Todo lo que no es verdor

el terrible asunto de definir la cultura

Ludovico Silva, 1987.

En el 2018 se cumplirán 66 años de aquel libro, toda una faena de investigación cultural, en el cual Alfred Kroeber y Clyde Kluckhohn, sistematizarían y compilaron una lista de 164 definiciones distintas de cultura. El trabajo se intitula: Cultura: Una reseña crítica de conceptos y definiciones, del año 1952. Cada vez que los docentes, los investigadores de las ciencias sociales y los estudiosos de la cultura emprenden algún escrito o exposición, así sea el más humilde conversatorio, sobre el peliagudo tema de definir la cultura, aparecen citados estos dos autores, por lo menos para resaltar el dato histórico y hacerle justo reconocimiento a este par de investigadores. ¿Se habrá elaborado otra investigación de tal naturaleza y parecida magnitud?

Los conceptos sobre cultura han ido apareciendo y configurándose en una estipulada y específica definición en el marco de un contexto histórico-social y en un modo de producción que impera en una formación económica-social, históricamente determinada. Por ejemplo, en el marco del Esclavismo, que en término societal no es otra cosa que la Antigüedad, la Edad Antigua, el concepto de cultura no sólo mantuvo su herencia etimológica de cultivo, venido de la agricultura, sino que comenzaría a ser definida, por entonces, también, como el cultivo del alma. Se dice que Los romanos inventaron el primer concepto de cultura: la cultura personal. Dieron a las palabras cultura, cultus, incultus (que tenían significados referentes al cultivo del campo y el culto a los dioses) un nuevo significado: cultivarse, adquirir personalmente el nivel de libertad, el espíritu crítico y la capacidad para vivir que es posible heredar de los grandes libros, el gran arte y los grandes ejemplos humanos. Cicerón habló de cultura animi, el cultivo del espíritu (Disputas tusculanas, 45 a. C.). Naturalmente, el cultivo de sí mismo ya existía, pero no estaba conceptualizado. Los romanos fueron "los primeros en tomar la cultura en serio" (Hannah Arendt, La crise de la culture). (La cita es de Gabriel Zaid s/f).Las clases dominantes de la Edad Antigua, liberados del trabajo manual, se dedicaron al cultivo del alma y del espíritu. Quienes laboraban en términos de praxis social y fuerzas productivas serían los esclavos. Quizás, el ejemplo más ilustrativo sería el de Demócrito y Leucipo, quienes llegaron a la conclusión de la indivisibilidad de la materia sólo, esencial y exclusivamente por el pensamiento. La práctica significaba un acto de degradación social. Cada sociedad crea su concepto de cultura por un contexto social históricamente determinado. Quizás se esta definición uno de los aportes de la cultural Occidental.

LOS VAIVENES DE UN CONCEPTO DE CULTURA.

Se podrían transitar las definiciones y conceptos de cultura desde lo etimológico hasta el epistemológico; desde las definiciones históricamente más sencillas, nacidas del ir y el devenir cotidiano de los seres humanos hasta esas sesudas conceptualizaciones, que se pasean intrincadamente por las disciplinas científicas como, por ejemplo, la sociológica, e incluso por el campo filosófico. Se podría exponer conceptos lacónicos y, más o menos, extensivas definiciones, así como oscurecidos conceptos o llanas mociones. Considérese este concepto: El conjunto de rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan a una sociedad o a un grupo social y que abarca además de las artes y las letras, los modos de vida, la manera de vivir juntos, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias, (Culturas en Diálogo, 2017).

Se dice que el término proviene del latín, cultus, y que también deriva a su vez de la voz colere. De tal manera, que desde un primer momento histórico la categoría estuvo preñada de polifónicas significados, tales como proteger y preservar, habitar, cultivar, honrar con devoción, cuidar, tanto en el campo como al ganado. Sin preponerse hacer un seguimiento al desarrollo de sus distintas acepciones en diferentes contextos económicos-sociales; en su devenir histórico ha mantenido esas variadísimas definiciones, a veces, incluso, disímiles; en otras complementarias; las siguientes totales y definitorias.

