Que ya los capitalistas estan bien unidos para joderos

PROLETARIOS DEL MUNDO ¡UNIOS!,

Nota de Aporrea: (*) Palabras pronunciadas el 01 de mayo de 2003, en representación de Clase Media en Positivo y del Frente Médico Bolivariano por la Vida y la Salud. En el acto realizado por la Coordinadora de Defensa de la Revolución, Nuestra América, Opción de Izquierda Revolucionaria, JVR, Utopía e independientes en la Plaza Bolívar de Mérida





El movimiento obrero venezolano del siglo XXI agoniza. Le aquejan graves dolencias. Unas son las mismas que afectan a todos los trabajadores del mundo; otras en cambio, son más específicas y provienen del proceso histórico denominado “período de la IV República”. Veamos.

El derrumbe del eje socialista que encabezaba la Unión Soviética, y el consecuente debilitamiento de los partidos y agrupaciones de izquierda de todo el mundo, hirieron mortalmente al movimiento sindical. Al fin y al cabo, el anarquismo, el social-comunismo y el sindicalismo revolucionario siempre compartieron el frente de batalla contra un enemigo común, ya que todos perseguían abolir el sistema económico impuesto por la burguesía. Sin embargo, grandes diferencias existen en estas tres corrientes. Mientras el socialismo aspira a la propiedad colectiva de los medios de producción y al fortalecimiento del Estado como instrumento temporal para asegurar este fin, el anarquismo se opone a toda forma de propiedad y persigue la disolución del Estado; en cambio, el sindicalismo preconiza que la propiedad pertenece a los trabajadores organizados y tampoco ve con buenos ojos al Estado. De manera que la unión de las corrientes de izquierda, más que ideológica, surgía del reconocimiento de un enemigo común.

La izquierda fraccionada y debilitada por sus contradicciones internas y por el fracaso de su realización política en la Europa del Este, restó vigencia al llamado de aquella consigna marxista que decía: “proletarios de todos los países, ¡Unios!” . Se perdió así el impulso y la fuerza inicial de la II Internacional Socialista que en 1889, unificó las luchas de los trabajadores por la jornada laboral de 8 horas diarias, luchas que costaron tantas vidas de obreros y sindicalistas a manos del brazo armado del Capital.

Pero si los proletarios del mundo no acataron el llamado a la unión, los capitalistas sí lo hicieron. Hoy día, el proceso de monopolización de la economía mundial es galopante, tan sólo unas 200 empresas manejan la mayor parte de la actividad económica del planeta. Así pues, el gran capital mundial sí hizo efectiva su consigna: Capitalistas del mundo, ¡Unios!. Un mundo globalizado para el capital y atomizado para las fuerzas revolucionarias.

Fue precisamente el debilitamiento del pensamiento de izquierda –llámese socialismo, comunismo, anarquismo o sindicalismo- uno de los factores que más contribuyó a endiosar al Gran Capital, el cual dispone hoy de un insuperable poderío militar, de un sofisticado aparato de penetración ideológica y de una compleja red de espionaje y terrorismo, cabezas de un Leviatán que en conjunto accionan para disuadir, aplastar y exterminar a cualquier enemigo probable o real. Frente a este monstruo omnipresente y omnímodo, el movimiento sindical actual es sólo un juego de niños.

Otros factores dividen al movimiento laboral mundial. Las luchas sindicales suscitadas a partir del 1800 devinieron en importantes reivindicaciones laborales para los trabajadores del Primer Mundo, trayéndoles bienestar y prosperidad. Ese bienestar y el depauperado pensamiento de izquierda, conllevaron a la progresiva pacificación y conformismo del movimiento sindical en los países ricos.

Pero no hay que olvidar, que la acumulación de capital es posible gracias a las ganancias que los capitalistas obtienen al apropiarse del trabajo que no es pagado a los empleados y obreros, es decir, gracias a la plusvalía. El Capitalismo Industrial del Primer Mundo tiene que fijar sus tentáculos de explotación en los trabajadores para poder sobrevivir; no pudiendo hacerlo con facilidad en su clase trabajadora nacional, desplazó el foco de explotación fuera de sus fronteras, a los países colonizados del Tercer Mundo. Hoy día, un siglo después de aquellas luchas del mes de mayo en Chicago, más de 100 millones de seres humanos, mayoritariamente niños y mujeres, continúan trabajando en condiciones mucho más deplorables que aquellas del Chicago de 1886. Estos trabajadores tercermundistas, prácticamente esclavizados, no cuentan con una Internacional Socialista que les agrupe y defienda. Para ellos no existe esperanza en un mundo donde el proletariado perdió su identidad de clase y por consiguiente su capacidad de unión.

