Hacia un yo colectivo cultural

Se necesita otro concepto de cultura que permita poner el dedo en la llaga, sin tapujos ni cortapisas. Una definición que devele a la mentira, que desmonte la falsa conciencia. Un concepto de cultura que facilite otro camino epistemológico, que tiene, necesariamente, que ser revolucionario. Si bien es cierto que el concepto antropológico de cultura propone que ésta es todo lo que el ser humano hace y que con el mismo se alcanza a dignificar la condición de demiurgo de los hombres y las mujeres, de cualquier condición, y saca al concepto de cultura que se limita al mundo del arte, las ciencias y las humanidades, que es lo que suele llamarse la definición selecta, elitesca, oligocrática; no menos cierto es que tal concepto antropológico se equipara con el de sociedad y un mismo concepto no puede estar destinado para dos categorías. Se requiere un concepto de cultura que salte lo meramente artístico y económico. La cultura se ubica y pertenece a lo más íntimo e intrínseco de la estructura social. Ante la falsa conciencia es perentorio asumir la conciencia cultural revolucionaria. Ante la ideología resulta determinante y concluyente impulsar una categoría cultural que reúna lo espiritual, (El Cristianismo y la Teología de la Liberación), lo económico-social, (El Socialismo). Una definición que incluya la teoría del género, (El Feminismo), lo ecológico, (El Ecosocialismo). Un concepto de cultura que incorpore también a las manifestaciones y celebraciones residenciales, (La Cultura Festiva) y a la tradición, el sentido de pertenencia, la soberanía cultural y al patrimonio, (Las Culturas Populares). Un concepto de cultura que incluya al materialismo histórico y dialéctico, (El Marxismo Crítico), que incorpore a las comunas y a los colectivos, (El Poder Popular) y todo ese cuerpo conceptual-teórico sobre la base y orientación doctrinal de Simón Bolívar, el Libertador, (CRBV. Art. 1, 1999). Se solicita e insta a poseer un concepto de cultura marxista que sea parte componente y revolucionario del Socialismo del Siglo XXI.

La cultura se encuentra en abierta pugna y en contracción de eso que Marx llamaba ideología; y si la ideología tiene como fin específico la ocultación y justificación ideales o idolátricas de lo que ocurre en la estructura social, la cultura a su vez tiene como fin todo lo contrario: el desenmascaramiento de lo que está oculto por debajo de las apariencias ideológicas. Claro que esta es una distinción puramente analítica, pero tiene la ventaja de deslindar claramente en la abstracción lo que en la realidad es una síntesis, pues como se sabe abunda la cultura ideologizada, (como por ejemplo la ciencia al servicio del capital) y también la ideología culturizada como por ejemplo la teoría de que el subdesarrollo no se debe a una necesidad estructural del sistema mundial, sino a cosas tales como el clima y la flojera… De modo que la cultura no es todo sino una región específica muy amplia que se debe ocupar de destapar la olla y dejar que los seres humanos exhalen libremente su corazón, su mente y sus pasiones, ya sea de modo artístico, científico o deportivo, e incluso militar… (Silva, 1987).

Desde la reflexión anterior se puede lanzar la moción de un concepto de cultura que se defina en los siguientes términos: la cultura es el modo de organización, distribución y utilización de los valores de uso, (Amín, s/f). Este puede ser expandido e integrarse a categorías como cultura popular, cultura de la resistencia, cultura étnica, interculturalidad, igualdad de culturas, cultura residencial, cultura matria, cultura tradicional, transculturación, conculturación, aculturación, afroculturas, cultura biculturales-binacionales, cultura criolla, campo cultura académico, campo cultural residencial, campo cultural industrial-masivo, cultura alternativa, cultura comunal, cultura comunitaria, cultura política, conciencia cultural de clase, entre muchos y otros términos. La definición de una determinada categoría tiene que servir para orientar la práctica específica que ella implica. Si bien es cierto que los valores de cambio son los que predominan en la sociedad capitalista y que los valores de uso que se producen en los tipos de culturas populares y residenciales; es indudable que están sometidas al imperio y castigo de las mercancías; no menos cierto es que es posible crear espacios culturales de resistencia, verdaderos Cumbes culturales y Quilombos culturales alternativos, populares y comunitarios donde circulen bravíamente los productos y los valores de uso culturales que otorgan sentido de pertenencia, patrimonio cultural y cosmovisión étnica. La cultura es una manera de asistir a la vida, así la hemos definido desde hace tiempo. Y el hombre y la mujer nuevos y nuevas, que tienen que formarse destruyendo a la ideología, los fetiches, los estereotipos y la alienación; está obligados históricamente a emprender esa labor, decididamente revolucionaria, histórica, de un futuro-presente, de un rompimiento total y decisivo; perentorio y tajante. Aquí no puede haber dudas ni vacilaciones.

En la práctica de la Unesco, la cultura se presenta como un reflejo del pasado, pero de un pasado vivo, puesto que es asumido por las actuales generaciones como reflexión y como acción profundamente vinculadas a la vida cotidiana de los pueblos. Representa la suma de todos los valores del pensamiento, de la expresión artística, de las tradiciones y de los modos de vida que inspiran y animan a una comunidad, dándole una personalidad original y manteniendo su permanencia histórica al mismo tiempo que funda su porvenir. Así concebida, la cultura no es ni un lujo del espíritu ni un consuela moral reservado a minorías privilegiadas, (Mahtar M" Bow, 1978). Nuestra propuesta del Socialismo del Siglo XXI tiene que nutrirse del marxismo, del cristianismo, del feminismo, del ecologismo. Tiene que ser una dimensión holística del ser humano. Una transformación radical del ego por el yo colectivo cultural-comunicacional. Un ser universal y latinoamericano con la extraordinaria e inmensa dimensión cultural, histórica y comunicacional del ser social específico venezolano.



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Efraín Valenzuela

Católico, comunista, bolivariano y chavista. Caraqueño de la parroquia 23 de Enero, donde desde pequeño anduvo metido en peos. Especializado en Legislación Cultural, Cultura Festiva, Municipio y Cultura y Religiosidad Popular.

 efrainvalentutor@gmail.com

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