El problema de los "chamitos pasa tarjetas" en los puntos de ventas venezolanos

Si diariamente muchísimos adultos venezolanos, se equivocan al momento de manipular el punto de venta en sus locales comerciales, pues imaginen la gran equivocación que representa permitir que un niño venezolano, utilice el punto de venta y pase las tarjetas de débitos, en los locales comerciales de sus padres.

Cuando hay dinero de por medio, la sociedad venezolana es bestia de la selva.

Ojalá y los niños venezolanos se equivocaran, olvidando poner un cero en el teclado numérico del punto de venta, pero generalmente, los niños venezolanos se equivocan poniendo un cero de más en el teclado numérico del punto de venta, y ya ustedes se imaginan la gran arrechera, el malestar y el escándalo que generan los clientes dentro del local venezolano, después del pequeñísimo gran descuido ocasionado por las inexpertas manos del niño venezolano, quien por ser usado irresponsablemente como chamito pasa tarjetas, pues terminó recibiendo insultos, reclamos, y amenazas por parte del encolerizado cliente.

¿Acaso los puntos de ventas son juguetes?

Por ser usados como niños pasa tarjetas en los puntos de ventas de los locales comerciales venezolanos, los niños venezolanos terminan recibiendo la grosería, la vulgaridad, y la rabia verbalizada por el enojado comprador, quien después de sentirse estafado tras ver el costoso ticket de la transacción, pues también se olvida que el niño es simplemente un niño, y no se mide en ofensas e improperios en contra del carajito.

La culpa no es del niño, incluso, la culpa tampoco es del cliente, la culpa realmente proviene de todos los irresponsables padres venezolanos, que permiten que sus hijos pasen las tarjetas de débitos en los puntos de ventas de sus negocios, como si sus pequeños hijitos fueran licenciados en administración de empresas, como si sus pequeños hijitos fueran los mejores matemáticos rusos del siglo XXI, y como si sus pequeños hijitos fueran los hijos de Leví.

Aunque generalmente los niños venezolanos que son usados como chamitos pasa tarjetas, no saben de qué color es el caballo blanco de Simón Bolívar, y pese a que los chamitos pasa tarjetas no saben ni leer el periódico ni escribir el abecedario, pues ya los padres usan a sus niños como chamitos pasa tarjetas, para que cobren las mercancías con los puntos de ventas.

Los padres usan a sus hijos como chamitos pasa tarjetas en los puntos de ventas de sus negocios, pensando que sus hijos se van a "entretener" con el uso de la tecnología bancaria en línea, así como también, para que sus hijos no se aburran durante el horario laboral que los adultos cumplen, para no dejarlos solos en la casa viendo televisión todo el día, y hasta para que empiecen a desarrollar el sentido de la responsabilidad con un oficio, pero los padres no se dan cuenta que son ellos quienes pecan de irresponsables, al permitir que sus hijos manipulen tecnologías creadas solo para los adultos.

El punto de venta no es un videojuego de la Nintendo, el punto de venta no es un control de la PlayStation, el punto de venta no es un accesorio de la Xbox.

Muchos padres venezolanos sobreestiman la inteligencia de sus hijos, y por eso permiten que el niño sea un chamito pasa tarjetas en el punto de venta, pero cuando los niños terminan comportándose como niños y se equivocan por la inexperiencia, pues la tremenda arrechera que sufren y que expresan libremente los clientes y consumidores, muchas veces generan traumas emocionales en la vida de los jovencitos, lo cual afecta el desarrollo intelectual y destruye el sano crecimiento de los niños venezolanos, quienes terminan siendo psicológicamente abusados en los comercios venezolanos, por culpa de que sus padres los exponen a la hostilidad laboral del comercio de la calle.

Los padres venezolanos que ejercen los roles de comerciantes, permiten que sus hijos pasen las tarjetas de débitos y manipulen los puntos de ventas de sus locales comerciales, para cobrar las mercancías que pagarán los consumidores, pero cuando el chamito pasa tarjetas presionó el botón equivocado del teclado numérico, y por culpa de su error fue bloqueada la tarjeta del cliente, pues los niños venezolanos usados como chamitos pasa tarjetas, son humillados y reciben maltratos físicos y verbales por parte de los enfurecidos clientes, que reaccionan como animales.

¡Qué fastidio! Pasar mil horas en la hedionda cola del banco para desbloquear a la tarjeta, por culpa del carajito pasa tarjetas que bloqueó a la tarjeta de débito.

Un error tecleando la cédula de identidad, un error en la elección de la cuenta corriente o de ahorros, un error tecleando la clave, un error tecleando el monto a pagar por el consumidor, un error gravitando en la pantalla de la maquinita venezolana, y automáticamente, el niño venezolano pasa tarjetas en los puntos de ventas de los locales comerciales venezolanos, será tratado como un delincuente, aunque el niño probablemente, no sabe qué es un delincuente.

