Después de haber escuchado el discurso de Maduro con motivo de la toma de posesión, que me dejó "en la luna" y como guindado de la brocha, al mismo tiempo, me planteó nuevas interrogantes, ante un desafío de grandes proporciones para él y los venezolanos todos.
El vacío, de repente, se me llenó de viejos recuerdos. Me hallé sentado en uno de aquellos bancos del cine Paramount, en Cumaná, en el mismo espacio que ahora ocupa el teatro Luis Mariano Rivera. Me descubrí en la parte de arriba, donde casi tocaba el techo con la cabeza, estando sentado, viendo pelear a Francisco "Cochinito" Rodríguez, contra un boxeador traído desde Caracas, porque para el cumanés, de la Calle Bolívar, esa que corre paralela al cerro "Pan de Azúcar", desde la plaza Pichincha y, el viejo colegio de los "Padres Paules", donde comienza justamente el ascenso hacia la cárcel y el cementerio, la misma donde estaba la entrada trasera de la vieja Radio Sucre; había derrotado con facilidad a todos sus oponentes, nativos de la ciudad del Manzanares y de todo espacio, dentro y cercano al Estado Sucre. Recuerdo que un cubano, a quien vi entrenando en el entonces estadio Cumaná, terminó en la lona y a los pies de aquel púgil de grandes cualidades. De una defensa exitosa por la velocidad para desplazarse por el ring, el armonioso movimiento de su cuerpo todo para eludir al contrario y un ágil y certero manejo de sus puños, que salían y llegaban con facilidad al cuerpo del rival, justo al punto donde iban dirigidos.
Eso fue mucho antes de la época gloriosa del entrenador Hely Montes, quien hizo de Cumana y el Estado todo una potencia y escuela trascendente en asuntos del boxeo. Tanto que, la primera medalla de oro olímpica de Venezuela, la logramos en boxeo, en el peso mosca, por intermedio de Francisco "Morochito" Rodríguez, en México. Y fue este, un alumno de Montes, como también como los hermanos Pedro y Antonio Gómez, Alfredo Marcano, Antonio Esparragoza y muchos más. Recordando que, de estos, hubo muchos campeones en juegos nacionales, bolivarianos, centroamericanos, internacionales, mundiales en diferentes pesos.
Recién llegado a residenciarme en esta ciudad de Barcelona, se celebraron aquí unos juegos nacionales, lo que implicaba distintas disciplinas. Para ese entonces, en lo atinente al boxeo, Venezuela contaba con un entrenador nacional de origen argentino de mucho prestigio mundial llamado Pedro Honorio Cuggia. Este, por su rol, que implicaba seleccionar y entrenar a los boxeadores para representar al país en competencias internacionales, empezando por los juegos olímpicos, tenía una respetable autoridad.
A la llegada de los atletas del boxeo a Barcelona, hubo un inconveniente, cuyos detalles no recuerdo, que implicó que la delegación del Estado Sucre, amenazó con retirarse de la competencia, si no se solucionaba el problema en cuestión. Aquella competencia nacional, era una referencia significativa para escoger a los atletas venezolanos en las diferentes especialidades para los eventos deportivos internacionales próximos. Ante aquella circunstancia, el argentino que hacía de seleccionador y entrenador nacional del boxeo, quien dejó en esa especialidad una profunda huella entre nosotros, pidió con urgencia a las autoridades deportivas que resolvieran convenientemente el problema, porque como él dijo, "en Venezuela, el boxeo, sin el Estado Sucre, es como un arroz con pollo sin pollo". Pues la importancia y valor de los boxeadores sucrenses de entonces, formados en la escuela de Hely Montes, era demasiado significativa.
Cuando Francisco "Cochinito" Rodríguez, se perfilaba como una figura de mucho futuro en el boxeo, era un momento que, los inexpertos y poco visionarios "empresarios" o mejor "promotores" del boxeo profesional en Cumaná, dicho de esta manera porque la primera palabra es como demasiada arrogante para aplicarla a aquellas almas inocentes, no hallaban, en los espacios cercanos, a quién apelar para enfrentarlo y vender su espectáculo, pues aquel excelente púgil se había convertido además en un gran atractivo y hasta éxito de taquilla en la ciudad del Manzanares. Era un negocio exitoso toda jornada boxística que contase con la participación de aquella estrella en ciernes.
