Especuladores: Arma lenta de destrucción bastante masiva

Cuando hace días escribí en Twitter -respondiendo a una información publicada- que los especuladores deben ser sancionados con treinta años de cárcel, no lo hice porque fue una locura de esas que se le ocurren a la gente.

No. No es así, – como solía responder en ocasiones el Libertador- es que haciendo una mala pero acertada comparación, ocurre y sabemos que ha llegado un atracador o secuestrador y se montan en una acción delictiva, muy acostumbrada, de acuerdo a los partes policiales y, por equis razón, matan al atracado, al secuestrado o al robado.

Una persona muere, hay un gran dolor de familiares y amigos y bueno, se dan todas esas acciones que conocemos, papeleo, funenaria, rezos, entierro, posteriormente los novenarios, conversaciones sobre la víctima, los familiares que vienen de la provincia, etc. Aunque exista un dolor, con el tiempo suele disminuir aunque el pensar sobre la víctima no perece
¡Una terrible situación, pero real!

En el caso de la especulación, otra acción delictiva consciente, orquestada y arreciada por el hecho de la guerra económica, la cuestión es mucho peor a pesar de que no lo parezca porque, lo que sucede alrededor del hecho especulativo es intensamente dañino.
¿Qué sucede en la mente de una madre que sale a buscar pañales para su bebé y no lo consigue ?
¿Y si se trata de una leche especial determinada por el médico, en razón de que la criatura al nacer expresa una alergia?  
¿Y si aumenta el volumen de ropa sucia en una casa donde no se ha podido lavar por carecer de jabón?
¿ Y si tampoco hay jabón para bañarse?
¿Y tampoco desodorante?
¿Y no hay harina de maíz para hacerles las arepas a los niños que se van a clases cada mañana?

Al carecer los ciudadanos de una serie de productos de consumo diario, al no conseguirlos tras varias caminatas, la molestia se hace presente para dar paso a la angustia, se hace presente el stress y luego le abre la puerta a problemas muy variados diagnosticables por los profesionales de la medicina y entre ellos los psiquiatras.
Total, que en poco tiempo estamos observando a personas con fuertes dolores de cabeza, otros con alzas de tensión (una autopista a la muerte), mientras vienen de seguidas molestias en las piernas, pies, cintura y una serie de afecciones vinculadas con la biología de las personas.

Aquí hay que señalar en estos momentos, que la especulación es mas que un fenómeno económico de malandros, porque viene a ser un subsistema de daños y a la vez de enriquecimiento rápido generado -por lo general-, por una gran maquinaria financiera que planifica y ejecuta acciones destinadas a la consecución de beneficios, de altísimo rendimiento y que parte de la premisa política neoliberal de fortalecimiento del capitalismo.
Así, es apreciable la destrucción de países, a través de una maquinaria industrial militar, el  

robo de recursos y la construcción de lo dañado, mediante créditos concedidos al país destruído (de allí la existencia del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial) y la participación de una amplia gama de empresas transnacionales que tienen por objetivo “contribuir a recuperar” el bienestar de una población afectada.  

Visto el panorama de esta manera, la especulación no puede ser tratada como una vulgar forma de estafar a las personas, sino como un delito de alto nivel y de consecuencias nefastas para los habitantes de un país.
Esta arma de destrucción masiva aunque lenta, se lleva por delante a un país y facilita cierto ahorro para la gran maquinaria financiera que planifica el robo a escalas gigantescas, porque le evita el tener que invertir muchos billones y vidas en una operación directa de guerra contra una nación cualquiera.

Por ello, la sanción a los especuladores y particularmente a quienes están detrás del acaparamiento de alimentos y productos diversos, debe ser muy alta y, como escribí en una oportunidad, quienes causan este mal, deben ir a parar a una isla en medio del Orinoco, sin visitas y sin permitir la influencia de la sociedad de cómplices, que siempre andan prestos a “ayudar a ciertos delincuentes de cuello blanco”.



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Pedro Estacio


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