La descorrupción de la cultura

No me apretéis, que diré lo que oír no queréis.
En pleno apogeo, crecimiento y desarrollo de los trastornos snobistas del
hombre, vivimos. Omnipotencia, grandiosidad, exhibicionismo, problema de
identidad, destructividad, violencia, corrupción, promiscuidad, perversiones
sexuales, consumo de drogas, depresión, alcoholismo, vacío, vagancia y
aburrimiento, síntomas extraordinarios en eso que se suele llamar cambios
espectaculares de la sociedad modernizada, la cual ha implementado una
estructuración de fuerza y poder que enferman las mentes.

La cultura del mundo es una maraña contextuada de conflictos que utilizados
de la forma como se esta haciendo, no existe la menor duda, es una línea
para la dominación. De ahí que se nombren como gérmenes de lo que pudiésemos determinar como una contracultura, desperdiciada, debilucha y perjudicial, llenas de adherencias espurias del suelo social y cultural en cuyo seno se engendran. Observamos hoy como los portadores de esa cultura dominante, desafían, no solo el nivel del poder político, económico, sino también en su modo mismo de ser hombres, quienes reaccionan o mejor dicho responden a esa utilización que nos deshumaniza, pero que a la vez produce beneficio a un sector, porque su comercialización, su banalización y caricaturización, sustituye la libertad cultural genuina, reemplazándola por ese snobismo desordenado, narcisista, inestable, creador de símbolos totalmente
contrarios a la verdad social humana.

Es para asustarse, la cultura del mundo esta en manos de lo que muchos ya
han comenzado a llamar como un gran poder: homosexuales, lesbianismo y
drogómanos, en este sentido me refiero a esa cultura elitesca o clasista de
los sistemas de hoy, inyectados y engendrados por el imperio, en su nefasta
globacorrupción. Las artes están invadidas: Cine, teatro, ballet, danza,
televisión, plástica, literatura, etc., en su gran mayoría está en manos de
individuos “escoñetados” mentalmente, que amontonados padecen la
esquizofrenia del snobismo de una sociedad consumista. Tuve la oportunidad
de trabajar en una Fundación Cultural, dedicada al teatro, el cine y a la
televisión, allí presencie hechos tan bochornosos con los jóvenes talentos
artísticos del país, como el sometimiento a operaciones denigrantes por
quienes manejaban la dirección artística. Jóvenes sanos, que para poder
trabajar, se sometían a vejámenes, la droga, la mariconeria, el lesbianismo,
la prostitución, principales elementos utilizados por quienes hacían alarde
de ser talentos nacionales. En muchas oportunidades hable con estos señores
advirtiéndoles la degeneración pervertida que hacían, la mayoría lo negaban,
pero sus practicas los denunciaban, algunos llegaron a decirme que era la
herencia de los tiempos, otros porque se trataba de una verdadera libertad
humana. Cuando les decía que confundían la libertad con el libertinaje, me
calificaban de “conservador”, de “guevon” de no estar en nada, y que para
poder ser “alguien” esto era una ley en el teatro, en la televisión y en el
cine.

La cultura que educa, que forma conciencia, que tiene el mensaje, esta
manejada en su mayoría, religiosamente, por esta partida de Nerones y
Caligulas. Una especie de vocación degenerativa se ha apoderado de la
aberración para convertirla en autoridad participativa de una sociedad que
se debate en la soberbia narcisista.

La llamada “libertad” parece haber perdido toda noción de sensatez, adolece
de la mas elemental concepción etica y padece de una inexplicable falta de
vision que impide ver su progresivo desmoronamiento, no se pueden ocultar
los abusos porque de la “libertad” nos hemos agarrado para enrollarnos, mal
entenderla y exagerarla enfatizándola en una potencia de traumas, tanto así,
que ya no somos personas, somos objetos de emociones y fantasías, viviendo
en búsqueda de abstracciones, de apariencias, mezcla de enfermedad sexual y
estupidez crónica.

Un despliegue de aparentes derroches mediatizados por los bienes de consumo
viven en función para dominar, no olvidemos que la invasión y penetración de
la nación mas poderosa de la tierra, no es solo territorial, da lo mismo
ocuparlo culturalmente y convertirlo en mercado consumista, pues es todo
cuanto interesa. Hoy la homosexualidad en si misma ha dejado de considerarse
enfermedad, se trata de un modismo del mundo moderno y que nos ha llegado
importado del Gran Imperio Libre. Basándome en los procederes y hechos que
he observado simplemente como espectador y analista, se trata de un
trastorno lleno de complejos donde se toman ideologías seudo emotivas de
conducta, donde hay toda carencia de razón humana, donde se buscan
conflictos contra los verdaderos sentimientos de la vida. Creo que el
homosexual es un masoquista inmoral del modernismo, donde la equivocación se toma como ciencia y se le da todos los caracteres de amparo para que se
legalice social y democráticamente en el mundo. El sexo y la violencia han
suplantado al amor y la acción constructiva, por ser mercancía vendible, al
igual que la pornografía. Todas están necesidades no pueden jamás servir
para el desarrollo humano del hombre, tenemos que estar claros, un planeta
lleno de drogómanos, maricos, gays, lesbianas, no tendrá futuro, porque no
producirá sino enajenados con poder inhumano. Es necesaria la descorrupción
de la cultura y eso se logrará replanteándose la moral, la autoridad en la
familia y volviendo a crear la ley donde se respete al educador, ahora que
hablamos de socialismo de verdad con sentido humano, lo primero que hay que
hacer es una revisión a nuestra sociedad y a ponerle orden en esos apetitos
que desgraciadamente mantienen los gringos con su aborrecible mercado de
horrores.


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Victor J. Rodriguez Calderon


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