Habitar pasó a significar, en latín, en colonus, colonia; Honrar con adoración se convirtió, en latín, en cultu, culto; cultura, tomó el significado primordial de cultivo. En su sentido primario se le calificó de labranza. En el idioma castellano se lo relacionó con cultivo de la tierra, tomando así el significado actual de la palabra cultivo. De nombrar el cultivo de la tierra se pasó a nombrar el cultivo de la persona. Esto llevó, más tarde, a que se calificara como cultivado a todo aquel que tuviera cultura, y tenía cultura sólo el que hubiere cultivado sus facultades intelectuales y tuviera un nivel de instrucción. Tal nivel implicaba poseer conocimientos de estética, filosofía y ciencia. Así, una persona poseedora de estos conocimientos era calificada de cultu y se consideraba inculta aquella que careciera de dicho saber, (Austin, s/f). Es este en su más desgarbada y precisa expresión el concepto oligocrático de cultura.

La cultura ha sido considerada desde la acción y efecto de cultivar hasta el conjunto de conocimientos, técnicas y saberes heredados a una persona o grupo humano. De igual manera, la cultura sería el resultado o efecto de cultivar los conocimientos humanos y de ejercitar las facultades intelectuales del hombre. También se ha conceptualizado a la cultura como el conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, comunidad étnica, pueblo o nación. Otra definición se refiere a la cultura en términos de un conjunto de valores, creencias orientadoras, entendimientos y maneras de pensar que son compartidos por los miembros de una organización y que se enseñan a los nuevos miembros, donde la cultura constituye las normas no escritas e informales de una organización. Otra definición considera a la cultura como un conjunto de los elementos materiales y espirituales que, a diferencia del entorno y los medios naturales, una sociedad crea por sí misma y le sirve para diferenciarse de otra. La lengua, ética, instituciones, artes y ciencias son los elementos que constituyen la cultura, (Citas por Jiménez Expósito, s/f).

No obstante, los puntos de encuentro entre unos y otros conceptos, resulta evidente las variaciones entre una definición y otra.

Existe un autor que estudia las convergencias y divergencias de tres concepciones distintas de la cultura: la clásica, basada en la adquisición de conocimiento; la ilustrada como acumulación social y la romántica como identidad comunitaria. Sólo para citar un ejemplo: Las instituciones de la cultura personal -que sería la concepción clásica- no son las del saber jerárquico, certificado y credencializado del mundo educativo, (debería decir del mundo del sistema escolar), ni las del éxito comercial o mediático. Son las instituciones de la cultura libre: la lectura, la tertulia, la correspondencia, los circuitos del mundo editorial y artístico (publicaciones, librerías, bibliotecas, museos, galerías, tiendas de discos, salas de conciertos, de teatro, cine, danza) que organizan y difunden lo digno de ser leído, escuchado, visto, admirado, por gusto y nada más, ociosamente. Las "credenciales" de la cultura personal son la curiosidad, la ignorancia inteligente, el espíritu creador, la animación, el buen humor, la crítica, la libertad, (Zaid, s/f).

En un primer tiempo la palabra cultura fue una palabra que no tenía consistencia en sí misma; necesitaba de una muleta para dar sentido a su contenido. Así nos encontramos con que su primer apoyo fue de la palabra agro (o campo). De ahí viene agri-cultura, es decir, cultivo de la tierra o del campo. Posteriormente la encontramos, tanto en el lenguaje escrito como en el hablado, estas expresiones: cultus litteratum, o animi cultura, cultivo de las letras o cultivo del alma, respectivamente. Este último significado se hizo tan popular que, llegado el momento, vino todo él expresado por la sola palabra cultura, que logró alcanzar, de este modo, su independencia y llegar a significar el conocimiento y dominio de las bellas artes y ciencias, o instrucción, o humanismo, (Castaño,1988).

DOS CONCEPTOS SOBRE CULTURA: OLIGOCRÁTICO Y MARXISTA.

Este último concepto relacionado con las bellas artes, el humanismo y las ciencias es llamado concepto oligocrático de cultura. Todo lo que no esté en el ámbito de esa triada, escogida y avalada, podría ser considerado folklore, artesanía, tradición, costumbres, rarezas sociales pero jamás podría ser considerado cultura. De allí se deriva una clasificación: los cultos y los incultos. Éstos últimos serían los nadies, los hijos de nadie, los dueños de nada. Los ningunos, los ninguneados:

Que no son, aunque sean

Que no hablan idiomas, sino dialectos.

Que no profesan religiones, sino supersticiones.

