La Procter & Gamble y la Venezuela hedionda

Este es un artículo un poco “asqueroso”, si tiene demasiada sensibilidad y buen gusto por mejores y refinados análisis, no lo  lea; pásele por encima, sin dejar de taparse la nariz.

Las comparaciones no son buenas, sobre todo, si con quien quiero compararme es con Al Qaeda. Para alguien que tiene la barba como la que hemos visto a través de los medios de comunicación, pienso que delante  de mi barba, que tengo en los actuales momentos, la de Al, es una niña de pecho. Cuando me acuerdo del espejo y me miro en él, solo se ven mis lentes y cuando hablo, solo se ven unos labios morados de tanto estar escondidos debajo de una montaña de pelo y, que se mueven como labios de ventrílocuo.  Me bauticé buscando una “Prestobarba” y, no la encuentro aun, solo me podo la barba con una tijera mientras espero contactar a un bachaquero virtual que me pueda proveer  tal artículo. Los pelos de la nariz se enredan con los de los bigotes, que no dejan pasar el pañuelo a mis fosas nasales para limpiármelas. ¡Un asco total!

Al exceso de barba se une, el hedor que desprende  mi cuerpo por tener bastante tiempo ya, sin saber lo que es enjabonarse. La conchita final del  último jabón que tuve, estaba tan pequeña que no sé qué se hizo cuando me enjabonaba durante un baño.  ¡Cosas de la ciencia! Como diría el señor Rothe. A esto se suma que, en mi casa, a veces no llega el agua.

Eso no es nada. Ni hablar de desodorantes. Paso a creer que la falta de este producto, corresponde a una guerra parlamentaria en contra de los diputados del gobierno. Pues, son los opositores los únicos que están levantando el brazo en la asamblea, de lo que se infiere que solo ellos pueden tener acceso a ese producto. De allí que se hayan desatado a aprobar   leyes, por lo menos en primera discusión. Pero, volviendo a mi caso, debo decir que se me  ha hecho difícil ocultar la música que se desprende de mis axilas cuando levanto los brazos para agarrarme del pasamano que tiene el Yutong en el techo. Y siempre estoy preparado para cuando a alguien se le ocurra decir: “Tranca muchacho” como la cuña de la cuarta república.

Y eso no es todo. ¿Qué pasó con la crema dental y los enjuagues? En este caso, serían los diputados de la patria los más afectados, porque ellos en su afán de defendernos, tendrían que hablar demasiado y eso implica el riesgo de lanzar candela por la boca, como las llamaradas que lanza el dragón cuando abre la de él. En mi caso, me salva el hecho de que hablo poco; pero sin embargo cuando alguien me pregunta algo, digo ¡Uju! para evitar abrir mi boca y contaminar el ambiente. A veces, me defiendo con el lenguaje de señas, y si no me entienden, allá ellos.

Debo confesar que este artículo se desprende de la realidad que acontece respecto a la escasez de productos para el aseo personal, los cuales según confesión de sindicalistas del sector, “es maldad que los busquen porque la  Procter  & Gamble no está distribuyéndolos” Esto significa que habrá Venezuela hedionda para rato y no se descarta  que al paso del tiempo, uno mismo se lance al camión del aseo para que nos lleven a La Bonanza o quien sabe a qué basurero.

Nota: Todo esto es imaginación.



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Jesús Rafael Barreto


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