La enmienda Constitucional y los preclaros hombres de la IV República

"Que en este mundo traidor
nada es verdad ni es mentira;
todo es según el color del cristal
con que se mira"

Campoamor

La enmienda es un mecanismo que estipula la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela en su artículo 341 y tiene por objetivo la adición o modificación de uno o varios artículos de la Carta Magna venezolana sin alterar su estructura fundamental. Perfecto.

Nos preguntamos entonces, ¿y de acuerdo con la Constitución Nacional de 1961, en que artículo contenía alguna consulta al soberano? El soberano solo tenía una función: aparecerse en las urnas electorales y ligar para que su voto no fuera manipulado por quienes se encargaban de preparar las actas, quienes mayoritariamente pertenecían o eran afectos a AD y Copei.

Entonces, da risa o pena ajena, cómo más les guste, cuando los voceros de la oposición, quienes funcionan en base a la programación que ordene el cacicazgo, viudas de la IV República, conseja adoptada por ellos según la cual, “todos vivíamos tranquilos” sobre todo aquellos quienes fueron lanzados desde los helicópteros de la SIFA y la Digepol, en los años 60. Tranquilos, pero a peinillazo y gases lacrimógenos lanzados por la policía y la Guardia Nacional en las manifestaciones, obreras o estudiantiles. Claro, estábamos tranquilos, mientras los medios de comunicación tenían un panel de invitados que se rotaban, por los pocos canales que existían para la época, y recordamos con claridad a algunos de ellos, por AD: Carlos Canache Mata, Luis Piñerúa, la nariz roja de alcohólico de Jaime Lusinchi, David Morales Bello, Carlos Andrés Pérez, Armando Sánchez Bueno (sempiterno encargado de repartir los reales del Congreso Nacional), Rafael Poleo, Paulina Gamus, Por Copei: Pedro Pablo Aguilar, Edecio La Riva Araujo, Luis Herrera Campins (Claro, antes de que se metiera con la publicidad de licores y cigarrillo), Arístides Calvani (muerto mientras intervenía en la guerra de El Salvador), Haydeé Castillo (Finanzas copeyanas), Eduardo Fernández y Oswaldo Alvarez Paz, delfines del eterno Rafael Caldera, siempre promocionado, Donald Ramírez, y unos pocos que se me escapan. Por la izquierda, iban, muy de vez en cuando: Luis Beltrán Prieto Figueroa, Eloy Torres, Teodoro Petkoff, José Vicente Rangel, Américo Martín, Jesús Angel Paz Galarraga, Héctor Mujica, y uno que otro. Adecos y copeyanos se erigían como los egregios, los iluminados y dueños de la verdad y la conciencia del venezolano, y decían que las reformas había que hacerlas con mucha cautela, pues el pueblo no estaba capacitado para decidir “sobre las altas materias del devenir nacional, y que ellos se ofrecían como los seres pensantes a pensar por nosotros, quienes estábamos a años luz de las mentes europeas y norteamericanas”, agregaría yo: apenas empezábamos a consumir de McDonalds, y esa tiendas de comida chatarra, signos de desarrollo para muchos de los viudos de la IV República, que nos ponían a la altura de los países más adelantados, y que gracias a la “benevolencia gringa”, por fin íbamos a comer como debe ser, en vez de estar consumiendo arepas, caraotas, hallacas, empanadas, pastelitos y todos esos platos ordinarios y subdesarrollados.

Pues, en fin y para no seguir disgregando en el ámbito culinario, lo cierto de todo, era que esos figurones se permitían pensar por nosotros. Ah, se me olvidaba el super cerebro de Arturo Uslar Pietri, que nos vivía regañando diciendo que ese origen indígena los hacía flojos para el trabajo, y que los venezolanos éramos una cuerda de sinvergüenzas, y que solo nos salvaba esa sangre europea, quien nos había traído la civilización y la religión. Claro, seguíamos teniendo, según él, la tara de poseer sangre negra africana (¡que vergüenza, con las amistades del country!). Total, para qué íbamos a gastar materia gris con semejantes cerebros iluminando nuestro camino en la vida republicana, ellos que fueron mártires de la dictadura de Gómez y Pérez Jiménez, se lo merecían todo, sobre todo conducir nuestros destinos, per secula seculo, y los gringos y los empresarios, sacrificados con los créditos blandos (pobrecitos ellos), se encargarían del aparato económico. Y todos felices, sobre todos los amos del valle.

