Este gobierno, a los fines de caracterizar su gestión, pareciera tener una instrucción interna muy clara: el presidente es el productor, director y actor de todo plan económico, político o social. Todo sale de su cabeza. Los ministros insisten en presentarse como un gabinete "obediencial". ¿De qué tesis pudo haber salido tal conseja?
Lo desconozco, pero, por cosas de viejo y de comunista, me vino a la cabeza la experiencia de aquellos primeros y extraordinarios años de la revolución bolchevique. En medio de la severa crisis económica, provocada por la implacable guerra que le declaró el blanco occidente; la máxima jefatura del gobierno rojo eran los siete grandes del Buró Político. Lenin, aunque reconocido como líder, era sólo uno de esos siete y sus discusiones y confrontaciones fueron famosas. Fue Lenin el que solicitó a sus iguales del Buró, la constitución de una llamada Comisión Central de Control, de hasta cien miembros, todos obreros. Debía estar dotada -decía él- de los poderes más amplios posibles. No le hicieron caso. Y miren que vaina, llegó Stalin y la emancipación del pueblo ruso -y de muchos más- se fue al diablo.