Mi palabra

La corrupción una herencia criminal

"Servirse de un cargo público

para enriquecimiento personal

resulta no ya inmoral,

sino criminal y abominable."

CICERÓN

Lo único que no puedo creer sobre la corrupción, es cuando aparecen los adivinos, queriendo hacernos creer, que este cáncer de la sociedad venezolana comenzó, desde el mismo momento de asumir la presidencia Nicolás Maduro. Eso me hace recordar a un viejo sabio, a pesar de no haber asistido nunca a una escuela y todo lo que aprendió, se lo enseño el trajinar en el trabajo duro de la albañilería: Juan León Bazán, quien respondía con pocas palabras, pero muy certeras, cuando trataban de engañarlo o hacerle ver todo lo contrario de lo que estaba viendo ¡Te lo voy a creer para que no te pongas bravo! La mayoría de las veces, volteaba y se iba con una sonrisa pícara, como queriendo decir ¡Este, como que me vio la cara de pendejo!

A mis 73 años he oído hablar de corrupción, como si se tratara de cuentos infantiles y como todo va evolucionando en el camino de la dialéctica, nos conseguimos casos para presentarlos, como referencia para demostrar de donde viene este monstruo insaciable, capaz de tragar cantidades enormes de dinero, ya no, en bolívares, si no en la moneda que hace delirar a unos por necesidad y a otros, porque es su modo de vida, como es la corrupción; pero a nadie se le puede perdonar esa manera de obtener dinero y menos, cuando va en perjuicio de la gran mayoría de los venezolanos, como ha sucedido en nuestro país, desde la época de la independencia, hasta nuestros días.

En nuestra historia patria, encontramos hechos de corrupción, el cual no podemos obviar sin en verdad queremos sanear al país, como es el caso del prócer de la independencia José Antonio Páez, quien terminó despachándose y dándose los vueltos, como en un negocio de su propiedad. Este valiente guerrero a quien no se le pueden negar sus extraordinarios méritos en la guerra de independencia, presenta una página muy negra, cuando revisamos la procedencia de su enorme fortuna y como siempre pasa, quien pagaba los platos rotos, eran los propios soldados, porque los dejaba sin los viáticos. Todo esto lo traigo a colación, ya que, es el primer corrupto castigado en vida, al serle confiscado los bienes.

Nada de esto sirvió, desde esa época, hasta nuestros días y en la llamada era democrática –AD y COPEY– o IV República la corrupción inundó todos los estamentos del estado y rápido se enriquecían los dirigentes, que llegaban a ocupar cualquier cargo público. Eran amos y dueños del país, lo que provocó un descontento generalizado y la llegada al poder del comandante Chávez, no fue por suerte y menos por la cara bonita. Una de las consignas enarbolaba por demás llamativa: era una lucha frontal contra la corrupción, pero a medida que los adelantos tecnológicos se fueron desarrollando, parecen que despertaban la voracidad y facilidad de los corruptos, ya que, la cantidad de robos al erario del estado se hizo alarmante y por momentos increíbles. ¿Quién puede entender, que una enfermera se llevó 1200 millones de dólares, como si se tratara de un paquete de barajitas infantiles?

Ahora, cuando destapan una olla con bastante presión, con cifras millonarias en medio de una crisis económica, con la moneda venezolana desvalorizada precisamente por los efectos planificados del manejo criminal del dólar, aparecen los que por estar en contra del presidente Nicolás Maduro, niegan los efectos del bloqueo en todos los órdenes de la vida nacional y justifican su negación apoyados en los hechos de corrupción. Tanto el bloqueo, como la podredumbre, han hecho estragos en el mínimo rincón del país. El entramado de la corrupción, es, como el agua, entra y sale por cualquier parte, pero además se aprovecha de cualquier coyuntura para evadir la justicia y en muchos casos la misma oposición se convierte en su ala protectora, sin dejar a un lado el corretaje que se ha formado en muchos organismos del estado, donde a simple vista se ven los corruptos, ya que, el dinero, como la tos difícilmente se puede disimular.

En plena pandemia preguntaba en un artículo ¿Quién ha hecho más daño la pandemia, los corruptos o el autoproclamado? Y un amigo, respondió de manera airada ¡El combo completo! El gobierno ha enfrentado los tres problemas de manera sería, pero en el caso de la corrupción eso no basta, si no hay la voluntad suficiente, porque de lo contrario, como ha sucedido siempre todo queda en una euforia pasajera. El momento es propicio para desatar todas las amarras y sentar en el banquillo de los acusados a los que no pueden justificar inmensas fortunas ni siquiera con una pandilla de testaferros. La mayoría de los saqueadores del estado venezolano se encuentran en los Estados Unidos y los que no han alzado vuelo, seguro que están moviendo las alas. La tarea urgente es cortarles las alas, sin hacer mucha bulla.

 



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Narciso Torrealba


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