Pero tanta belleza, no podía ser eterna. En febrero de 1989, un poco de gente desalmada y hambrienta se le ocurre bajar de los cerros, y decirle al príncipe Carlos Andrés Pérez, que esa linda y hermosa democracia es pura fantasía mediática, y que ya está bueno. Ellos reaccionan como reacciona todo ilustrado: A PLOMO LIMPIO contra esos “desalmados quieren poner el peligro esa democracia que tanta sangre costó”. Claro, los cabrones de la jerarquía católica se hacen como siempre los huevones, y “hay que defender el sistema democrático bipartidista, cueste la sangre que cueste, total esos carajos saqueadores se irán derechito al infierno toditos”.

Pero sucede que un zambo de Sabaneta, Barinas, se le ocurre, “atentar contra la bella democracia” y “qué pena con Bush, ¿qué dirá?” fue lo primero que se le ocurrió decir al sanguinario CAP, mientras los militares reaccionarios, los bipartidistas y la iglesia condenaban esa “nueva asonada contra la libertad, en un país donde todos vivimos tranquilos y felices, ¿qué más quieren, si cada cinco años los llamamos a votar, por lo menos sean agradecidos, nosotros guardamos las formas y no nos metemos con los gringos, y les entregamos los recursos sin chistar, no vaya a ser que se molesten”

Total, ustedes se saben el resto, estamos en 2009, y desde que el zambo de Sabaneta llegó al poder, el pueblo ha sido tomado en cuenta, y ha sido consultado, sin miedo, y de invisibles, como dice Galeano, pasamos a existir, a ser, a expresarnos, a estudiar, a percibir y recibir los recursos de nuestros recursos naturales, a ser tomados en cuenta. No ha sido perfecto, pero no tenemos un gobierno que persigue y apalea a sus adversarios. Todo lo contrario, ha dejado que pongan en evidencia lo incapaces, pendejos, malignos, perversos, envidiosos, descarados, inmorales, ladrones, fascistas, manipuladores, charlatanes, que expresen todo el veneno que son capaces de inocular a través de los medios.

¿Y el pueblo? Les aguantó el golpe de abril de 2002, el paro petrolero antinavideño de diciembre de 2002, la guarimba de enero de 2003, y cuanta mariquera han puesto a rodar por ahí. Porque el pueblo sabe, que nadie, pero nadie, los ha tomado en cuenta tanto como el comandante Hugo Chávez Frías, a nadie se le había ocurrido borrar el analfabetismo, atacar el agiostismo de los productos de primera necesidad, darle a la educación el papel que se merece, atacar el problema de la salud primaria, y tantas cosas, como por ejemplo, un ejemplo gigante, el satélite Simón Bolívar, boicoteado tantas veces y hoy hecho realidad. Nos podríamos pasar muchas cuartillas enumerando bondades de esta proceso revolucionario, pero lo único cierto es que todo proceso político y social, necesita de ese impulso vital que hombres como Simón Bolívar, José Martí, Fidel Castro, El “Che” Guevara, y porque no decirlo, Hugo Chávez Frías, quienes hacen que “despierte cada cien años, cuando despierta el pueblo”. Son los imprescindibles de Bertolt Brecht, quienes permiten que estos procesos no se caigan, y degeneren en manos de inmediatistas, y personas con debilidades humanas como ese amor desmedido por el dinero, como, no hay que negarlo, rodean al comandante, echen por tierra algo que se ha venido en forma algo lenta, pero son apenas 10 años de proceso, y aún nuestro nivel político necesita madurar. Se necesita un pueblo plenamente consciente de su destino, y de cómo conducirlo por los senderos del socialismo verdadero.

Por eso, queridos compatriotas, se hace necesario, que el Comandante Hugo Chávez, continúe acompañando a este pueblo, no porque se quiere eternizar en el poder, simplemente, porque es necesario seguir contando con él, y así será mientras nosotros le demos ese respaldo que necesita y que necesitamos.

Por lo tanto, vamos todos a votar por la enmienda que le permita a Hugo Chávez seguir siendo el conductor de este proceso revolucionario.

La historia sabrá agradecerlo.



pedroqueral@hotmail.com


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Pedro Querales Cordero


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