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¿Se acuerdan de aquel batir de banderitas gringas y venezolanas en Doralzuela, de aquel bullir de damas bien enjaezadas con collares y pulseras, moños, gafas oscuras y pintas de marca, perfumadas hasta los calcañales, tan libres como lo buscaban y tan alegres por encontrarse en el anhelado paraíso democrático más sublime de la tierra? ¿Se acuerdan de aquellos sueños dorados, de aquellos delirios en medio de rumbas y jaranas, de aquel lucimiento de curvas en playas y discotecas, siempre gritando: "¡Maduro coño de tu madre!"? ¿De aquellos paseos y viajes, ya creyéndose estos venezolanos unos güeros de ojos azules, ya creyéndose de veras del primer mundo, ya creyéndose un Brad Pitt o una Angelina Jolie, ya viendo a sus hijos convertidos en magnates y manejando naves de alta gama, y hablando con sus pares de esa mierda llamada Venezuela, plagada de negros inmundos, de malandros y bolivarianos de mierda? Creyeron que estaban en el paraíso, una tierra que no es la de ellos y donde no los quieren, donde los desprecian y los odian… Hemos llegado al fin a la verdad más verdadera de cuantas verdades existen, pero ellos aún se niegan a verla.
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¿Recuerdan a todos aquellos venezolanos que se concentraban en el Doral para darle apoyo a la candidatura de Trump (¡El Catire bello!) y para gritar consignas contra "la dictadura venezolana"? Hoy están que no duermen, viven en un vilo, aterrados con que pueda venir un agente de la Migra (el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas, ICE) y detenga a sus hijos, los paren, los esposen, o mientras conduzcan lleguen y les rompan los vidrios para sacarlos del carro a empellones, a los coñazos. Y no hay quien pueda velar por estos pobres seres ultrajados y agredidos tan violentados en sus derechos: ni jueces ni abogados. Hoy están calladitos en relación con este pánico y horror, la Carla Angola, la Nitu Pérez Osuna, el Orlado Urdaneta, el José Antonio Colina. la Patricia Poleo, entre otros. Y muchos, sin embargo, siguen soñando, imaginándose que eso será pasajero, pero se equivocan porque esa actitud racista, xenófoba, represiva, responde a la verdadera naturaleza del gringo. Unos venezolanos decían orgullosos hace un año, cuando se les preguntaba cómo les iba, y respondían: "Nosotros nos encontramos aquí maravillosamente bien, aquí encontramos la libertad, aquí estamos felices, de aquí no nos iremos nunca. Ya nos olvidamos de esa mierda que se llama Venezuela". Hoy, insisto, están aterrados, con un futuro incierto, pensado que de un momento a otro los pueden coger y hasta mandarlos a los infiernos de las cárceles de Bukele.
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Esos venezolanos besa-culo de los gringos, aun llevando palos, aun humillados y despreciados, recibiendo escupitajos en el Norte, no dejan de amar y adorar con locura esa abominable, apestosa y degenerada gentuza rana platanera, deshumanizada, en la que en lo único que cree es el hedonismo, en el desbordado consumo por cualquier mierda que se les ofrezca, cualquier virguería electrónica, Disney, Hollywood, rascacielos y parques de entretenimiento. Por ahí nos hemos topado con un reportaje de la doña agusanada Carla Gloria Colomé, ella nos refiere que "la ciudad de Doral, en el condado Miami-Dade, teme no volver a ser la misma de ahora en adelante. Hay quien dice que se vaciarán los negocios y las calles, que la GENTE SE CALLARÁ LA VIOLENCIA ANTES DE DENUNCIARLA, QUE EL TEMOR SE EXPANDIRÁ ENTRE LOS INMIGRANTES DE LA COMUNIDAD. Cuando los agentes de la policía se alíen, mano a mano, con el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), tal como tienen planeado las autoridades locales, el bastión venezolano de Estados Unidos será un lugar peligroso para sus habitantes".
