Conversaciones con el barbero

"No existe nada más peligroso en el mundo, que conversar con un barbero con una navaja en su mano y además bien informado".

José Palencia C.

Debo iniciar este artículo, pidiendo disculpas a mis amables lectores, por haberme tomado la licencia de obviar escribir mi acostumbrada columna de la quincena anterior, para lo cual debo decirles que lo hice de manera exprofeso, puesto que de cara al proceso electoral que teníamos pautado como sociedad para el 21 de noviembre próximo pasado, estuve tentado a emitir opiniones personales que de alguna manera llevarían a la controversia con una parte de los mismos, y considero que cada uno de ustedes tiene un criterio político con bases firmes en sus conocimientos y experiencias como yo, que merecen ser respetadas por lo respetable.

También debo confesarles que, hasta el día de ayer no tenía una idea bien definida de lo que escribiría, considerando la utilidad del propósito del mismo. Todo esto quedo completamente zanjado cuando tuve que comparecer a mi cita inevitable del destino con mi barbero.

El personaje se llama Eduardo, es un muchacho que no supera los treinta años, viste de manera impecable, de buen trato y muy jovial, pero además es ingeniero de profesión por lo cual le hice la pregunta de rigor. – Porque te dedicas al oficio de barbero. - Por la situación país me respondió sin dudar. Además agrego, con este oficio gano en promedio diario unos diez dólares, lo que representa unos trescientos dólares mensuales que sirven para cubrir mis necesidades más básicas para mí y mi familia, cosa muy difícil de encontrar en el mercado laboral hoy en Venezuela ejerciendo como ingeniero.

Este oficio es interesante agrego, creo que es más económico que la silla de un siquiatra, porque las personas vienen acá a cortarse el cabello, y también a hablar de sus necesidades, problemas o expectativas existentes. Lo que me permite estar enterado de los acontecimientos en tiempo real y como se van desarrollando, evitando de esa manera las deformaciones interesadas expuestas en los grandes medios de comunicación. Cada quien habla desde su perspectiva de un mismo acontecimiento. Un buen ejemplo son las elecciones, me dijo, todos tienen razón en sus explicaciones, sin embargo, todos terminan culpando a otro de todo. Nadie esta dispuesto a admitir que se equivocó, y esta situación se replica en la dirigencia política nacional. Es inconcebible el numero de interpretaciones que hay que padecer anta tanta falta de carácter.

El filo de la navaja se iba poniendo como más frio, y la presión sobre mi cuello era la adecuada para sentir la suavidad del arte de afeitar en las manos diestras y firmes de aquel venezolano de a pie.

No se diga de los aspectos morales o éticos, es una calamidad insoportable. Lo dijo desde el alma. El que gano y que estaba, promete que va a arreglar con eficiencia lo que antes no hizo. El que viene llegando arremete contra las instituciones o inclusive funcionarios de su misma causa política, pero que de alguna manera considera no conveniente, sin importar que su desempeño fuera excelente. El que se postulo y compitió, no estaba facultado para hacerlo. Pero antes se presenta la controversia si gano o perdió. Así es imposible que logremos construir la Venezuela grande que necesitamos todos para todos.

Luego de esta interesante reflexión, pude inferir que el arte del oficio de barbero te hace adquirir conocimientos interesantes. Este barbero, además ingeniero de profesión en treinta minutos analizó aspectos económicos, sociales, morales y éticos de un país, con una profundidad que solo da el estar en contacto permanente con la ciudadanía, lo que me llevo a pensar sugerir a la dirigencia nacional que tengan con mas frecuencia conversaciones con sus barberos mientras les tienen la navaja en el cuello. Ya casi al finalizar de dar las ultimas pasadas en mi escasa barba, y en un gran esfuerzo de valentía y coraje me atreví a preguntarle al señor barbero:

¿Y qué opinas tú de los poetas Eduardo?

Los poetas señor Palencia se apresuro a decir, son inofensivos.

Recuerden que ser felices es gratis.

Paz y bien.



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José Gregorio Palencia Colmenares

Escritor, poeta, conferencista y articulista de medios

 vpfegaven@gmail.com

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