Palabras que parecieran ser la maldición que nos encubre. Toda forma de dominio en efecto se realiza utilizando cualquier forma de imposición y para ello se le hace imprescindible tener en sus manos la fuerza en todas sus modalidades. Pero preguntémonos, este principio de fuerza e imposición no vale exactamente lo mismo cuando la tarea no trata de fomentar el dominio como forma repetitiva, un terrorismo ancestral podríamos decir, del poder de un individuo, colectivo, nación, de uno sobre otro, sino por el contrario se trata de un ejercicio impositivo de la misma libertad. Es esto lógico y posible?. En definitiva mas alla del bien y el mal como morales teológicas básicamente, toda obra o regla desde la cual cobre un determinado orden la humanidad incluso la mas justiciera necesita de la fuerza y de la imposición. Por supuesto que la pregunta a hacernos quienes estamos en lo que aún podemos llamar la causa revolucionaria es el cómo podemos obtener la fuerza necesaria para poder imponer esa libertad. Todo ejercicio natural lleva consigo formas impositivas, el fuerte se sobrepone al mas débil, y si lo llevamos a la sociedad, hasta el mas sabio supone que esta es una regla de la humanidad. El mismo Marx lo entendió como la "dictadura del proletariado", concepto probablemente desgastado por el giro burocrático y autoritario que tomo desde Lenin y particularmente con la dictadura de Stalin, pero seguimos buscando como armar las posibilidades donde la fuerza y la imposición jueguen a favor de la humanidad.
Lo cierto es que la naturaleza no se juega con bondades. Desde las formas mas básica y diminutas de vida la dinámica de la imposición se muestra como un principio de vida, el problema es el hombre mismo, su desgaste de conciencia y la capacidad de manipulación de unos sobre otros. Así la necesidad de la imposición desde el punto de vista justiciero tiende a desaparecer y la fuerza que toda imposición trae consigo se torna en un contraste guerrerista o dictatorial que en realidad impide una imposición limpia, que juega el papel de una norma en fusión de la armonía humana. Pareciera que estuviésemos justificando el terror. Pero es todo lo contrario. Lo que tratamos de argumentar y haciendo constatar es que la imposición desde la fuerza posible es un atributo natural de lo humano, pero así mismo como se presenta como un legado natural la imposición es el mecanismo mas utilizado a todo régimen de explotación a toda forma de opresión. La imposición necesaria se convierte en la medida en que evoluciona la sociedad huma en regímenes de guerra, genocidio, esclavitud.
Como podemos hacernos de la fuerza necesaria para que la imposición vuelva a convertirse en un acto natural, fundamental para todo aquello que suponga la recuperación de la dignidad humana?. El caso venezolano es un típico escenario donde la imposición termina modificando al extremo su esencia natural para convertirse en un sistema autocrático que impone mecanismos y situaciones totalmente fuera de ley, violatorio de todo el marco constitucional. Mientras no encontramos la fuerza para imponer un régimen de dignidad y libertad, que supere las fórmulas de esclavitud capitalista que nos han impuesto. La organización de la fuerza dirigidos a superar esta prisión en la que estamos envueltos, es el camino fundamental, pero hay que construirlo mas allá de candidatos y líderes mesiánicos. La fuerza necesita de la idea para lograr una imposición constructiva, la fuerza es en este caso tan natural como cognitiva, una fuerza intelectual si queremos decirlo así.
Como vemos las vías electorales parecen cada día ser menos convenientes al ideal de una imposición dignificante. Todo el juego electoral pareciera un divertimento donde precisamente no hay por ningún lado una propuesta donde aparezca la posibilidad de derrotar por completo este régimen de esclavitud voluntaria o no y se imponga bajo un plan bien descrito y pensado un nuevo orden dignificante. La fuerza para ello a parte de los núcleos de resistencia que aparecen desde los diversos actores del movimiento popular, no termina de acoplarse. Y es precisamente por ello que hemos propuesto a Maria Alejandra Díaz como madre y virtual candidata que sirva para este acoplamiento. Personaje que ha armado colectivamente un plan de derrota e imposición de un nuevo orden dignificante. Y tendrá que ser una iniciativa impositiva, no es una motivación donde solo se emplee la buena voluntad. De todas las formas habrá, en función de la felicidad de nuestro pueblo, que acumular las fuerzas necesarias e imponer un nuevo orden. Cada día nos convertimos en un pueblo mas pobre, emigrante y la pobreza por las consecuencias de ella misma evita, merma la fuerza necesaria para imponer la liberación necesaria. El espacio y el tiempo para ello se achica, mientras el régimen prepara las condiciones, en este caso electorales, para que se convierta en un imposible su derrota. Definitivamente los próximos meses estarán cargados de una tensión dura por quien impone su fuerza. Hasta cierto punto el gobierno en este aspecto esta perdido, su fuerza real a parte de lo que significa tener el poder de las armas consigo, es nula porque la inmensa mayoría del pueblo necesitado, de las clases subalternas francamente lo odia. Pero no así la fuerza manipuladora, la capacidad de división, represión y compra de toda oposición o fuerza autónoma que lo enfrente. Por ello la fuerza que acumulemos en los próximos meses tiene que ser no solo unitaria sino dispuesta por su propia capacidad creativa e ideológica, a estar dispuesta a imponer la configuración de un nuevo país que acabe con lo que ha destrozado este país. Si es necesario un gobierno paralelo con tal conciencia de lo que es el binomio natural de la fuerza y la imposición llamémosla productiva y justiciera, pues tendremos que construirlo siempre en la premisa de que no hay pueblo vencido.