El desliz del ministro Rafael Ramírez

Hace poco el ministro Rafael Ramírez gritó a viva voz: “…nosotros odiamos a la oligarquía”, en un acto de masas en el Zulia. La oposición no ha sabido sacarle provecho a ese filón que el citado funcionario espetó. No podemos aprobar una expresión política de ese calibre porque la filosofía socialista bolivariana no contempla ese tipo de deslices que en verdad desdicen de la naturaleza del asunto. No señor Ramírez, usted no debe cometer ese tipo de errores tácticos pues lo alejan del discurso equilibrado que todo dirigente político de izquierda debe acentuar. Nuestro presidente siempre parlamenta sobre la necesidad de llevar la mayor suma de felicidad posible al pueblo, a todos (as) y en eso no podemos excluir a nadie, que se autoexcluya quien quiera, para eso tenemos libertad de acción. Chávez pregona la doctrina del amor y usted, respetado ministro, no puede navegar en sentido contrario pues cae en el pozo de las pasiones desbordadas y se olvida de la razón. Estamos en guerra contra la oligarquía, contra los comerciantes sin escrúpulos, contra los arribistas disfrazados de rojo, contra los medios de difusión conspiradores y lacayos, contra la corrupción pública y privada pero debemos actuar con inteligencia, sin apasionamientos fanáticos, sin desmarcarnos de la dialéctica socialista bolivariana.

Ese desliz en el que incurrió el señor Ramírez lo atribuyo al exceso de trabajo de un funcionario leal a nuestro presidente, comprometido con la incipiente revolución socialista pero que ejerce más funciones que las que un ser humano puede sobrellevar. El señor Ramírez es responsable por PDVSA, por el ministerio de energía y petróleo, por las reuniones varias de la OPEP y de paso el señor presidente lo nombra vicepresidente del Psuv occidente. Nadie es capaz de ejercer tantos cargos sin desequilibrarse mental y emocionalmente en cualquier momento, amén del desgaste físico que eso representa. Si vemos a la señora Jacqueline Farías también es poli funcionaria, dirigiendo a Movilnet, a Cantv y la autoridad metropolitana. ¿Es que no tenemos suficientes camaradas revolucionarios capaces de gerenciar esas actividades y dejarle una sola a cada quien? ¿A dónde queremos llegar con el sobrecargo de funciones? Nuestro presidente debe rectificar y mirar un poco más allá de su entorno para que pueda delegar responsabilidades en compatriotas verdaderamente comprometidos con el proceso revolucionario, que los tenemos de sobra. En todo el país se sabe a gritos de esta realidad pero seguimos igual, muchos enroques y pocos jaques.

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Efrain Jose Granadillo


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