Los botones de la vida deben ser presionados por adultos, no por infantes.

Cuando los infantes sean adultos, entonces ellos presionarán los botones de sus vidas.

Si aceleramos el sano crecimiento humano, terminaremos presos en las cárceles.

Pero es que mi niño es muy avispado, es un lince, saca veinte en todo, es un taco, es muy pila, es un avión, es muy maduro para la edad que tiene.

No hermanos, no, no y no.

Los botones de la vida, solo deben ser manipulados por adultos, no por infantes.

Todos los días miles de niños venezolanos, son usados como chamitos pasa tarjetas en miles de comercios venezolanos, y por ende, cientos de niños venezolanos son víctimas de ofensas que no merecen recibir, pero que terminan recibiendo.

Recientemente, yo fui testigo de una terrible situación vinculada al mal uso del punto de venta, por parte de los niños venezolanos usados para pasar tarjetas.

El chamito usado como niño pasa tarjetas en un Mini Market del estado Zulia, le cobró 700 mil bolívares soberanos, a un ciudadano que estaba pagando 70 mil bolívares soberanos, por la compra de unos paquetes de cigarrillos.

Cuando el cliente vio el error del precio pagado, en el ticket impreso por el punto de venta, pues el enfurecido señor llamó hijo de puta al muchachito.

El papá del niño escuchó el insulto del señor, y de inmediato le dijo al cliente que se calmara, y le dijo que le devolvería la plata de una vez, pero que se calmara, porque sus gritos se escuchaban hasta en la calle.

Me consta que el niño de una vez le pidió disculpas al cliente, aunque se estaba riendo mientras le pedía disculpas, tal vez por no comprender la gravedad de su equivocación. En ese instante, la mamá le partió la boca al chamito, y el chamito se puso a llorar como un bebé, aunque creo que tenía como ocho años de edad.

Lamentablemente por la impaciencia del caótico momento, el cliente también llamó maricón hijo de puta al padre del niño, por lo que ambos señores empezaron a discutir frente a la cola del Mini Market, y terminaron cayéndose a golpes, mientras el comprador seguía diciéndole malandro al dueño del negocio.

Cuando salí del Mini Market, observé que llegó una patrulla de la policía, y tres oficiales detuvieron a los dos hombres, que continuaron peleando en la calle, hasta que fueron esposados y metidos dentro de la patrulla policial zuliana.

Obviamente, el niño usado como chamito pasa tarjetas del punto de venta, tuvo que haber quedado muy herido emocionalmente, y la verdad, dudamos que sus padres llevaron a su hijo con un psicólogo para que superara el trauma, pues lo más probable, es que su papá le dio una buena tunda de correazos luego de quedar en libertad, para vengarse por el incidente con el punto de venta.

Cuando el niño pasa correctamente la tarjeta, pues el niño es licenciado en administración de empresas, sin haber estudiado la carrera en la universidad.

Pero cuando el niño pasa incorrectamente la tarjeta, pues el niño es un hijo de puta, maricón y malandro.

Muchísimo cuidado mis queridos hermanos, porque a diario estamos jodiendo la salud mental de nuestra infancia venezolana, y los paquetes de cigarrillos no valen más que la vida de un niño venezolano, quien por culpa de sus padres, fumará droga en su adolescencia y golpeará a sus propios hijos en su adultez.

Creemos que los niños venezolanos no deben ser usados, como chamitos pasa tarjetas en los establecimientos comerciales con puntos de ventas, ya que se está poniendo en peligro el sano desarrollo de la juventud venezolana, y se están generando problemas delictivos, que solo agudizan la violencia de nuestro país.

Pero el gran problema, es que los corruptos jueces venezolanos que supuestamente imparten la justicia con la LOPNA, son los mismos jueces que cuando el niño pasa correctamente la tarjeta, pues lo felicitan y lo llaman licenciado en administración de empresas, pero cuando el niño pasa incorrectamente la tarjeta, esos mismos jueces llaman al niño: hijo de puta, maricón y malandro.

¿Todavía existe la LOPNA en Venezuela?

Sí mis hermanos, y LOPNA no es la nueva puta con tetas gigantes que usan los chamitos venezolanos, para masturbarse con la imagen del teléfono celular.

Aunque ustedes no lo crean, LOPNA es la Ley Orgánica para la Protección del Niño, Niña y Adolescente, usada en Venezuela solo para que los niños no digan ni puta ni teta.

En una Venezuela donde por culpa de la eterna crisis, cada centavo del bolsillo vale más que el oro, pues no se justifica convertir en un peligroso juego infantil, el cobro y el pago de los artículos de consumo masivo que compra la colectividad venezolana, porque detrás de la tarjeta de débito que se pasa por el punto de venta venezolano, hay mucho sudor, mucho sacrificio, mucho trabajo.