Que no hacen arte, sino artesanía.

Que no practican cultura, sino folklore.

Que no son ser humanos, sino recursos humanos.

Que no tienen cara, sino brazos.

Que no tienen nombre, sino número.

Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local,… (Galeano, 2015).

La definición oligocrática de cultura llegó con la invasión europea a estas tierras por el mar con la Niña, la Pinta y la Santa María. Esas tres naves trajeron 100 personas. Su salida se sucedió el 3 de agosto de 1492 y el retorno el 15 de marzo de 1943. Seis meses después emprendería el segundo viaje, el 25 de septiembre de 1943. Esta vez con 1700 personas en 17 naves. Su retorno se sucedió el 11 de abril de 1496. El tercer viaje tuvo su salida el 30 de mayo de 1498. Su retorno el 25 de noviembre de 1500. Arribaron a estas tierras artesanos, agricultores y operarios. Seis (6) naves los trajeron a bordo. El cuatro viaje no se sabe cuánto personas venía en esas naves. La salida se realizó el 9 de mayo de 1502 y el retorno el 7 de noviembre de 1504. Ocuparon durante 2 años y seis meses estas Tierras de Gracias. Así llegó una valoración eurocéntrica, una concepción sobre la cultura creída superior, una cosmovisión cultural oligocrática. Los invasores llamaron a los sistemas de escritura de los pueblos originarios curiosidades del demonio, a las manifestaciones artísticos-culturales, abalorios, collares de poco valor, y sus ritos fueron considerados bestiales y endemoniados.

Lo anterior demuestra, diáfana y sencillamente, la valoración que tenían los asaltantes e invasores sobre estos pueblos y naciones de estas latitudes. En todo este proceso vivenciado por la República Bolivariana de Venezuela no ha sido raro y extraño que cierta gente de la clases medias y pudientes aleguen, alrededor de una mesa, que ellos deberían ser los únicos en ejercer el sufragio. La chusma, los desdentados, los patas en el suelo no debería votar. Ese derecho lo debe ejercer la fina gente que sabe que al escuchar un concierto de música académica no se aplaude entre movimiento y movimiento. Esa postura, luego de más de cinco siglos, actualísima, es el mismo desprecio que expresaron los invasores ante monumental paisaje y seres tan particulares. El impacto sería de tal dimensión que el Almirante comentaría al Rey: si el Paraíso existe, debe estar por aquí cerca. Pero el desprecio por las culturas originario se expreso apenas pisaron tierra. Desde las primeras de cambio su desprecio fue total.

El concepto oligocrático de cultura es esencialmente clasista, que sabe hablar y hacer retórica con la palabra democracia, pero en la práctica resulta elitesco, racista, demoledoramente odioso. Este concepto surge de la estructura misma de la sociedad de clases y de su contradicción fundamental que la develo Marx, hace muchos años: las fuerzas productivas son de carácter social y la propiedad de los medios de producción- y ahora la tecnología- son de carácter privado. Y así, aunque el concepto de cultura se limite al conocimiento y a los saberes, éstos los poseen las clases dominantes. En Venezuela, el prelado mayor de la Iglesia Católica, el Cardenal Urosa, proponía que las clases humildes estudiaran en carreras cortas y técnicas, profesiones operativas; mientras que los hijos de las clases pudientes se dedicaran a la universidad, y particularmente a la educación superior. He allí el séquito clasista y la impronta del desprecio. El concepto elitesco de cultura se expresa hasta en los asuntos más humildemente cotidianos, inclusive en sus mociones, gestos, conductas, maneras de ser y formas de conducirse.

UNA EXEGESIS DE LA HISTORIA DESDE UN CONCEPTO DE LA CULTURA ­

¿Qué quedará para la interpretación histórica? ¿Qué dimensión tendría la exégesis de los hechos políticos-sociales? ¿Qué papel jugaría los conceptos y definiciones de la cultura en la dimensión interpretativa de los hechos históricos? Se ilustrará con un ejemplo. …sin grandes derramamientos de sangre,…se puede hablar de una transformación revolucionaria, a través de las siguientes consecuencias de la crisis de 1958 (Año del derrocamiento del último dictador militar en Venezuela: Marcos Evangelista Pérez Jiménez)

En el terreno estrictamente político , la consecuencia más inmediata es la que más comúnmente se le señala: la instauración de un régimen democrático caracterizado por la libertad de expresión, el libre juego de los partidos políticos (y un especial dominio de los más grandes durante muchos años), la celebración de elecciones libres, en general, aceptadas como limpias; un juego cada vez más equilibrado entre los poderes públicos; y una creciente preocupación, si no siempre respeto, por los derechos humanos y la pulcritud administrativa,(Caballero,2007).

