Del culto a Bolívar al culto a los superhéroes

En un artículo anterior ("It sucks") comentamos la evolución (o degradación) de los códigos simbólicos del gobierno. Cuando Chávez gobernaba, se trataba de reproducir lo que el destacado historiador Carrera Damas caracterizó como "el culto a Bolívar", una ideología como todas las que definía el marxismo (o sea, encubridora, justificadora de la dominación, mentirosa), aparecida con Guzmán Blanco, y aprovechada por Castro, Gómez, Betancourt, Pérez Jiménez, Carlos Andrés Pérez y demás, hasta, por lo menos, 2013, cuando otro culto fue adquiriendo relevancia: el culto a Chávez. Tanto uno como el otro fenómeno simbólico, consisten básicamente en convertir en dios a un hombre, más específicamente, a un líder, y adquiere factibilidad debido a un gran respeto o veneración ciertamente espontáneo en las masas populares. Por lo demás, hay muchos antecedentes, como bien lo documentan antropólogos e historiadores de las religiones. Por eso es que la hipótesis más verosímil es que los dioses de las diferentes mitologías fueron, alguna vez, grandes jefes o personalidades de gran significación para una comunidad. Un ejemplo es el caso de Jesús de Nazareth, de quien se han hecho investigaciones que revelan que, históricamente, fue un caudillo nacionalista judío que intentó rebelarse contra el imperio romano, como lo habían hecho muchos antes y después de él, y no una mansa paloma, sometido voluntariamente a una horrorosa muerte, por una complicada teoría teológica que desarrollaron más de un siglo después de su hipotética tortura.

Pero volviendo al tema, ha habido un giro en los códigos simbólicos del gobierno. El rostro de Bolívar fue reconstruido con métodos muy peculiares, que combinaban un aspecto tétrico y hasta "oscuro", que se prestaba a recordar a algunas variantes de la santería, como fue exhumar los restos del Libertador, y un aspecto de lo más futurista: la reconstrucción electrónica computarizada. El resultado negaba los rasgos que muchos pintores de la época habían reflejado del personaje. Pero lo más importante, fue que se repetía el esquema mítico y místico de Bolívar, con ecos de los remedos de oraciones católicas del poeta Neruda, quien se fusiló el "Padre Nuestro" para evocar al gran líder con palabras de aires rituales.

En los años inmediatamente posteriores a la muerte del "Comandante", las imágenes favoritas presentaban, o bien al líder en una foto en contrapicado, mirando a la lejanía en medio de una lluvia torrencial en ocasión a un recordado mitin, cuando ya se sabía de su cáncer, o bien los conocidos "ojitos" que sugerían que el líder nos veía con la omnisciencia y omnipresencia de cualquier dios que se respete.

Pero aparecieron el Drácula y el Superbigote, para marcar un total viraje en los códigos simbólicos oficiales. El primero, fusilado de un "stand comedy" de Emilio Lovera, quien hacía reír con aquel carro del vampiro legendario causa del terror del malandro. De hecho, Lovera en alguna entrevista se quejaba de que nunca el gobernador de Carabobo le había pagado el derecho de autor. El Superbigote, es una evidente réplica de Superman, sin el ingenio del Chespirito del "Chapulín Colorado", cuya musculosa figura, su capa y sus interiores por fuera de las licras, no son advertidos por los decoloniales que de vez en cuando vienen al país, con gastos cubiertos por dinero oficial, para hablar de la colonialidad del Ser, del Conocer, etc. Grosfoguel en este sentido es el máximo exponente de esta nueva colonialidad de la adulancia.

Hace unos días, las redes replicaron un video presentado, presuntamente, en la inauguración de una instalación deportiva en Carabobo. En una primera toma, la cámara, morosa, se regodea mostrando lentamente, desde las botas, pasando por unas piernas de exagerados muslos con lo que parecen unas cartucheras, hasta llegar a un torso musculoso estilo Schwarzenegger, al conocido Drácula. De pronto, unos pasos se aproximan. De nuevo la cámara se extasía (¿el camarógrafo se babea?) con las piernas llenas de músculos a reventar de un Superbigote trastocado en Iron Man: el superhéroe que luce una armadura. De pronto, el "Avenger" señala al cielo. De allí cae "Falcón" el "Vengador" con alas, que cae en el suelo con el característico estilo y estruendo que comparte con Thor y Black Widow. Pero no: la cara es la del Chávez de 1992. El nuevo superhéroe mira de nuevo hacia las nubes de donde cae un ser semejante de alas y blindada figura musculosa, con la cara de Maradona. Seguidamente, Superbigote hace una respetuosa reverencia al primer Falcon con cara de Chávez 1992. Extrañamente, su compañero vampiro vacila por dos segundos, pero igual saluda ceremoniosamente, a un asentimiento del superpoderoso de la boina.

Entonces, sale una pelota. Superbigote se lo lanza a Drácula, quien hace un movimiento gimnástico, que pasa la esférica al Falcon con cara de Chávez 1992, quien también da una vuelta en el aire, y le pasa la pelota al Maradona superpoderoso. Este último muestra la mano y con ella le hace gol a Superbigote y Drácula. O sea, que Maradona sí metió gol con la mano, o sea que violó las reglas del juego; ósea, que ese gol fue fraudulento y, por tanto, Maradona lo fue. Pero esto lo veo yo así. Nada más. En el cierre del video, los dos Falcon vuelan nuevamente, como cohetes a las nubes, y se convierte, cada uno, en una especie de platillo volador, una luz que se aleja en las nubes.

¿Qué significa este cambio de códigos simbólicos? Es un cambio de seña, evidentemente. Más allá de que se niega toda una simbología más adecuada al pasado discurso socialista, revolucionario o siquiera popular, en clave reivindicativo; se entra en una nueva forma de alimentar el culto a la personalidad de los líderes, ya no en referencia a un proyecto político, sino a unos supuestos superpoderes de esos líderes que vuelan a velocidades supersónicas y visten con unas armaduras supersofisticadas sus ultramusculosos cuerpo. Es obvio que es una estética de Comic de la industria cultural norteamericana. La política se convirtió en el espectáculo de un mundo fantástico creado por Marvel y DC. No es para nada algo relacionado con aquella frase del socialismo, democracia participativa y cuantas consignas a las que se le huye como a la kriptonita; quizás porque siempre fueron ilusiones, si no simple demagogia.

Y mientras tanto, las negociaciones llegan a un fondo HUMANITARIO para solventar algunos problemas de un país que ya es reconocido como el más desigual de América Latina, y más pobre que los otrora reconocidos maltratados países pobres africanos. Mientras tanto, Biden logra, en función de evitar aumentos inoportunos de la gasolina en su país y poder posicionarse mejor en las elecciones de su país, disponer del petróleo venezolano mediante un acuerdo que viola todas las leyes, empezando por la Orgánica de Hidrocarburos, facilitada por una Ley Antibloqueo que ha sustituido la Constitución. En fin: una apariencia de superhéroes de comic distrae la atención de muchas cosas, empezando por la devaluación y la inflación que nuevamente amenaza con más hambre y pobreza.

Por cierto: si ya se está "suavizando" el supuesto bloqueo, ¿no viene siendo la hora de derogar la "Ley Antibloqueo" y restituir la Constitución Nacional? Pero no creamos que esto lo lograrán los superhéroes. Sólo la lucha popular lo conseguirá.



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Jesús Puerta


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