El Plan Sombras sigue su marcha

Gaviria: solo un peón de la CIA

EL PLAN “SOMBRAS” SIGUE SU MARCHA
GAVIRIA: SÓLO UN PEÓN DE LA CIA.

Por: J. Martín Guédez (Caracas, 30 de agosto de 2004)



Como hemos venido denunciando, el Plan “Sombras” del imperialismo estadounidense contra la Revolución Bolivariana tiene como objetivo arrojar “sombras”, -perfectamente puede llamarse sin eufemismos: excremento- sobre la inevitable y glamorosa victoria del pueblo venezolano en el proceso electoral referendario del pasado 15 de agosto.

Se trata de “colocar plomo en el ala de la Revolución”, como han manifestado los más connotados dirigentes de la Coordinadora Golpista en la mayoría de sus medios de desinformación, de modo que el ambiente político permanezca “caliente”. La estrategia central está orientada a dos fines fundamentales:

1. Mantener los sectores más enfermos y disociados de las clases medias y altas en estado de efervescencia, enceguecidas por el odio y el desprecio a todo cuanto pueda sospecharse revolucionario o popular. Sostener y aumentar la rabia y el odio hacia los sectores populares presentándoselos como los culpables de un fraude causante de todas sus desgracias.

2. Abonar el terreno para justificar cualquier salida violenta contra un gobierno “deslegitimado por el fraude”. Dejar abierta la contingencia anímica para la captación con fines golpistas, terroristas y magnicidas de militares con fuertes nexos familiares y sociales en estos feudos dominados por el sector disociado y por los factores civiles más violentos hermanados con el paramilitarismo, especialmente cuando, la necesaria profundización de las políticas democratizadoras del capital, el reparto de tierras en manos de latifundistas, la promoción de cooperativas formadas por obreros y campesinos, la democratización de la educación rompiendo las barreras que la separan de los sectores más pobres y la organización del poder popular a través de los Comités de Planificación, pueden ser presentados por los medios como actos que conducen a una sociedad castro-comunista.

La misma madrugada del 16 de agosto, apenas 1 minuto después de que el Consejo Nacional Electoral diera los resultados parciales, los jefes de la Coordinadora golpista, perfectamente sincronizados mucho antes de la celebración del referendo, ponían en marcha el Plan “Sombras”, anunciando un “gigantesco fraude contra el SÍ”. Sin una prueba, -no era ni es necesaria- desde ese día y hasta el sol de hoy, han gritado, vociferado, gruñido y berreado que: “Hay un fraude masivo” y que “El Presidente fue revocado y su presidencia es ilegítima”, para mantener cautivos a su público enfermo han contado con la generosísima complicidad de cinco televisoras nacionales, alrededor de una decena de televisoras regionales, unos ochenta periódicos a nivel nacional y una cuatrocientas emisoras de radio.

Desde estos medios de desinformación, colocados al servicio de una propaganda de guerra inclemente contra un pueblo inerme, se mantiene y vigoriza el Plan “Sombras” Han mezclado con satánica habilidad y técnicas de psicología social a lo largo de su programación, los discursos apocalípticos de los dirigentes políticos con la aparición, graneada y constante, de psiquiatras y psicólogos encargados de “atender” la tristeza, la depresión y la angustia de la sociedad civil –una sociedad que son ellos y su gente, la otra no existe-, ante el robo perpetrado por el maldito, odiado, perverso y malévolo chavismo. Con la ciencia al servicio de una causa criminal, llevan días “asesorando” a la triste sociedad civil para que no caiga en el desánimo y oriente su energía y rabia hacia los “verdaderos culpables”. Hoy mismo, durante más de tres horas, por el canal de televisión Globovisión, a través del programa del terrorista de vieja data Leopoldo Castillo, un psicólogo convencía a la gente que llamaba al programa llorando y deprimida, para que “reorientara su rabia y su odio hacia los verdaderos culpables, su agresora, - les decía- no ha sido la Coordinadora, quienes le han causado tanto dolor y pérdida son los chavistas, Ud., debe salir de ese estado y prepararse para la lucha”, todo esto bien aderezado con gestos, comentarios y guiños por el periodista-animador y por los cintillos a través de los cuales el medio envía una orden constante al subconsciente del esclavizado televidente. Puedo asegurar que, personas a las cuales fui convenciendo con razonamientos de lo absurdo de su posición y alcanzaron cierto nivel de equilibrio, éste fue abandonado de inmediato en cuanto se colocaron delante de un televisor.

El papel que el Dr. Gaviria ha jugado, con su discurso inapropiado, informal, alevoso, indigno, mentiroso y chismoso, cual vulgar “sapo” o “acuseta” cobarde, en el acto trascendente de reconocimiento de la Asamblea General de la OEA mediante resolución, al triunfo legítimo del Presidente Chávez se inscribe en la necesidad del Departamento de Estado y la CIA de inyectar nuevas calorías a los conspiradores vernáculos. Toda la campaña de desestabilización mediática no pudo echarle el pulso al contundente reconocimiento internacional, incluyendo a la OEA. El peso se estaba inclinando peligrosamente hacia la paz, el diálogo y la legitimidad de Chávez y el proceso bolivariano. Algunos factores opositores comenzaban a dar signos de debilitamiento. Urgía arrojar “sombras” sobre la contundencia de la resolución de la OEA. Había que darles nuevos bríos a los desesperados golpistas criollos. Ahí apareció, como un Chapulín Colorado de atuendo negro, el Dr. Gaviria. Recurrió, cuando nadie se lo pedía ni la ocasión era para eso, a un: “Déjenme contarles algunas experiencias”, sin discurso escrito, al boleo, como le dio la gana, encendió un gran ventilador y empezó a arrojar excremento a diestra y siniestra. La acción de Gaviria es sólo una escena más de la gran obra: Conspirar contra la revolución bolivariana hasta alcanzar su desaparición.





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J. Martín Guédez


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