Por cierto, creo que, con Pedro Gómez, el hermano mayor de Antonio, pasó algo que tuvo que ver con la poca perspicacia de sus representantes cumaneses, para encontrarle contrincantes; tanto que, cuando al fin, pudo enfrentarse a Shozo Saijo, por el título mundial de su peso, llevaba un muy largo tiempo sin pelear y, pese eso, la pelea se dilucidó por puntos, porque el combate llegó al round 15. Conocí personalmente a sus representantes, hasta tuve amistad con ellos y bien sé que, sólo eran representantes legales, con habilidad para la firma del contrato, pero sin contactos con el mundo del boxeo, como las tuvo el zuliano "Rafito" Cedeño. Sobre los manejadores "del deporte de los puños", como solía llamarle la crónica, caraqueños o asentados en Caracas, de aquellos momentos, había muchas dudas y hasta muy pobre opinión.
Yo era muy muchacho, cuando los momentos "gloriosos" de "Cochinito, por lo que fue muy poca la información que tuve acerca de los detalles del manejo del boxeador cuyo recuerdo ahora me atrapa, hasta para salud y tranquilidad mía. Sólo supe que, dado no había ya, en las cercanías, con quien enfrentarle, ni nadie tuvo la osadía de buscarle contendores en Caracas, para que combatiera en esa ciudad, al parecer decidieron traer de allá, el primero que hallaron y quizás hasta muy barato, un contendiente que, desde mi óptica de entonces y la de ahora, era mucho mayor en edad, peso y estatura que el cumanés.
Esa noche se volvió a rebosar el cine Paramount. En aquel espacio "no cabía un alma más", para decirlo con un lugar común de entonces, cuando se dio inicio a la pelea. Como era habitual en él, "Cochinito", comenzó su danza alrededor del contrincante, obligándole también a girar, solo que este lo hacía lentamente y sin los alegres, ágiles y breves saltos del boxeador del patio. Sus puños comenzaron a impactar con rapidez y contundencia a su contrincante, mientras este buscaba la forma de acercarse, a riesgo de recibir el jab de izquierda que entraba como una aguja y el gancho de derecha también con bastante velocidad y certeza.
El boxeador foráneo, basándose en su mayor estatura y peso, optaba por desafiar aquella lluvia de golpes que, en otras circunstancias, hubiera sido devastadora. Por esa fortaleza, más empezando la pelea, y sus largos trancos, pudo acercarse a "Cochinito", quien frente a él bailoteaba. A los tres o cuatro minutos de pelea, ya había acortado el espacio que les separaba y pudo por primera vez acercarse a su contrario y atraparlo con sus brazos. Cuando hizo aquello, observamos como, con rapidez y presión, hizo correr su guante derecho, por el lado de las trenzas, sobre la oreja izquierda de su contrincante. Lo hizo varias veces, las tantas que pudo, mientras el referí pudo separarlos. "Cochinito", sufrió un efecto que, hasta desde las gradas de arriba, los asistentes al combate, pudieron percibir. Pues se retiró con rapidez hacia atrás, se pasó el guante varias veces por la oreja y por un rato, se mantuvo alejado de su rival, danzando como sabía hacerlo.
Paco "El diablo", mi amigo de las correrías por las calles y del fútbol infantil, deporte en el cual dio muestras de grandes habilidades y vecino de "Cochinito", sentado a mi lado, me dijo casi en susurro, una proeza entre gritones, como éramos todos, más en aquellas circunstancias:
"¡Coño! Ahí pasó una vaina. Cómo que el carajo le echó algo en la oreja a "Cochinito". ¿No te fijaste cómo, "Cochinito" retrocedió bastante cuando los separaron y se puso como a sobarse la oreja?"
Mientras continuó bailoteando alrededor de su rival, quien seguía moviéndose con lentitud, pero en busca del cuerpo a cuerpo, el combatiente del patio empezó a intentar distanciarse, dejó de lanzar sus rápidos golpes, se pasaba el revés del guante izquierdo por la oreja de ese lado, que parecía haber sido afectada por el accionar extraño de su contrincante. Ya habían transcurrido unos tres asaltos de los 8 que estipulaba el combate.
En el cuarto round de aquella singular pelea, la que así califico por los contendientes y sus resultados, "Cochinito" pareció recobrar su tranquilidad, fuerzas y el ritmo con el que había empezado y sus golpes rápidos al cuerpo y cara de su contrincante, continuaron llegando con relativa facilidad. Pero su rival, mantenía su forma y propósito del combate, entrar al cuerpo a cuerpo, asirse a él y como antes hacerle la misma maniobra, la de "restregarle" las trenzas del guante derecho en la oreja izquierda. Cada vez que esto sucedía, "Cochinito" daba muestras de incomodidad, como quien recibe un rudo golpe o siente un punzante dolor.