Pero, decía al principio, que además de la hegemonía del Gran Capital Internacional sobre el caquéctico y disgregado movimiento sindical mundial, el sindicalismo venezolano también agoniza por factores inherentes a nuestro proceso histórico nacional.

Primero, debemos reconocer que en Venezuela nunca se desarrolló un significativo aparato industrial. Salvo los pocos trabajadores empleados en las industrias petrolera y siderúrgica, la mayor parte de la fuerza laboral se concentra en el sector comercial y de servicios y en la economía informal. Estos sectores, por su atomización y muy variadas características, no son favorables para la formación de sindicatos y federaciones. El movimiento laboral en Venezuela debe tomar en cuenta esta debilidad y enfocar su atención en sindicalizar a los trabajadores informales y a los empleados del sector comercial privado.

En segundo lugar, conviene recordar que la IV República instituyó en Venezuela un vasto sistema de clientelismo político y de corrupción que minó las bases del movimiento sindical en todo el país. Los sindicatos y centrales de trabajadores se convirtieron en cotos de caza y en agencias de empleo para que Acción Democrática y COPEI se afianzaran en el poder con el fin de seguir los mandatos del sector empresarial. Poco a poco, los dirigentes sindicales y una porción nada despreciable de la masa de trabajadores, fueron desarraigándose de sus orígenes proletarios para convertirse en serviles mandaderos y en secuaces de sus patrones. El Clientelismo Político y el enorme sistema de corrupción penetraron progresivamente en todos los estratos de la sociedad venezolana degradando sus valores y enalteciendo el vasallaje. Ese fue el útero donde se gestó el ejército de hampones y canallas que representan Carlos Ortega y su camarilla, viles bufones de la corte empresarial que lamen la mano de sus amos al tiempo que reniegan y manipulan a la base trabajadora que les eligió.

¿Cuál es, pues, el porvenir del movimiento sindical venezolano?. La respuesta puede que esté en los sucesos de aquel célebre Mayo de 1886: Durante una manifestación pacífica frente a la fábrica de máquinas Mc Cormick, los esbirros de los capitalistas dispararon contra los obreros matando a cinco e hiriendo a cincuenta. En protesta, se convocó a una nueva manifestación, esta vez se reunieron 15.000 trabajadores. Nuevamente, los esbirros atacaron a los manifestantes y en la refriega una bomba es lanzada contra la policía causando la muerte de dos agentes y de decenas de obreros. Los líderes de la manifestación son apresados y se les sigue un proceso en el que jueces y jurado eran adictos a los patronos. Seis meses más tarde, siendo inocentes, los líderes fueron colgados. Uno de los jurados, al objetársele el viciado procedimiento legal, dijo: “Igual los colgaremos. Son hombres demasiado sacrificados, demasiado inteligentes y demasiado peligrosos para nuestros privilegios”.

El porvenir del movimiento sindical en Venezuela está en esa clase de hombres. En trabajadores que recuerden y practiquen la consigna de los obreros de Chicago: “ocho horas de trabajo, ocho horas de estudio y organización, ocho horas de descanso y recreación”. El futuro de los trabajadores venezolanos está en la unión y en la diáfana definición de metas, hoy una de esas metas es consolidar la Unión Nacional de Trabajadores y vencer a los forajidos que se adueñaron de la Central de Trabajadores de Venezuela.

La V República, esperanza del actual sindicalismo, ha vencido en siete elecciones, ha salido victoriosa de Golpes de Estado y ha superado el magno terrorismo petrolero, de todas esas luchas ha salido fortalecida. Pero la principal batalla, la más dura y difícil, apenas comienza a librarse. Es la batalla de las ideas, la conquista de los corazones, para que finalmente la IV República sea derrotada en los corazones de los venezolanos.


Culmino estas palabras recordando a los trabajadores que me escuchan, un poema de Bertolt Brecht, poeta alemán de los obreros de ayer, de hoy y de siempre:

“Hambriento, ¿quién te alimentará?
Si quieres conseguir algún pan,
¡ven con nosotros que pasamos hambre!,
Déjanos mostrarte el camino.
Hambrientos te alimentarán.

Ninguno o todos.
Todo o Nada.
Uno solo no puede salvarse
Armas o cadenas
Ninguno o todos. Todo o Nada”.

¡VIVA LA UNION NACIONAL DE TRABAJADORES DE VENEZUELA!





Esta nota ha sido leída aproximadamente 2906 veces.



Akbar Fuenmayor (*)

Médico Pediatra


Visite el perfil de Akbar Fuenmayor para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter



Akbar Fuenmayor

Akbar Fuenmayor

Más artículos de este autor


Notas relacionadas