norteamericano, concretamente el del imperialismo yanqui, la aldea global made in USA, se impone y viene tomando por asalto toda la existencia social-telúrica-cultural del mundo. Estar resueltamente alerta podría constituirse en uno de los primeros deberes revolucionarios de las fuerzas críticas y progresistas de América Latina, en general, y de Venezuela, en particular. Y así ha sido hasta ahora. Seguid el ejemplo que Venezuela dio. Entender la dimensión de la cultura light organizada como cultura de masas, razonar el proceso de norteamericanización del estilo de vida, ser críticos ante la formación del folclor planetario, estar atentos de la sociedad del espectáculo; todo ello puede arrimar el hombro a superar lo anodino de la existencia social cotidiana capitalista; superar el consumismo compulsivo y saltar cualitativamente todas las conductas, comportamientos y actitudes frívolas, conformistas, acríticas, egoístas, enajenadas y de evasión. Una resuelta y decidida conducta crítica-revolucionaria parece ser la opción preferencial de los intelectuales honestos, del proletariado, de la clase obrera y trabajadora, de las féminas, lo estudiantes, los alfabetizados, de los pobres y explotados, en fin…del pueblo y la humanidad doliente. La globalización produce, entre otras cosas, un proceso de homogeneización en los modos de vida a escala mundial, conforme con los cánones que se derivan del american way of life, que no es otra cosa que la forma o manera de vida de Estados Unidos. Los ingleses formularon tal propuesta para explicar los principios en la Declaración de la Independencia de 1776. Vida, libertad y búsqueda de la felicidad. Tanta importancia tiene el estilo de vida que a la globalización en lo cultural se le ha entendido e interpretado como un proceso de Macdonalización, (McDonalisation) del nuevo orden mundial sobre todo a partir de la caída del muro de Berlín y la desaparición de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, (URSS), tanto en 1989 como en 1991, respectivamente.

Nación y Cultura en América Latina, alcanza a reunir no menos de 16 temas. Temas candentes convocan a una reflexión, estudio e investigación permanentes y necesariamente seria. La globalización es expuesta por el autor en una dimensión que no la despoja de sus múltiples complejidades y antinomias, sus limitaciones y mitos.

Las industrias culturales, las culturas de ancestros, la cuestión indígena, entre otros y muchos temas tienen en un tema de vertebral envergadura, el cual se formula a través de la interrogante: ¿Industrias de la conciencia o industrias para expresar la diversidad? En todo caso, recomendamos ampliamente ese trabajo, el cual puede contribuir a la consolidación teórica de las posturas que asumen una crítica a toda la sociedad capitalista contemporánea. ¿Qué nos dice el autor sobre ese transitar de la economía a la cultura en el contexto histórico de la globalización? Ante de precisar lo expuesto por el autor, resulta necesario resaltar que el escenario histórico-social; político-económico-cultural contemporáneo se caracteriza por la internacionalización que se inició con las navegaciones transoceánicas en el siglo XV, así como de la transnacionalización y expansión de capitales de fines del siglo XIX y primera mitad del XX. La globalización cultural no sólo es la homogeneización a nivel planetario y mundial de expresiones artísticas, culturales, valores y tradiciones, en general. Un estilo de vida común comienza a tomar a las personas de todo el mundo. Ello compromete la cosmovisión cultural de pueblos, la existencia de las comunidades y naciones, así como su herencia étnica y la manera de asistir a la vida. Se podría estar instrumentando un verdadero genocidio étnico-cultural planetario. Aquí las culturas populares juegan un papel de alta resistencia revolucionaria.

La globalización- o mundialización- expresa una fase del capitalismo que se caracteriza por la libre circulación de flujos financieros y bienes económicos; expresa también una situación nueva en que la lógica del mercado se ha extendido a casi todo el planeta. Se trata de un proceso al que concurre un desarrollo incesante de nuevas tecnologías de comunicación e información, tecnologías que le han quebrado la mano al tiempo, al espacio y a la geografía, generando lo que algunos llaman un mercado –mundo y otros, aldea global. La globalización implica grados crecientes de comunicación e interdependencia en todos los niveles de la vida y entre todas las sociedades del planeta, lo que produce una transnacionalización inédita de los procesos históricos. En lo económico los estados nacionales han perdido soberanía; la liberalización de los mercados expone a casa país a una creciente interrelación y a efectos en cadena; en este contexto los resguardos se ejercen a través de la fortaleza de la propia economía o por la vía de bloques, pactos, mercados regionales o subregionales, (Subercaseaux,2002).

La globalización cultural pudiera caracterizarse como la homogeneización a nivel planetario y mundial de las expresiones cotidianas y artísticas; valores y tradiciones. En una palabra, de una manera de asistir y ser en la existencia social aculturada. La mundialización cultural determina en el ser social la imposición homogeneizada, de mil portes, de los estilos de vida por una cultura dominante. La mundialización cultural es un proceso, en tanto fenómeno económico-social; cultural-político, que ha regularizado y estandarizado las formas, maneras y expresiones de ser social en sus estilos de vida, gustos, apreciaciones, imaginario, aspiraciones y requerimientos. La cultura planetaria ha transformado las ideas abstractas en necesidades y las necesidades en ideas abstractas. Su modelo viene a ser el liberal y el neoliberal instrumentado políticamente en una democracia burguesa, que preeminencia a las clases dominantes y mutila el desarrollo social de inmensos sectores de la sociedad. Es decir, las fuerzas productivas se desarrollan con un definitivo carácter social en mayor, extensiva y más intrincada medida; mientras que los dueños de los medios de producción y de la tecnología, así como de los medios de comunicación social, se tornan tremendamente de carácter privado.

