Hay que hablar con los payasos

Y con los trapecistas y los magos y los malabaristas y los enanos y el domador y la mujer barbuda y el público y hasta con el administrador del circo de la oposición. Y si llegáramos al caso de que el accionista mayoritario de ese emporio circense transnacional solicite una conversación, quién se atreverá a negarse. No solo podemos hacerlo, sin ceder en los principios estratégicos de la revolución socialista bolivariana, sino que nos obliga a hacerlo la necesidad de llegarle a casi cinco millones de compatriotas que no son oligarcas y que se alinearon el 15 de febrero en contra de sus propios intereses, es decir, que se encuentran alienados y debemos tratar de rescatarlos a través de una Misión Cordura por un lado y aplicando de verdad y a fondo las tres R por el otro.
Sabemos que muchos de esos venezolanos y venezolanizados están poseídos por el “demonio de la perversión” del que hablaba Poe. Que su mapa de vida lo refleja la letra de un bolero bien sabroso que cantaban Virginia López o Los Diamantes:
Voy viviendo ya de tus mentiras
sé que tu cariño no es sincero
sé que mientes al besar
y mientes al decir te quiero
me resigno por que sé
que pago mi maldad de ayer.
Siempre fui llevado por la mala
y es por eso que te quiero tanto
mas si das a mi vivir
la dicha con tu amor fingido
miénteme una eternidad
que me hace tu maldad feliz.
Y que más da
si el mundo es una mentira
miénteme más
que me hace tu maldad feliz.
Y cuando encienden globovisión o a la mayoría de los medios privados van pidiendo eso: miénteme más. Pues no se puede ocultar ya que los liderazgos de la oposición se basan en las más descaradas y absurdas mentiras (como quedó tan gráficamente evidenciado con las risas del Comando Angostura el 15 F en la tarde, cuando pretendieron hacer ver que habían ganado) que sirven como racionalismos para canalizar la aversión hacia Chávez y que les ha funcionado pues sarna con gusto no pica.
En estas condiciones, el diálogo no es fácil, sobre todo si tenemos que comenzar por hacer el intento de desalienar a esa gran cantidad de alienadores funcionales: curas, siquiatras, educadores de todos los niveles y a demás formadores de opinión pública, pero es nuestro reto.
A tender puentes, aunque sean puentes de guerra.

perezcristancho@hotmail.com


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Oscar Pérez Cristancho


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