La anterior cita, de una exégesis del transcurrir contemporáneo de la Nación, podría llamarse la interpretación cultural oligocrática de un hecho de la historia política de Venezuela, a propósito de derrocamiento, en 1958, de un dictador. Omitir la caracterización de la democracia que se instauro constituye un pecado social, una franca ideología, (falsa conciencia) y una complicidad a toda carrera. Aquí se impuso una democracia burguesa, una democracia formal, una democracia representativa. De una libertad de expresión mediatizada, conculcada y trasgredida de manera sistemática y permanente. Una democracia de dos partidos políticos que se alternaban en el poder y cuya máxima electoral se tradujo en la expresión tremendamente tramposa: acta mata voto. Un celebración de elecciones libres formalmente. El segundo gobierno adeco de Raúl Leoni alcanzo a desaparecer a 3.500 personas en cinco años de gestión. Un promedio de 700 personas por año. Las garantías económicas constitucionales suspendidas el mismo día que se aprobó la Constitución del 61. Una democracia que aplicaba la inconstitucional Ley de Vagos y Maleantes, que constituyó la forma más asquerosa de violar los derechos humanos. Las redadas como forma de terrorismo de Estado, los desaparecidos, las torturas, los Teatros de Operaciones, los lanzados desde los helicópteros. Casos tan horribles y vergonzosos como aquel del profesor Alberto Lovera, quien arribaría a Lechería. El caso de Fabricio Ojeda sobre el cual se pudo ver por televisión al entonces Ministro de Relaciones Interiores, Octavio Lepage, con cigarrillo en la mano, diciendo con todo el desparpajo del mundo que ese ciudadano se había ahorcado. Y si este historiador, académico y de izquierda, luego vuelto adeco, se refiere a la pulcritud en la administración de la cosa pública con sólo citar a RECADI, cuyo único preso fue un chinito; este docente universitario -y hasta con prestigio- no es más que un historiador oligocrático. Hasta el destino le jugó una mala pasada cuando Rómulo Betancourt dijo, palabras más, palabras menos: Qué se me quemen las manos si yo he tocado el tesoro público de la nación. Precisamente un atentado le quemó las manos. La política de Estado en materia de desaparecidos, aprendida e impulsada por la Escuela de la Américas, se iniciaría en la democracia burguesa, que se instauro en este país a partir de 1958. Una doble moral, el cinismo a sus anchas, la mentira como práctica de la verdad, el desparpajo político y económico. El imperio de los raspa cuero. Si se interpreta la historia de la patria a través de un concepto cultural oligocrático por supuesto que la interpretación será absolutamente ideológica. Es decir, será nada más falsa conciencia. Se justifica el régimen, se resaltará lo bello, el humanismo, y todo lo que conceptualmente implica el concepto de cultura analizado. Se trata de una definición sobre cultura aplicada a la gestión política pública. La definición oligocrática de la cultura no sólo excluye a una gran masa humana; sino que también sirve como ideología para justificar el régimen democrático burgués, la explotación, el saqueo y la entrega de la Nación a las multinacionales y al imperialismo yanqui.

