Un ciudadano de compras en tiempos de COVID-19, en el mejor país del mundo

Camino a la tienda preocupado, como quien se dirige al cadalso, una vez anunciada su condena. La calle luce triste y solitaria, alguno que otro vecino, camina presuroso, con tapabocas remangado, que apenas deja ver en sus ojos la mirada triste y cansada; mientras el inclemente sol va a esconderse, presintiendo las postrimerías de la tarde.

Voy sacando cuentas mentalmente al caminar, mientras comparo la información que me acaba de indicar en el teléfono la aplicación bancaria y las necesidades de la semana; voy de compras, camino en un barrio de la ciudad del sol amada, ubicada en el mejor país del mundo, como siempre dice nuestro presidente obrero. Debo apurar el paso, antes que se valla la luz, porque regresará a las 12 de la noche; y gracias a Dios que aún me quedaban algunos megas, justo para pedir saldo al banco, porque con el aumento desproporcionado de la operadora telefónica, ahora si voy a quedar incomunicado.

Ya me acerco a la tienda presuroso; al llegar a pocos pasos, solo tengo un cliente por delante, que murmura triste y cabizbajo, está decidiendo entre llevar café o azúcar, no le alcanza el bono de protección para comprar ambos artículos. A los lados de la ventanilla de atención, de aquella tienda con paredes desteñidas, sendos avisos escritos con marcadores negros, que dejan en el trazo las fallas de la tinta que se agota: "Prohibido atenderle sin tapabocas, decisión del gobierno bolivariano", del lado izquierdo; y del lado derecho, "Solo dos personas en la ventanilla, prohibidas las aglomeraciones". Un nuevo lenguaje y una nueva cultura que emergen de la Pandemia que nos azota y que transforma velozmente el accionar socio político y cultural de toda una sociedad.

Buenas tardes señora, ¿cómo está? Bien Señor, qué quiere. Me responde la expendedora con voz fuerte y cortante, lo que me impulsa a practicar sin demora, una seria investigación de mercado: ¿Cuánto cuesta la carne molida?, 780 Bs; y el queso? 660 el kilo, aha.. y los huevos, ¿cuánto cuestan? 30 Bolívares por unidad. ¿Y el café, por favor?, me queda solo una bolsita de 200 grs. en 340 señor. Como puede demostrarse, ya la ciudadanía, realizó su particular reconversión y eliminó en la práctica cotidiana tres ceros al cono monetario.

A bien señora, gracias. ¿Y qué sabe Ud. de los precios acordados? Mire señor, hay otro cliente esperando, hoy no estoy de humor para los malos chistes del Presidente. Ya en ese momento, he analizado todos los factores claves de la toma de decisiones que uno aprende en alguna asignatura del post grado, por lo que, le digo: disculpe Señora; deme entonces: 250 Bs de carne molida, 250 de queso, 8 huevos y el café.

¿Trajo bolsa señor? No señora. ¿Y en donde le coloco los huevos y la carne molida?, inquirió la señora en tono de regaño; a todas estas, una simpática dama en una silla de mimbre, que acompaña a la expendedora, en un pasillo semi oscuro, detrás de unas inmóviles cortinas de hule, dice casi como un murmullo, aquí hay unas bolsitas de harina precocida Nena, despáchale al señor. La expendedora, la Nena, sin levantar la mirada del punto, dice: son mil ochenta bolívares señor; o sea, un millón ochenta mil bolívares soberanos; claro sin los seis ceros que le quitaron a la moneda; e inmediatamente, se activan mis neuronas, y me digo en silencio, vertale, una vez cobrada la comisión del banco, no me queda, ni para un huevo la próxima semana.

Ya regreso a paso ligero hasta la casa; en una mano, la bolsita de carne, con sus flamantes 333,33 gramos de carne molida y 378,78 granos de queso; en la otra mano, la bolsita con 200 gramos de café y los 8 huevos. Empujo el viejo portón de mi vivienda, mirando de reojo las dos pipas oxidadas, solo tengo un anillo con agua. He venido ahorrando el agua, ya que, mañana tendré 15 días sin el vital líquido; gracias a dios con la "cuarentena radical y voluntaria", no salgo, solo lo estrictamente necesario, por lo tanto, no tengo que lavarme las manos muchas veces al día con agua y jabón para combatir el COVID; el jabón está por las nubes y el agua brilla por su ausencia.

Bueno, ya sentado en mi cama, sin aire acondicionado, ya que, el aire se quemó con los últimos bajones y los megas se me acabaron; no hay alternativa, me toca encender la televisión y ver "el canal de todos los venezolanos". Allí, el Señor Presidente, ya termina el informe de la Comisión Presidencial contra el COVID 19, me llena de emoción saber que somos país del planeta que realiza más pruebas rápidas por millón de habitantes, la curva de COVID-19 suavizada, la curva exponencial es la de los casos importados que nos envían el Presidente de Colombia Iván Duque y el de Brasil, Bolsonaro; en fin, somos el mejor país del mundo, con excepción de leves perturbaciones, trivialidades que sufrimos los ciudadanos y ciudadanas, cuando vamos de compras.




 



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Roger Lázaro


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