Suena dura, pero hay que decirlo (V)

Se habla de paz donde parece que nadie quiera la paz. En realidad uno conversa con la gente del pueblo colombiano y son muy pocos los que creen en el proceso de paz en Colombia. Muchos colombianos creen en él tampoco, porque dicen que tanto al gobierno, como al ejército, les conviene la guerra, porque el plan Colombia mantenido por el imperio estadounidense, trabaja desde allí ejercitando los pilares básicos de la geoestrategia de dominación sobre el continente latinoamericano. Pero a pesar del escepticismo, es el pueblo el que hace enormes esfuerzos porque tienen la esperanza que algún día lleguen al poder dirigentes dignos y humanos que hagan salir la paz hacia delante.

Lo único de verdad para que salga adelante es que tiene que existir voluntad política dentro de las conciencias que la mantienen fracturada, tiene que ser un proceso de clarificación y sinceridad, digno, con reglas de juego honestas, porque los antagonismos entre todos hace difícil cualquier tipo de conversación al respecto. Pienso que los verdaderos interlocutores de ese dialogo deben ser el pueblo, el gobierno y los alzados, son ellos lo que tienen que discutir, sin injerencias de otros países, porque en la entrañas de su sociedad, de su masa, están los desempleados, hambrientos, miserables campesinos sin tierra, hombres y mujeres que han visto cómo estos: ASESINAN, EXPLOTAN, OPRIMEN Y ENGAÑAN. El dialogo que históricamente gobierno y rebeldes han impuesto al pueblo ha sido la violencia y la represión para mantener, unos un sistema de opresión y los otros su territorio para ser mas temidos que respetados y admirados como una causa justa y revolucionaria.

Los errores cometidos por los rebeldes en San Vicente, fueron fatales, aquel territorio llamado el “laboratorio de la paz”, zona que el Presidente Pastrana había cedido y que estaba compuesto de sabana y selva, aproximadamente del tamaño de Suiza, era y es un pueblo ganadero, trabajador, digno y honorable, que lamentablemente los bandos en pugna escogieron, porque allí se iba a poner en marcha el proceso de la tan anhelada paz. Ocurrió que los alzados en vez de ganarse al pueblo, les dieron un trato a sus habitantes como si estos fueran sus siervos feudales, es decir, que estas personas quedaron atrapadas en medio del fuego cruzado de una guerra en la que no querían ni tenían nada que ver, vivieron bajo las ordenes del grupo rebelde que patrullaban las calles en vehículos último modelo, algunos con equipos de música de salsa y canciones revolucionarias a todo volumen. Lo mas trágico, me dijeron su propios habitantes, “nosotros no recordamos haber sido consultados para poner a nuestro pueblo bajo el control de estos señores. Ellos aquí son la autoridad suprema, dan ordenes, cometen los abusos mas infelices que se puedan soportar y se situaron en una oficina que está en la Plaza Principal donde mantienen retratos de Marx, Lenin y el Che Guevara”.

“Existe un letrero que proclama al pueblo de San Vicente de Caguan como el “Laboratorio de Paz”. Hicieron una fiesta en la casa de nosotros y no nos invitaron” fueron las expresiones del alcalde interino del pueblo a la prensa internacional. “Tenemos muchas desventajas los 45 mil habitantes del pueblo que somos en su mayoría estrictamente neutrales de esta absoluta violencia y nos sentimos más que peones en esto que ellos llaman proceso de paz”. Hay que ver la parte humana aquí, agrego el alcalde.

Con mucho nerviosismo, indignado, continuo diciéndome: “No solo entregaron nuestro territorio, sino que nos encontramos estigmatizados porque actualmente se nos mira como guerrilleros o simpatizantes de los rebeldes nacional e internacionalmente, aunque eso es lo de menos. Todos nos sentimos temerosos. Vea usted, once supuestos colaboradores de un grupo paramilitar fueron ejecutados sumariamente en las afueras del municipio, sin habérseles comprobado nada. Aquí prevalece el sentido del terror, pues cuando este grupo se retire, entonces van a venir las represalias de los temidos grupos paramilitares de derecha que mantiene el ejército. Y no solo esto; estas fuerzas que supuestamente son revolucionarias, dignas, con un poder moral para combatir las injusticias y las atrocidades de los oligarcas, están utilizando la región como base para el despacho de drogas y armas y tienen proyectado con un grupo de iraníes llevar a cabo un plan para establecer una empresa empaquetadora de carne y un frigorífico en nuestro pueblo. Una de las regiones mas ricas en hoja de coca, con la que se hace cocaína, de Colombia, se encuentra justo fuera de la zona desmilitarizada. Este plan de intercambiar territorio por paz ha recibido el apoyo inesperado de algunos sectores, entre ellos la Bolsa de Nueva York, cuyo Presidente, Richard Grasso, visitó la región en Junio, para reunirse con uno de los comandantes subversivos”. “como puede ver, aquí ocurre de todo menos conversaciones de paz”.

“Como pueblo y país hemos experimentado más la guerra que el dialogo y la negociación” manifestó monseñor Francisco Javier Munera Carrera, obispo de una amplia diócesis con sede en San Vicente.

¿Será posible un diálogo entre el amo neoliberal que explota la fuerza del trabajo y condena a los trabajadores a salarios de miseria? ¿Podrá haber diálogo entre el pueblo hambriento, expatriado y unas fuerzas rebeldes que los asesinan, que se aburguesan y se hace opulenta con las mas espeluznantes atrocidades antes los ojos del mundo? ¿Dónde está la paz de Colombia? (…Continuará).


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Víctor J. Rodríguez Calderón


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