APROXIMACIÓN AL CONCEPTO MARXISTA DE CULTURA

Se necesita otro concepto de cultura que permita poner el dedo en la llaga, sin tapujos ni cortapisas. Una definición que devele a la mentira, que desmonte la falsa conciencia. Un concepto de cultura que facilite otra camino epistemológico, que tiene, necesariamente, que ser revolucionario. Si bien es cierto que el concepto antropológico de cultura propone que ésta es todo lo que el ser humano hace y que con el mismo se alcanza a dignificar la condición de demiurgo de los hombres y las mujeres, de cualquier condición. Y saca al concepto de cultura que se limita al mundo del arte, las ciencias y las humanidades, que es lo que suele llamarse la definición selecta, elitesca, oligocrática; no menos cierto es que tal concepto antropológico se equipara con el de sociedad y un mismo concepto no puede estar destinado para dos categorías. Se requiere un concepto de cultura que salte lo meramente artístico y económico. La cultura se ubica y pertenece a lo más íntimo e intrínseco de la estructura social. Ante la falsa conciencia es perentorio asumir la conciencia cultural revolucionaria. Ante la ideología resulta determinante y concluyente impulsar una categoría cultural que reúna lo espiritual, (El Cristianismo y la Teología de la Liberación), lo económico-social, (El Socialismo). Una definición que incluya la teoría del género, (El Feminismo), lo ecológico, (El Ecosocialismo). Un concepto de cultura que incorpore también a las manifestaciones y celebraciones residenciales, (La Cultura Festiva) y a la tradición, el sentido de pertenencia, la soberanía cultural y al patrimonio, (Las Culturas Populares). Un concepto de cultura que incluya al materialismo histórico y dialéctico, (El Marxismo Crítico), que incorpore a las comunas y a los colectivos, (El Poder Popular) y todo ese cuerpo conceptual-teórico sobre la base y orientación doctrinal de Simón Bolívar, el Libertador, (CRBV. Art. 1, 1999). Se solicita e insta a poseer un concepto de cultura marxista que sea parte componente y revolucionario del Socialismo del Siglo XXI.

La cultura se encuentra en abierta pugna y en contracción de eso que Marx llamaba ideología; y si la ideología tiene como fin específico la ocultación y justificación ideales o idolátricas de lo que ocurre en la estructura social, la cultura a su vez tiene como fin todo lo contrario: el desenmascaramiento de lo que está oculto por debajo de las apariencias ideológicas. Claro que esta es una distinción puramente analítica, pero tiene la ventaja de deslindar claramente en la abstracción lo que en la realidad es una síntesis, pues como se sabe abunda la cultura ideologizada, (como por ejemplo la ciencia al servicio del capital) y también la ideología culturizada como por ejemplo la teoría de que el subdesarrollo no se debe a una necesidad estructural del sistema mundial, sino a cosas tales como el clima y la flojera… De modo que la cultura no es todo sino una región específica muy amplia que se debe ocupar de destapar la olla y dejar que los seres humanos exhalen libremente su corazón, su mente y sus pasiones, ya sea de modo artístico, científico o deportivo, e incluso militar,… (Silva, 1987).

Desde la reflexión anterior se puede lanzar la moción de un concepto de cultura que se defina en los siguientes términos: la cultura es el modo de organización, distribución y utilización de los valores de uso, (Amín, s/f). Este pude ser expandido e integrarse a categorías como cultura popular, cultura de la resistencia, cultura étnica, interculturalidad, igualdad de culturas, cultura residencial, cultura matria, cultura tradicional, transculturación, conculturación, aculturación, afroculturas, cultura biculturales-binacionales, cultura criolla, campo cultura académico, campo cultural residencial, campo cultural industrial-masivo, cultura alternativa, cultura comunal, cultura comunitaria, cultura política, conciencia cultural de clase, entre muchas otros términos. La definición de una determinada categoría tiene que servir para orientar la práctica específica que ella implica. Si bien es cierto que los valores de cambio son los que predominan en la sociedad capitalista y que los valores de uso que se producen en los tipos de culturas que se han mencionado anteriormente están sometidos al imperio y castigo de las mercancías; no menos cierto es que es posible crear espacios culturales de resistencia, verdaderos cumbes culturales y quilombos culturales alternativos, populares y comunitarios donde circulen bravíamente los productos y los valores de uso culturales que otorgan sentido de pertenencia, patrimonio cultural y cosmovisión étnica. La cultura es una manera de asistir a la vida. Y el hombre y la mujer nueva que tienen formarse destruyendo a la ideología, los fetiches, los estereotipos y la alienación.

En la práctica de la Unesco, la cultura se presenta como un reflejo del

pasado, pero de un pasado vivo, puesto que es asumido por las actuales generaciones como reflexión y como acción profundamente vinculadas a la vida cotidiana de los pueblos. Representa la suma de todos los valores del pensamiento, de la expresión artística, de las tradiciones y de los modos de vida que inspiran y animan a una comunidad, dándole una personalidad original y manteniendo su permanencia histórica al mismo tiempo que funda su porvenir. Así concebida, la cultura no es ni un lujo del espíritu ni un consuela moral reservado a minorías privilegiadas, (Mahtar M" Bow, 1978).

