Esencia y fenómeno

La elección presidencial continuada

No se ha planteado en Venezuela durante mucho tiempo un debate político tan significativo como el referente a la elección presidencial continuada. Esta discusión tiene dos aspectos diferentes, pero igualmente importantes. Uno formal referido al carácter unitario o federal del Estado. El otro de fondo, puntualizado en el papel político del individuo en el ámbito social. Concretamente en el rol político de Hugo Chávez en el pueblo venezolano. En este particular la realidad objetiva lo presenta con carácter determinante en la forma que asumirá el Estado en lo referente a los patrones de relación entre los ciudadanos y las asociaciones espaciales y funcionales que ellos conforman. De modo que la modalidad organizativa que asuma la comunidad política venezolana estará condicionada al esclarecimiento de la cuestión referente a la naturaleza del poder que se le atribuye a Chávez. ¿Será producto de su voluntad personal, o será el resultado de un consenso popular? Indiscutiblemente la voluntad personal esta presente. Sin ella no actuaría como lo hace. Pero sería un absurdo suponer que ella es suficiente para asegurarle el dominio político de una sociedad compleja como la nuestra. Sin dudas hay un consenso popular que acepta esta situación.

Es un cuadro que coloca el régimen político actual en la categoría de los esquemas de dominio carismáticos. Es decir, un sistema de gobierno en el cual el poder de decisión se concentra en un individuo a quien se le atribuyen condiciones excepcionales para la conducción de una sociedad definida. Una situación presente en las realidades sociales en las cuales hay una ausencia de instituciones por falta de desarrollo sociocultural, o las existentes se han desvanecido por disfuncionalidad. Esta última, tal vez la variable explicativa de nuestro actual curso político. Pero este no es arbitrario. Responde, como ha ocurrido en circunstancias similares en otras latitudes, a la necesidad sentida del colectivo de mantener su unidad y el dominio sobre el espacio que le permite su supervivencia. Así se puede conservar su identidad y autonomía relativa frente a las restantes formaciones sociales históricas con las cuales convive dentro del sociosistema universal Concretamente, hasta quienes resisten nacional e internacionalmente esa dominación personificada, reconocen ese papel de Chávez. No atacan ni a las instituciones de gobierno ni políticas del pueblo venezolano. Agraden la persona que efectivamente controla el poder del Estado.

De esta manera el planteamiento de la elección continuada, que no es simplemente la reelección indefinida sino que incluye la aprobación refrendada periódica además de tal reelección, es un mecanismo para ratificar la existencia del consenso popular. Se trata de la institucionalización de un poder comisarial que adscribiría a Chávez, por la vía constitucional, a la autoridad autónoma del pueblo venezolano para establecer en el territorio nacional un orden contrario al impuesto por las fuerzas transnacionalizadas neoliberales. Una estructura para la comunidad política que se desarrolle dentro de las nociones que informan el socialismo, en lo que ellas sean aplicables a la realidad del país.

Se trata de un poder que estaría por encima de las autoridades estadales y locales establecidas tradicionalmente en función a las condiciones socioeconómicas y políticas existentes en la época colonial y que subsistieron hasta el inicio del siglo XX. De hecho, unas circunstancias que cambiaron básicamente por la aparición de la explotación petrolera como actividad fundamental de nuestra economía. Prácticamente, por “la migración de los pueblos” producida por este fenómeno, se mezclaron los rasgos etnoculturales que diferenciaban las poblaciones de las distintas provincias del país, más o menos autónomas por sus capacidades de autosustento, para amalgamarse en una sociedad cohesionada cada vez más dependiente de un gobierno central. Una realidad que borró de facto la estructura federal que se había impuesto por la guerra civil (1859-63) en el Estado venezolano. Ella respondía a esa variedad sociocultural, y que solo por razones de la estrategia política de las elites se había venido conservando a pesar del desarrollo de una cultura común. La división de un país unificado por la economía petrolera facilitaba el dominio de unas masas empobrecidas en beneficio de las cúpulas sociales. De modo que la institucionalización de ese consenso en torno en Chávez no es otra cosa que la concreción de una realidad sociológica que hace del sistema político venezolano uno de carácter unitario. Se rompe ese mito del federalismo lo cual permite la unión de la multitud que hasta ahora había sido sometida por unas elites inconcientes a través de su fraccionamiento.


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Alberto Müller Rojas


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