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Y luego vienen los testimonios, y una tal venezolana Adelys Ferro, directora ejecutiva de la organización liberal Venezuelan American Caucus, quejumbrosa, señala: "Solo puedo pensar en el miedo, en la desconfianza que esto va a provocar entre las personas". asegurando: "La sola posibilidad de que la policía comience a colaborar directamente con el ICE, es preocupante, desoladora". Y así está aquel Doral, aterrado y desolado: "La incertidumbre embarga a los vecinos de la ciudad, desde que se supiera que el Ayuntamiento del Doral está próximo a cerrar un acuerdo con el ICE, que dará luz verde a la policía para realizar lo que por ley toca a las autoridades migratorias: INTERROGAR, DETENER Y PROCESAR A INMIGRANTES". Agrega el referido reportaje: "…los residentes de la ciudad conocida como "Doralzuela", donde el 40% de la población es de origen venezolano y el 70% nacida fuera del país, teme lo que el pacto entre el ICE y la policía local pueda suponer para la comunidad. En Doral se concentra la mayor cantidad de inmigrantes venezolanos de Estados Unidos, que apoyaron con fuerza a Donald Trump en las elecciones del pasado mes de noviembre. Por eso, Ferro cree que esta nueva medida es "una traición a la confianza depositada por los venezolanos en sus autoridades locales".
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La saña y el acoso es especialmente contra los venezolanos, en los que en cada rostro para la policía hay un miembro del Tren de Aragua encaletado. Y añade la agusana Carlo Gloria Colomé: "No se trata de la primera política encaminada a perjudicar a los migrantes y, en especial, a la comunidad venezolana en Estados Unidos. Es un hecho que, entre todos los indocumentados, los venezolanos no solo fueron particularmente criminalizados durante la campaña electoral, sino que fueron de los primeros en ser afectados con las políticas migratorias del nuevo Gobierno… Una vez se asentó en la Casa Blanca, Trump mandó a suspender el amparo legal con el que vivían unos 300.000 venezolanos beneficiarios del Estatus de Protección Temporal (TPS), una medida que luego la justicia revocó. Otros cientos de miles también han conocido el miedo de que les lleguen notificaciones para que se "autodeporten", al ser cancelados los beneficios con los que llegaron a través de programas como el de parole humanitario o la aplicación CPB One. Otros 200 fueron deportados a una megacárcel de El Salvador, sin que se sometieran al debido proceso, tras ser acusados de ser criminales, aunque la gran mayoría de ellos carecía de antecedentes penales".
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Lo insólito es cuando la misma señora Ferro sostiene "que, sin duda, la Administración Trump ha usado a los venezolanos para aleccionar al resto de la comunidad migrante, en su misión de llevar a cabo la deportación más grande de la historia de Estados Unidos. "Hemos sido la narrativa que favorece a una promesa de campaña del presidente Trump, los más fáciles de utilizar como foco de toda esta retórica", asegura. La criminalización de este colectivo ha sido posible porque la diáspora venezolana es "la más nueva" en haber cruzado la frontera en masa, según Ferro. "Somos la comunidad más vulnerable, que apenas tiene representación en el país, no tiene ni siquiera una oficina de relaciones comerciales", explica. "Hemos sufrido el ataque despiadado de Trump y de todo su equipo de trabajo. Éramos el target perfecto, por el que nadie iba a alzar la voz para defenderlos".
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Sigue añadiendo la crónica: "No obstante, el Herald insiste en que, aunque existen tres tipos de programas 287(g), "no está claro a qué tipo se unirá el Doral". Algunos lugares en Florida que ya se han acogido a la medida, como Coral Gables, Hialeah, Miami Springs, West Miami o Key West, han echado mano del modelo Task Force, que permite a los policías interrogar y detener a cualquier indocumentado "o persona que crean que es un extranjero". En el pasado, se acusó al programa de ser discriminatorio. Ferro opina que aún es incalculable EL MIEDO CON EL QUE VA A VIVIR LA GENTE EN ESTA ZONA DE MIAMI. "SE VA A ACRECENTAR HASTA PROPORCIONES QUE NO PUEDO DESCRIBIR", asegura. "LA GENTE YA ESTÁ ATERRADA, Y CADA VEZ QUE VEAN A UN POLICÍA SE PONDRÁN NERVIOSOS. ESTO VA A HACER QUE LOS NEGOCIOS SUFRAN, LA GENTE VA A DEJAR DE SALIR, DE COMPARTIR CON SU FAMILIA".