Docencia Amena

Álex Saab y el enfoque del discurso manipulador creyendo que todos vestiremos de anaranjado

El hecho que estemos ante un suceso noticioso y lo percibamos en primera línea no nos hace en estos tiempos ser portadores plenamente de una verdad. Desde distintos lugares viaja la duda por las redes o cualquier tipo de medio de información de masas. El criterio propio se desinfla ante tanta propaganda con intenciones de ocultar una información incómoda. El nihilismo entre quienes llevan la voz cantante se adorna de frases y retórica. Los argumentos a veces sobran y la falacia cubre todo como si se tratase de una nube negra. De este modo noticias, artículos de opinión, reportajes, entrevistas, editoriales y otros géneros periodísticos pierden veracidad por simplemente atraer un determinado público y mantenerlo encantado.

A cuántas personas por el caso del empresario colombiano Álex Saab, desde que se conoce su encarcelamiento en Cabo Verde y ahora sometido a juicio en un tribunal de Miami, le venimos escuchando en sitios públicos celebran de antemano una posible caída del gobierno y la captura in situ de todos sus integrantes o en su defecto relacionados al presidente Maduro y el chavismo creyendo se vestirán de anaranjado. ¡De película!

Sobre este primer punto con el cual abrimos el Discurso Periodístico tomamos como referencia el siguiente contenido que se basa en la directriz de Stuart Mill al decir que "la teoría de la argumentación, para ser completa, debe comprender tanto la teoría de la mala argumentación, como la teoría de la buena". Hoy conocemos posturas aún más fuertes en este sentido: hay quienes creen que la teoría de la mala argumentación es un corolario de la teoría de la buena, en razón de que el mal argumento no es sino aquel que no cumple alguna de las condiciones o viola alguna de las reglas que definen el bueno.

Pues bien, los casos que suelen considerarse más característicos e instructivos de malos argumentos son precisamente las falacias. Por ejemplo, según un exitoso manual de Edward Damer, "una falacia es una violación de uno de los criterios del buen argumento". En esta línea es tentador suponer que sería fácil contar con una teoría de las sombras, una teoría de la argumentación mala o falaz, como contrapartida de una teoría de la luz, una teoría de la argumentación buena o correcta. Sin embargo, la constatación de Hamblin (1970), en el que se considera el libro fundacional del estudio moderno de las falacias, viene a ser un jarro de agua fría: "La verdad es que nadie, en estos días, está especialmente satisfecho de este rincón de la lógica... No tenemos en absoluto una teoría de las falacias en el sentido en que tenemos teorías del razonamiento o de la inferencia correcta" (Fallacies, Newport News (VA): Vale Press, 2004. Esta declaración todavía no se ha visto desmentida en la actualidad, así que las esperanzas de obtener a contraluz de las lógicas sistemáticas del argumento válido una teoría de la falacia parecen fallidas. El punto se agudiza si reparamos en que las falacias han sido desde antiguo, desde el apéndice "Sobre las refutaciones sofísticas de los Tópicos de Aristóteles" (s. IV a.n.e.), los malos argumentos más estudiados. De manera que, en suma, no deja de ser un hecho curioso, tan llamativo como frustrante, que todavía hoy, veinticinco siglos después del inaugural ensayo aristotélico, sigamos sin tener una teoría cabal de las falacias.

-¿Qué es el razonamiento?

En este estudio del campo de la comunicación nos sometemos al término métodos de razonamiento, pues hace referencia a un número determinado de formas, por medio de las cuales, es posible utilizar efectivamente la facultad humana que permite resolver problemas. Según las características de los problemas a resolver, el pensamiento opera de forma distinta al momento de razonar; por eso es importante que (al menos los estudiantes y los profesionales en cualquier área del conocimiento) aprendan a identificar las formas correctas que se deben emplear, en cada situación específica, para lograr una resolución efectiva del problema que se pueda plantear, y así, poder desarrollar y mejorar sus capacidades intelectuales.

-¿Qué son premisas o inferencias?

Un elemento importante a tomar en cuenta es que cuando creemos preciso incluir como integrante, en todos los casos, del proceder científico, es el uso sistémico de las premisas, o razonamiento deductivo. Inferir significa sacar consecuencias de un principio o supuesto, de modo tal que dichas conclusiones deban ser asumidas como válidas si el principio también lo es.

-¿Qué es una conclusión?

El razonamiento deductivo o deducción es un argumento donde la conclusión se infiere necesariamente de las premisas. Es una consecuencia. ​Tradicionalmente se consideraba, y en muchos casos todavía se considera, que la deducción es un método de razonamiento "top-down", o que "va de lo general a lo particular". Esto, en oposición a la inducción, que sería un método "bottom-up" o que "va de lo particular a lo general".

En su definición lógica formal, una deducción es una secuencia finita de fórmulas, de las cuales la última es designada como la conclusión (la conclusión de la deducción), y todas las fórmulas en la secuencia son, o bien axiomas, o bien premisas, o bien inferencias directas a partir de fórmulas previas en la secuencia por medio de reglas de inferencia. En resumen es comprender/entender (deducir) algo con base en un argumento.

Un razonamiento deductivo es "mediato" porque se efectúa siguiendo una serie de "pasos lógicos". Estos razonamientos deductivos, nos permiten referir los objetos o fenómenos estudiados a las leyes que los rigen; de igual manera, permiten descubrir una consecuencia desconocida, a partir de un principio conocido. Estos principios se consideran como premisas.

