La abundancia de recursos petroleros a partir del gobierno de Pérez Jiménez, permitió al Estado venezolano, durante la IV República y exclusivamente con los gobiernos de AD y COPEI olvidar completamente a las necesidades económicas reales del país y de participación del pueblo, principalmente de sus sectores trabajadores que veían su situación cada vez más comprometida y empobrecida mientras había un disfrute ostentoso de la riqueza nacional en el otro extremo social y político. Olvidaron también los valores nacionales, las ideas de Patria, Soberanía, prosperidad nacional, quedando nuestro país en una situación desmejorada, tomando en cuenta la magnitud de los recursos financieros que manejó. Se trata ahora con la Revolución Bolivariana, dar respuesta a esta triste situación superada, de crear valores nacionales Patria, Soberanía conjuntamente con Prosperidad para todos, en las más adversas realidades.
Esta forma de gobernar y proceder se le denominó rentismo, práctica política, económica y social, cementada a su vez en la corrupción general administrativa y empresarial, como soporte del gobierno y de las lealtades políticas, dominando la vida del país.
Así que el rentismo como práctica política, económica y social está caracterizada por la dependencia de ingresos provenientes principalmente de recursos naturales, como petróleo en nuestro caso, que aportan grandes cantidades de divisas, en lugar de generar riqueza a través de la productividad o la actividad agroindustrial, generando complementariamente una distribución excluyente de estos ingresos, beneficiando principalmente a los políticos, de la derecha, inventando una elite beneficiada exageradamente con estos ingresos.
En el ámbito económico, el rentismo se manifiesta cuando los países o sectores económicos obtienen beneficios sustanciales mediante la explotación de recursos naturales sin desarrollar una economía diversificada o productiva. Esto puede conducir a una economía dependiente de los precios internacionales de estos recursos, vulnerables a fluctuaciones y crisis. Venezuela es ejemplo típico, se contentaron con los ingresos externos y se despreocuparon de la producción interna, aun teniendo las condiciones más favorables para impulsarla.
En el plano político, el rentismo favorece estructuras de poder que se consolidan a partir del control y distribución de los recursos, generando prácticas clientelistas, corrupción y una gobernanza que prioriza la protección de estos intereses rentísticos en lugar del desarrollo sostenible
Socialmente, el rentismo por una parte genera desigualdades profundas, ya que los beneficios de los recursos naturales no siempre se distribuyen equitativamente, fomentando la concentración de riqueza en pequeñas élites y dejando a amplios sectores en pobreza o marginación. Por la otra debilita, reblandece el tejido de las clases sociales que trataron de aprovechar la rebatiña de recursos fáciles y ahueca las personalidades nacionales, cuyos integrantes se alejaban del trabajo productivo y esforzado por un puesto en una oficina o una empresa, en el mejor de los casos.
Además, el rentismo disminuyo la motivación por la innovación y la diversificación económica, perpetuando un modelo dependiente e identificado con valores y perspectivas propias o provenientes de los países imperialistas, a los cuales se copiada o se identificaban plenamente. Así que se creó la cultura del rentismo influyendo en la mentalidad social, promoviendo una actitud pasiva donde la dependencia de los recursos fáciles se traduce en una falta de iniciativa emprendedora. Tampoco podemos pensar que la sociedad rentista de la IV República en Venezuela era una sociedad abierta en posibilidades y oportunidades para las personas o nuevas empresas, más bien en este sentido era una sociedad difícil, dividida, cerrada. De esta forma el rentismo tan añorado por algunos actúo como un obstáculo para el desarrollo venezolano, sus comunidades y sus gentes, generando un ciclo de dependencia y desigualdad que afecta múltiples dimensiones de la sociedad y que ha dejado su huella.
Llena de contradicciones difíciles y antagónicas, donde la exclusión política y social el rentismo de AD y COPEI se convirtió en las condiciones necesarias y suficientes para la desafección democrática y la búsqueda de alternativas radicales, sentando las bases para futuros estallidos sociales y transformaciones políticas perdiendo el pueblo el miedo a la Revolución.