Al inicio de ese cuarto round, "Cochinito", aparecía en las tarjetas del árbitro y los jueces, ampliamente ganador, dado que su rival no había podido acertarle ningún golpe significativo y menos en abundancia, como si había recibido, se produjo la misma escena derivada de la estrategia de este. Hizo una entrada violenta a los espacios del combatiente del patio, exponiéndose a que éste le asestase un golpe que lo enviase a la lona y pusiese fin al combate, se agarró a él fuertemente con los brazos y esta vez repitió lo de pasar los amarres del guante sobre la oreja del rival como con más saña y tiempo, tanto que el árbitro se vio obligado a actuar con rudeza para separarlos. "Cochinito", haciendo un gran esfuerzo, salió como en estampida, premura, hacia la esquina próxima, con el guante izquierdo abierto, como protegiéndose toda la cara de ese lado. Se paró en la esquina dándole la espalda al cuadrilátero y su contrincante, apoyado de las cuerdas y el palo respectivo, con la cabeza baja.
Desde arriba, donde estábamos Paco "El diablo" y yo, mirábamos aquello con asombro. Vimos a "Cochinito", nuestro gladiador heroico, invencible y hasta como un artista del boxeo, el siempre sonriente y feliz, no sólo derrotado sino huyendo y escondido en una esquina. Viéndole de espalda, por su gesto, lo creímos ver hasta llorando.
Luego de aquel escape a la esquina que halló más próxima, con el guante izquierdo cubriéndose la oreja de ese lado, se dirigió a su esquina y bajó del ring, poniendo fin a la pelea y dándose por derrotado.
Aquella noche, después de salir del Cine Paramount, donde se realizó el combate, escuché por primera vez la palabra "coliflor", relacionada con la oreja. Supe entonces que "Cochinito", tenía un coliflor en proceso y, de alguna manera, el oponente lo supo. Era esa la debilidad de aquel excepcional boxeador cumanés, anterior, como dije a Hely Montes, su escuela y sus innumerables gladiadores de altísima calidad, incluyendo a "Morochito" Rodríguez, quien por su apelativo o "sobrenombre" y apellido pudiera confundirse con el "Cochinito" de mi historia.
Pasé años recordando aquello, la palabra coliflor y la explicación que entonces me dieron acerca de la causa del final de aquel combate, en el cual un ídolo de todo el pueblo, resultó extrañamente derrotado y lo que fue más doloroso, abandonó el combate. Sólo ahora, lo confieso, cuando se me vino a la memoria, como tantas veces lo ha hecho en la vida, esta pequeña historia, se me ocurrió averiguar con más precisión acerca de lo que es un coliflor. Y la información que he hallado, dice que este tipo de afección es frecuente entre los deportistas y causada por golpes y que "La oreja de coliflor u oreja en coliflor, es una afección irreversible que ocurre cuando el pabellón auricular es golpeado desarrollando un trombo o alguna otra acumulación de líquido bajo el pericondrio lo que provoca la separación del cartílago impide así la llegada de nutrientes. Esto causa la muerte del cartílago y como resultado la formación de tejido fibroso en la piel que lo recubre. Esto provoca que la oreja parezca permanentemente deformada e hinchada asemejándose a una coliflor". Por supuesto, cualquier golpe, presión sobre la "oreja de coliflor", ocasiona mucho dolor, hasta de la cabeza toda.
Después de aquel inusual combate, cuando "Cochinito", empezaba su carrera y de manera exitosa, aunque fuese en su ciudad natal y estaba siendo considerado como digno de grandes aventuras, sin la presencia del entrenador Hely Montes, quien llegaría a ser lo que fue muchos años más tarde, nuestro ídolo no volvió más nunca al ring. Según lo que he leído, el coliflor es operable y el procedimiento es sencillo. Pero hablamos de unos 65 o 70 años atrás y en ese tiempo, pudieron mediar muchas cosas, para que "Cochinito" no se operase y no hubo nadie, dado el negocio del boxeo aún no era muy rentable ni abundaban los audaces que en ello invirtieran, menos en Cumana, quienes pudieran ayudarlo y dirigirlo. Quizás, no sé, el hecho mismo de haberse visto obligado a abandonar el ring, le causó un trauma o un motivo para alejarse del boxeo; entonces, las normas morales y las exigencias, eran demasiado rígidas. Lo cierto es que, por eso, "Cochinito", aun siendo muy joven, quedó en el olvido. A esta altura, dada su edad de entonces, era mayor que yo, pudiera estar muerto. Eso sí, quedó en el olvido de las multitudes, salvo de unos pocos, como quien esto escribe, pues suelo, desde esa noche hasta hoy, ser asaltado por aquel recuerdo. Y hoy le llegó el día que alguien, en este caso yo, que le vi pelear varias veces, le saque del olvido.