Un balance de trasnocho

La idea no es salir ahora con el pensamiento mágico garcíamarquiano de la “mala hora”. Todo acontecer tiene una causalidad y como tal es consecuencial. Los procesos revolucionarios no son temporales, sus obstáculos no hay que sortearlos sino enfrentarlos revisándose el bolsillo de la duda con humildad proletaria.

La idea de instrumentar, como proceso, la construcción del socialismo tuvo un revés. Eso no implica que bajo nuevos balances y revisiones se recupere está maravillosa síntesis que se venía haciendo de los intentos emancipadores de la humanidad. El copismo de realidades distintas ya en otras épocas había sido una fuerte rémora para nuestro avance histórico. El síndrome de la homogeneidad partidista, los estilos de soberbia autoritaria, el fantasma del socialismo como “dictadura proletaria”, pudieron hacer mella a la ansiada profundización de la democracia.

Se había venido logrando aciertos. Todos enfocados hacia la reinvención de una izquierda que superara el manualismo, el cliché panfletario o la construcción de un poder para el poder mismo. Nuevas categorías como el consenso, tolerancia, razón y corazón, unidad en la diversidad, redes de redes, se diluyen frente el pragmatismo de los medios que son justificados por un supuesto buen fin. En éstas el consenso, visto no como aplastamiento del Otro sino como un actuar en un todo coyuntural, que tolera la diferencia y demanda el proyecto más justo para hacer síntesis. La razón unida al afecto y al convencimiento del ser por una causa noble. La unidad en la diversidad; avanzar oyendo, con humildad, sin etiquetar al primero que salga como un pitiyanki burgués. 

Necesario es la gallardía de crecer con las derrotas y con autocríticas sinceras. Un balance sensorial de amanecido daría algunas revisiones necesarias. Algunas de ellas serían volver a cautivar, pero enamorar de verdad, con la construcción de un poder popular, no como apéndice del Estado sino un contrapeso, más autónomo y vigilante de los vigilantes, con mayores mecanismos de control de los ejecutivos. Una acertada política de aliados, sin sacar a pedradas al diferente y sin que esto niegue el reagrupamiento constante de los revolucionarios en un todo funcional directriz, con unidad de mando perfectamente acabada y no en proceso de conformación, que pueda, por su solidez, trazarse tareas de envergadura. Pareciera también oportuno, para entendernos con la diversidad, un Frente Antiimperialista que lleve a cabo tareas de liberación nacional, propias del reformismo nacionalista que es el nivel de conciencia de algunos actuantes del proceso. También se debería idear la forma de vincular de manera real con el pueblo a una gran cantidad de intermediarios autistas que sólo sonríen y levantan manos para aprobar sin pensamiento crítico la línea oficial. El proceso creó unos ciudadanos de primera que no difunden la idea socialista pues les afecta. En ellos, razón y corazón no es posible, burócrata no habla con sentimiento.

En todo este navegar fallaron los motores y en particular el de Moral y Luces, en consecuencia el pueblo no entendió las directrices estratégicas, que por cierto partieron de la exterioridad de las masas. Soluciones de arriba para los de abajo ya no crean identificación plena, son sólo terapias de falsa participación, lecturas e “interpretaciones” de manuales que crean la sensación de inclusión. Todo esto nos llevó a perder la bicoca de 3 millones de votos.

En todo caso, y sin la intensión “celebrar la derrota porque es victoria” hay un salto político de un 49% que aparentemente se define por el socialismo. Hay una oposición que pierde banderas y ya habla de unidad nacional, respeto a las instituciones; que cree en nuestra Carta magna y dice que nuestro presidente no es un dictador. Un contendor que toma un aire y quizá ahora algunos sean menos agresivos. Aprovechemos entonces que no todos son los que están y no todos son los son. Salgamos de la mea culpa cristiana, depuremos y solicitemos revolucionarios con criterio propio. Así podremos confiar en alguien como en mi ahijado tocuyano, que me dijo: “Nosotros hicimos todo lo posible, la burocracia no”.



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Rafael Pompilio Santeliz

Doctor en Historia. Profesor de la UBV. Trovador, compositor y conferencista. Militante de la izquierda insurreccional desde el año 1963. Presidente de Proyecto Sueños Venezuela en el estado Miranda y Vicepresidente de la Fundación Gulima, Radio comunitaria en San Antonio de los Altos.

 pompiliosanteliz@hotmail.com

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