CULTURA TODO LO QUE NO ES VERDOR O UN ESTILO DE VIDA.

Transitaba el año 2005 del bienvenido siglo XXI. En plena mitad del mes de agosto se participaba afanosamente en la discusión sobre el proyecto de Ley Orgánica de Cultura. La Asamblea Nacional ya la había aprobado en primera discusión. Los puntos iban y venía. Temas como el mecenazgo, la definición de cultura, el carácter difuso de la norma jurídica propuesta, la relación con el campo industrial masivo, la composición antropológica de la población venezolana, entre otros muchos. Temas candentes que generaban polémicas. Las intervenciones candentes. Las observaciones agudas. La crítica afinada. En la unidad normativa, artículo 2 del citado proyecto se intentaba establecer un concepto. La moción del texto jurídico establecía: La cultura es subjetiva. Roberto Hernández Montoya para ilustrar lo difícil que es realizar una definición utilizo un texto del escritor argentino, autor del poemario Fervor de Buenos Aires. Jorge Luis Borges escribió en una oportunidad una definición que encontró de los animales, clasificándolos en a.-pertenecientes al Emperador, b.-embalsamados, c.-amaestrados, d.- lechones, e.- Sirenas, f.-fabulosos, g.-perros sueltos, h.-incluidos en esta clasificación, i.- los que se agitan como locos, j.-innumerables, k.-dibujados con un pincel finísimo de pelo de camello, l.-etcétera, m.-que acaban de romper el jarrón, n.-que de lejos parecen moscas. Este ejemplo borgiano deja claro lo difícil de definir el concepto de cultura, lo cual se complica aún más si se quiere especificar lo correspondiente a la cultura venezolana. Inmediatamente agregó, las mejores definiciones son las más cortas y precisas. Hay dos conceptos de cultura que me gustan mucho. La primera es de un escritor que la define como una infratextura generativa, es decir, todo aquello que subyace al tejido social y que se mantiene en una continua dinámica creadora. La otra es del poeta Luis Eduardo Acevedo que la define como todo lo que no es verdor, es decir, todo lo que el hombre cambia y crea en la naturaleza. La cultura es una manera de asistir a la vida, (E.V., 1998).

Consta que está esta entrega en nada resuelve ese terrible asunto de definir la cultura. La temática no se agota en esta entrega, apenas se inicia. Tópicos variados exigen ser abordados: los factores que han condicionado y determinaron el proceso de evolución del concepto de la cultura. Las definiciones de la cultura en el mundo del pensamiento. La Iglesia cristiana-católica y la cultura, a propósito del Concilio Vaticano II. La Cultura en tanto derecho humano. La Mcdonalización de la Cultura. Las culturas hibridas. Las culturas populares. La dimensión política de la cultura. La cultura festiva. La cultura residencial en tanto campo cultural. El papel de las fiestas y celebraciones en las culturas. Las culturas ancestrales y tradicionales como elementos de resistencia y revolucionarias. La interculturalidad y el principio de igualdad de las culturas. El carácter revolucionario de las culturas tradicionales. La religiosidad popular católica en las culturas criollas, afrodescendientes y binacionales-biculturales. El componente étnico en las culturas. El componente telúrico en las culturas. El imaginario colectivo en las culturas. La cosmovisión en las culturas. El concepto de fiesta en las culturas. Políticas públicas culturales. Cultura y revolución. Teoría y praxis de la cultura, en fin, sólo para citar algunos temas y tópicos, los cuales siendo imposible de soslayar, comprometen la labor de la investigación cultural, su sistematización, análisis y promoción escritural. …la palabra cultura es hoy una palabra preñada de fuerza humana, personal y social, que alcanza calidades de fuerza explosiva y revolucionaria, (Castaño, 1988).



Esta nota ha sido leída aproximadamente 2704 veces.



Efraín Valenzuela

Católico, comunista, bolivariano y chavista. Caraqueño de la parroquia 23 de Enero, donde desde pequeño anduvo metido en peos. Especializado en Legislación Cultural, Cultura Festiva, Municipio y Cultura y Religiosidad Popular.

 efrainvalentutor@gmail.com

Visite el perfil de Efraín Valenzuela para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter



Efraín Valenzuela

Efraín Valenzuela

Más artículos de este autor