Receta para estafar con el arroz

Primero lave hasta hacer desparecer todos los aditivos que sus padres, abuelos, tíos y otros le sembraron en la familia; tales como lecciones de honestidad, moral, responsabilidad, solidaridad, amor al prójimo y otros similares.

Asegúrese que esta limpieza ha sido exitosa tratando de recordar los valores de amor a la patria, respeto por la bandera que intentaron enseñarle en la escuela. Una vez verificado que eso no está en su memoria, siga.

Eche la ética (si es que la tuvo alguna vez) al basurero, asegurándose que quede tan oculta que jamás le aparezca; así evitará remordimientos de conciencia.

En un envase de hierro coloque la deshonestidad, la capacidad para delinquir, la habilidad para estafar, el desparpajo a la hora de mentir, el discursito sobre su sacrifico a favor de la prosperidad y el desarrollo y un bufete de abogados que le defienda.

Remueva la mezcla mientras se va cociendo a fuego lento, hasta que espese a punto de bandido caradura.

En otro envase coloque un buen número de políticos de la cuarta; añádale una pizca de exguerrillero, exministro, hoy editor, y un puntico de economista al servicio del gran capital. Sofría a fuego lento para que se mezclen los atributos de cada uno de los ingredientes.

Cuando la primera mezcla comience a hervir agréguele el contenido del sofrito. Añada una cáscara de Globovisión y una ramita de miguelito, envuelta ésta en graneliada. Cuando esté bien cocido, añadir unas gotas de prensa internacional y siga revolviendo, para evitar que se pegue y de la impresión de que todo es una misma lavativa.

Una vez cocido agréguele un saborizante, deseche el precio regulado y póngale el que le dé la gana.

Pase lo cocido a una fuente bien adornada, capaz de despertar en los paladares la necesidad de consumir arroz saborizado.

En ese momento saque de su vida los escrúpulos, deje morir algún buen sentimiento que le quede y espolvoree sus sentimientos con instintos criminales.

Consejos a seguir:

Asegúrese que las condiciones de estafador estén a tono al momento de servir para percatarse el plato cautive a todos.

Para que las ganancias se hinchen más en el banco conviene incorporarle el discurso del Presidente de Fedecamaras al terminar la cocción.

Si nota que el plato queda algo seco y algún funcionario puede detectarlo, use unas gotas de “bájate de la mula”. En caso de que el funcionario resulte un revolucionario de verdad, como el doctor Samán, y no tolere el soborno, use rápidamente un manojo de defensa de la propiedad privada.

Si nota que el plato no llega a su punto de exquisitez, no se preocupe usted es un empresario y todavía, por ahora, este gobierno no es capaz de mandarlo a enjuiciar por estafador.

Puede optar por conservar del plato toda la esencia del estafador; sólo debe macerarlo para que la cáscara se presente como la de un empresario.

Con estas características seguirá en las páginas sociales como un gran cacao; nadie notará su condición de vulgar estafador.


salima36@cantv.net


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Pedro Salima


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