Método inductivo

El razonamiento inductivo o inducción es una forma de razonamiento en que la verdad de las premisas apoyan la conclusión, pero no la garantizan. Un ejemplo clásico de razonamiento inductivo es:

  1. Todos los cuervos observados hasta el momento han sido negros

  2. Por lo tanto, todos los cuervos son negros

En principio, podría ser que el próximo cuervo que se observe no sea negro. En contraste a los razonamientos deductivos, los razonamientos inductivos tienen la ventaja de ser ampliativos, es decir que la conclusión contiene más información de la que hay contenida en las premisas. Dada su naturaleza ampliativa, los razonamientos inductivos son muy útiles y frecuentes en la ciencia y en la vida cotidiana. Sin embargo, dada su naturaleza falible, su justificación resulta problemática. ¿Cuándo estamos justificados en realizar una inferencia inductiva, y concluir, por ejemplo, que todos los cuervos son negros a partir de una muestra limitada de ellos? ¿Qué distingue a un buen argumento inductivo de uno malo? Estos y otros problemas relacionados dan lugar al problema de la inducción, cuya vigencia e importancia continúa desde hace siglos.

La lógica inductiva estudia las maneras de medir la probabilidad de que una conclusión sea verdadera, así como las reglas para construir argumentos inductivos fuertes. A diferencia de los razonamientos deductivos, en los razonamientos inductivos no existe acuerdo sobre cuándo considerar un argumento como válido. De este modo, se hace uso de la noción de "fuerza inductiva" que hace referencia al grado de probabilidad de que una conclusión sea verdadera cuando sus premisas son verdaderas. Así, un argumento inductivo es fuerte cuando es altamente improbable que su conclusión sea falsa si las premisas son verdaderas.

Método Abductivo

La abducción es uno de los tres tipos canónicos de razonamiento propuestos por Aristóteles. La característica de la abducción es partir de lo indefinido para llegar al universal como premisa. Charles Peirce trabaja luego la abducción como la retroducción o inferencia abductiva. Dirá que esta toma como punto de partida a los hechos para formular hipótesis que expliquen los fenómenos. La estructura de este método resulta útil en la práctica clínica, dado que en el proceso terapéutico de orientación analítica se apuesta por la singularidad del sujeto. El método abductivo considera los indicios como punto de partida, lo que corresponde a unos de los tres principios de la clínica psicoanalítica: La precisión de los detalles, la ignorancia docta y la enunciación del sujeto.

Enunciados

a) Enunciados empíricos básicos: se refieren a un caso de estudio independientemente de si esa relación pudiera ser o no generalizable a un número mayor de casos. Por ejemplo, la tasa de nacimientos en la ciudad A fue mayor que la de la ciudad B en 1998.

b) Generalizaciones empíricas: a diferencia de la anterior, generalizan las relaciones empíricas observadas a la clase. Por ejemplo, la tasa de crecimiento poblacional de los países subdesarrollados es mayor a la de los países desarrollados.

c) Enunciados teóricos con base empírica: formula una explicación de la relación existente entre dos o más factores empíricamente observados. Por ejemplo, la mayor tasa de crecimiento de los países subdesarrollados se explica en su mayor pobreza y menor educación.

d) Enunciados teóricos con base teórica: no se apoyan en una base empírica y generalizan a un nivel más abstracto y más general. Por ejemplo, el crecimiento exponencial de la especie humana deberá dar paso a una fuerte caída de la misma por agotamiento de recursos, guerras por competencia o por mayor incidencia de enfermedades.

e) Enunciados teóricos generales: son los postulados más generales que maneja una teoría y de ellos se desprenden desde un punto abstracto y general los diversos tipos de enunciados. Tienen una fuerte connotación epistemológica ya que entrañan la aceptación de supuestos más generales que suelen pertenecer al campo de la filosofía de la ciencia y de la filosofía propiamente. Por ejemplo, ninguna especie puede crecer en forma exponencial por tiempo indefinido.

De este modo podemos comprender las bases de una noticia que ciertamente impacta, especialmente en un país donde el tema político se desarrolla en medio de una polarización de años entre gobierno y oposición y cuya agenda per se repercute en lo económico y social, pues al tratarse de un hombre de negocios ligado a la administración del presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro, el interés despertado en la opinión pública nacional e internacional es que se trata de un testaferro del régimen y que su delito es el lavado de dinero.

Las argumentaciones varían, pues éstas sobran o faltan. El discurso manipulador copa la escena y se vuelve arma de doble filo. Fluyen las premisas, los medios de comunicación activan sus operadores más disímiles con tal confundir y crear efectos dominó en breve lapso de tiempo dada la proximidad de un evento de tal trascendencia como lo son unas elecciones para gobernadores y alcaldes en la que se permitirá nuevamente medir fuerzas antagónicas camino a unas presidenciales porque lo que interesa realmente es la silla del poder central.

Es, pues, la hora de los razonamientos. La del uno y la del otro. Muchos terminan decantándose por lo que quiero oír y ver y no hay chance para el razonamiento. Los programas de opinión cobran protagonismos y se multiplican como los contagios del covid 19 con tal introducir el virus mental de la enajenación.

Ciertamente, el caso de ese juicio en La Florida, tratándose de un diplomático nuestro, nombrado recientemente por el gobierno del presidente Maduro es un ejemplo a seguir por generar tanta confusión y no comprenderse en su justa dimensión por quienes apoyan o adversan la causa revolucionaria y, todo esto, implica en intereses manejados habilidosamente por sus principales ejecutores a los que pocos les importa valerse de las falacias o nadar en un discurso totalmente manipulador.



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Brígido Daniel Torrealba


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