Concluidas por ahora las elecciones viene, el esfuerzo de pasar del discurso a la acción, y aunque todos están montados en el mismo carro todos no tienen la capacidad de pasar del discurso a la transformación, con talento y pasión, con "fuego interior", lo que no se refleja en los números.
Se verá si el nuevo liderazgo trasciende la administración rutinaria y logra realizar cambios profundos en el sector que le corresponda actuar. ¿Cuál candidato se le nota más energía transformadora? Las apariencias engañan.
Todos los que ganaron tienen un denominador común, el cual es que todos persiguen el poder, pero un politico revolucionario, con fuego interior no es solo aquel que persigue el poder, sino quien es dueño de una visión que trasciende el interés personal. Su energía no proviene de la simple ambición, sino de una convicción arraigada, de una necesidad vital de cambiar lo que considera injusto, de transformar las estructuras que oprimen y de desafiar lo establecido con ideas que mantiene en su mente.
Es alguien que no puede conformarse con el statu quo, que siente cada obstáculo como un llamado a mejorar su discurso y acción, mejorar el equipo humano que le acompaña, a fortalecer su estrategia, a profundizar su compromiso.
Al hacerlo su voz adquiere una especie de urgencia de quien sabe, que el tiempo disponible no es ilimitado y que la historia se afecta por los momentos de indecisión. Es capaz de contagiar con su pasión, de hacer que incluso los más escépticos crean, aunque sea por un instante, que el cambio es posible. Enfrenta el desgaste, la traición, la decepción, pero su fuego no se extingue, se transforma en resistencia. Se va haciendo un líder.
Así que para un revolucionario, que no tienen por qué ser puros Che Guevara, tener fuego interior se refiere a una combinación de pasión, convicción, determinación inquebrantable y un profundo sentido de propósito que impulsa sus acciones y decisiones. Es la chispa que lo mantiene motivado, incluso frente a la adversidad, las críticas o los fracasos. Chávez se lo decía al pueblo, a su manera: ¡Todos somos Chávez!
Con esto se quería decir que esa actitud incansable para alcanzar una meta que se creía imposible, que nadie sabía su camino, que se ha hecho camino al andar, debe ser una característica de políticos venezolanos y chavistas, que no están en la política solo por poder o beneficio personal o para implantar una religión, sino porque realmente creen en las causas del pueblo, que las defienden y creen en el impacto que pueden generar en toda la sociedad para su bienestar.
Estás creencias los llevan a estar dispuestos a luchar por eso que consideran correcto, no se rinden fácilmente ante los obstáculos. Son resiliente y perseverantes, incluso cuando el camino es difícil y hay que tomar decisiones impopulares.
Para lograr la victoria en esta lucha que ha de ser memorable, es necesito poseer fortaleza mental y emocional, pues bajo el influjo imperialista la traición esta siempre acechando y busca corromper a cualquiera, lo que hace a la política un campo exigente y hostil.
El fuego interior de saber que se lucha por Venezuela, el pueblo, el socialismo, la revolución, proporciona la resiliencia, la capacidad de recuperarse, necesaria para soportar la presión y mantenerse firmes en estos principios.
Así que todos esperamos que nuestros políticos se distingan de los políticos de la derecha en que son más que simples gestores o buscadores de poder; son líderes impulsados por una profunda convicción y un deseo genuino de generar un cambio significativo, por Venezuela y su destino de paz y prosperidad.