La contradicción del capitalismo descrita por Marx alcanza dimensiones socialmente colosales. En junio de 2004, a propósito de escribir sobre la globalización, Ignacio Ramonet afirmó: La mercantilización generalizada de las palabras y las cosas, de los cuerpos y los espíritus, de la naturaleza y la cultura agrava las desigualdades. Sabíamos que la brecha que separa a ricos y pobres se había agrandado durante los dos decenios ultraliberales, (1979-1999), pero nunca pudimos imaginar hasta qué punto, pues sabemos que "en 1960, el 20% de la población mundial que vivía en los países más ricos tenía unos ingresos 30 veces superiores a la población del 20% de las más pobres, ¡Pero en 1995 sus ingresos eran 82 veces superiores! En aquel momento, A escala planetaria, casi 3.000 millones de personas-la mitad de la humanidad-vivía con menos de 2 euros al día… La abundancia de bienes alcanza niveles sin precedentes, pero el número de los que no tienen techo, ni trabajo ni apenas qué comer aumenta sin cesar. Así, de los 4.500 millones de habitantes con que cuentan los países en vías de desarrollo, casi un tercio no tiene acceso al agua potable. Una quinta parte de los niños no ingiera suficientes calorías y proteínas. Y alrededor de 2.000 millones de individuos-un tercio de la humanidad-padece de anemia, (Ramonet, 2004). Desde 1995 al 2021 han transcurrido dos décadas y un poco más de media. Han transcurrido 26 años para ser exactos y por vez primera la misión de poner fin a la pobreza experimenta un verdadero y dramático revés. Se comenzó a pronosticar que la pobreza extrema mundial aumentaría por primera vez luego más de dos décadas de estar estabilizada, precisamente en el año 2020, producto de las perturbaciones ocasionadas por la pandemia de COVID-19. En este contexto, el coronavirus juega su papel sedicioso. Si a ello le agregamos el cambio climático y la fuerza de los conflictos parece viable y posible entender la desaceleración en la reducción de la pobreza. Unos 100 millones de personas cayeron en la pobreza extrema como resultado del coronavirus. La tasa de la pobreza extrema mundial disminuyó de 10,1% en 2015 al 9,2% en 2017. Ello equivale a 689 millones de seres humanos que vivían con menos de USD 1,90 al día. En el año 2017, en las líneas de pobreza más elevadas, el 24,1% del mundo vivía con menos de USD 3,20 al día y el 43,6% con menos de USD 5,50 diarios. Estos niveles de exclusión, injusticia y pobreza, incluso extrema, justifican históricamente cualquier revolución que se proponga. Fiel e imperturbablemente la transformación de la sociedad de explotación capitalista o cualquier tipo de modo de producción que no alcance la justicia humana y la equidad social está enteramente justificada. Esta gran humanidad ha dicho basta… Un compromiso prospectivo resulta ineludible y forzoso. Con los pobres de la tierra, quiero yo mi suerte echar, dicen los Versos Sencillos de José Martí.

Sin embargo, la situación cada día, cada minuto, cada año, cada período de gobierno se torna dramática y alarmante. Una humanidad doliente crece vertiginosa y aceleradamente. La pobreza llega rauda a las casas de millones de seres humanos, da familias enteras, de pueblos completos. Vivimos en un planeta de desamparados. Un planeta habitado por una inmensa mayoría pobre e indigente. Por ejemplo, en el 2018 de cada cinco personas por debajo de la línea internacional de pobreza, cuatro vivían en zonas rurales. La mitad de los pobres son niños. Las féminas representan la mayoría de los pobres en la mayor parte de las regiones del mundo. De la población del planeta pobre de 15 años o más, alrededor del 70 por ciento carece de alguna formación o sólo poseen una instrucción elemental y básica. Más del 40 % de los pobres del mundo vive en economías afectadas por la fragilidad, los conflictos y la violencia, y se espera que esa cifra aumente 27 puntos más hasta alcanzar el 67 por ciento en la próxima década. Esas economías representan el 10 por ciento de la población mundial. Alrededor de 123 millones de seres humanos pobres en el planeta viven en zonas con alto riesgo de inundaciones. La pobreza constituye pecado social de los ricos, en todas sus formas

En cierta oportunidad afirmó la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que con sólo el 4 por ciento de la riqueza acumulada por las 225 grandes fortunas del mundo se podría cubrir las necesidades básicas de toda la población del globo terráqueo en rubros como alimentación, H2O potable, educación y salud. Los cálculos para el año 2020 resultaron alarmantes. Una estimación preliminar calculaba que la pandemia de COVID-19 empujaría entre 88 millones a 115 millones de personas a la pobreza. La situación total alcanzaría para entonces entre 703 a 729 millones de pobres en el mundo. Según estimaciones de nuevos estudios, el cambio climático llevará a la pobreza a entre 68 millones y 135 millones de personas para 2030. El capitalismo se ha globalizado, incluso con las enfermedades, con su pobreza, con su pandemia. Pero también el Mayo Francés se nos viene encima como herencia revolucionaria: Sed realistas, pedid lo imposible. Quedan incrustadas en el alma de las revoluciones lo dicho por el Comandante Eterno en la ONU: ¡No cambiemos el clima; cambiemos el sistema!



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Efraín Valenzuela

Católico, comunista, bolivariano y chavista. Caraqueño de la parroquia 23 de Enero, donde desde pequeño anduvo metido en peos. Especializado en Legislación Cultural, Cultura Festiva, Municipio y Cultura y Religiosidad Popular.

 efrainvalentutor@gmail.com

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