Publicado en el Sol de Margarita. Opinión. 6-2-04

Esos luctuosos


De verdad uno puede creer en el luto de Eduardo Fernández. Saberlo de negro, desde la cabeza hasta los pies, marchando en silencio, con el rostro compungido y la mirada llena de tristeza es ajustarlo a la verdad. Muy lejos de aquel "Tigre" durmiendo en la casa de un barrio que se veía de juguete.

Es que uno lo recuerda el 4 de febrero del 92 cuando apareció en la televisión. Uno evoca su nariz colorada, el rostro de quien ha sido parado de la cama a la fuerza y la voz de aquel que ha pasado por un susto. Condenando a los militares alzados, defendiendo a Pérez II, e igual que éste, apenado ante el mundo porque en un santiamén habíamos pasado de un país perfectamente globalizado, obediente al dictado del Fondo Monetario Internacional, subscriptor del mandato gringo a una republiqueta donde los militares podían alzarse a media noche de cualquier día de semana.

Uno entiende a Esculpi de negro, quien en aquel febrero del 92 botó la bola, tal como lo escribiera José Ignacio Cabrujas en una extraordinaria crónica donde se lamentó por el triste papel del MAS aquel día. Cada 4 de febrero Esculpi debe vestirse de luto y llorar, está obligado a sentir que el piso se le hunde otra vez, está obligado política y moralmente a darse golpes contra la pared lamentando su torpeza.

Hay otros personajes a los que el luto el 4 de febrero no les cae bien. Digamos un Pablo Medina ¿Qué papel jugó ese día del año 92? El propio Medina lo dejó escrito en un libro, además lo ha declarado muchas veces. En oportunidades han sido hasta chocantes sus palabras porque pareciera atribuirse un papel más importante que el del propio Chávez y el resto de los militares alzados.

Ahora, igual, le toca enlutarse como lo hace Eduardo Fernández. O, al menos, participar en una reunión donde se dice que esa fecha es de luto, que si los muertos de ese día, que si patatín y patatán, y debe quedarse callado. Ni siquiera unas palabras, hasta le valdría decir que ese 4 de febrero se zampó una lumpia y actuó alumbrado.

¿Y qué decir de Arias Cárdenas? Aquel 4 de febrero tomó la gobernación del Zulia y apresó al gobernador de entonces, Oswaldo Alvarez Paz. Ahora está de luto. A lo mejor este 4-F llamó por teléfono a Alvarez Paz para decirle: "Mira, Oswaldo, ¿tú puedes pasar por mí para ir a la marcha?. Ajá, ok,. te espero. ¿Dónde compraste la ropa negra? La mía me la regalaron. Me queda de lo mejor. La voy a lucir".

Entonces, ambos, secuestrador y secuestrado de 12 años atrás, se irían con el mismo luto a la marcha.

Por eso es que este país es grande.

salima36@cantv.net




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Pedro Salima


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