Obviamente la gente sacará sus uñas y sus garras, si se siente estafada por el vendedor venezolano, y si ese vendedor es un niño venezolano, pues debemos tomar las precauciones éticas y morales, para no violentar a la juventud criolla.

Los adultos, padres y representantes, que trabajan como vendedores y comerciantes en Venezuela, no deben usar a sus hijos y nietos como objetos de mercancías, por lo que deben asumir toda la responsabilidad comercial de sus negocios, para evitar situaciones hostiles que agudizan la crisis venezolana.

A veces el comprador siente pena de decirle que no, al chamito pasa tarjetas que le cobrará la mercancía con el punto de venta, e incluso, para algunos compradores es chistoso dejar que el niño pase las tarjetas de débitos, pero esa tonta actitud que asumen algunos compradores, solo genera mayor delincuencia.

Si usted hoy se topa con un chamito pasa tarjetas, que le cobrará la mercancía usando el punto de venta, pues con mucha cortesía y con buenos modales, llame a un vendedor adulto que se encuentre en el local comercial, para que le pase la tarjeta por el punto de venta, y así evitará graves inconvenientes en su vida.

Un amigo lector me dijo que muchos vendedores venezolanos, a propósito incitan y entrenan a sus hijos, para que cobren de más cuando pasen la tarjeta de débito por el punto de venta, ya que sus padres saben que los compradores perdonarán la equivocación, tras ver que el error fue cometido por un niño.

Yo no quiero creer que esa terrible afirmación sea cierta, pero por desgracia, hay de todo y para todos en la villa del Señor.

Además, hay muchísimos padres venezolanos que sufren de flojera, y que de forma muy irresponsable, les dan las tarjetas de débitos a sus niños, para que ellos compren productos comestibles en el abasto de la esquina, por lo que podría pasar que el astuto vendedor del abasto, le cobre con sobreprecio los productos que tendría que pagar el muchachito, y en caso de un posible reclamo parental, el vendedor podría culpar al carajito de haberse comido, o de haber extraviado parte de la mercancía pagada, convirtiendo el trepidante fraude comercial, en un grave problema intrafamiliar entre el niño y sus padres.

Si a la mencionada situación cotidiana, le agregamos el hecho de que los vendedores de muchos locales comerciales venezolanos, rechazan imprimir y entregar el ticket de la transacción, facturado por el punto de venta para la seguridad de los compradores, pues no hay duda que ver a muchos niños venezolanos, caminando por las calles con las tarjetitas de débitos entre sus dedos, realmente es un potencial delito mercantil, tanto para el menor como para su irreflexiva familia.

Invitamos a que los padres venezolanos, rescaten a la presencia de Jesucristo en la vida de sus hijos, permitiendo que los jovencitos lean las páginas de la Santa Biblia, y prohibiendo que los niños cobren productos con el punto de venta.

Padres y madres, sus hijos no tienen que llevar una vida cristiana tan mediocre, como la vida cristiana que ustedes han conllevado a lo largo de sus vidas.

Si seguimos usando a los niños venezolanos como chamitos pasa tarjetas en los puntos de ventas, pues en el futuro, los niños venezolanos serán como el famoso personaje bíblico llamado Mateo, quien como recaudador de impuestos abusaba de su poder, para timar a la gente que se sentía obligada a pagar el ultraje.

Pero si permitimos que los niños venezolanos, lean y comprendan las lecturas bíblicas desde la temprana edad, pues los niños venezolanos entenderán que robar es un pecado muy malo en la vida, y verán como Jesús cambió la vida delictiva de Mateo, y lo convirtió en el gran evangelista que relató las proezas de Jesús, en las sagradas páginas de la Santa Biblia.

Recordemos la cita bíblica de Mateo 18:6 en la que Jesús afirmó lo siguiente:

"Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeñitos que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino, y que se le hundiese en lo profundo del mar".

Padres y madres, ustedes están haciendo tropezar a sus hijos, convirtiéndolos en diablitos capitalistas que solo piensan en dinero, en plata, en basura.

Padres y madres, ustedes están haciendo tropezar a sus hijos, convirtiéndolos en diablitos capitalistas que se dedican a pasar tarjetas de débitos entre sus dedos.

Padres y madres, ustedes están haciendo tropezar a sus hijos, convirtiéndolos en diablitos capitalistas que son capaces de vender a Dios con el punto de venta.

Hoy son chamitos pasa tarjetas, pero sin la orientación cristiana, mañana serán malandros pasa tarjetas, adúlteros pasa tarjetas, reguetoneros pasa tarjetas.

Los niños venezolanos necesitan más supervisión, más catecismo, más amor.

Hermanos y hermanas, la decisión no pasa por mí, pasa por ustedes.

Gracias por leer el artículo.



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Carlos Ruperto Fermín

Licenciado en Comunicación Social, mención Periodismo Impreso, LUZ. Ekologia.com.ve es su cibermedio ecológico en la Web.

 carlosfermin123@hotmail.com      @ecocidios

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