Conciencia y utopía: conócete a ti mismo

Nuestro mundo físico, ese que se manifiesta a través de formas, emociones y pensamientos, no es más que una parte de un todo infinito, que tiene su causa-origen en una dimensión más sutil que este denso mundo material donde transcurren nuestras vidas físicas. Esto no es nada nuevo, ni viejo, no es ningún descubrimiento que pueda atribuírsele a alguien, a una persona, a una institución, credo o sistema político, filosófico o religioso. Es lo que es, lo que fue, lo que será ad infinitum. Si contemplamos la naturaleza con una perspectiva integradora, podemos percibir las diferentes analogías que se dan en ella, para que con un discernimiento profundo y libre de dogmas, nos demos cuenta de esa realidad.

Son infinitos los mundos que integran el hiperespacio. Existen diversos planos que conforman perspectivas o dimensiones a través de las cuales se manifiesta la vida.

La ciencia de vanguardia, la filosofía mística milenaria y la espiritualidad profunda, como fuentes a través de las cuales se expresa el conocimiento, ya coinciden al señalar once (11) dimensiones conocidas, donde el alma, en su afanoso e ineludible sendero hacia la libertad, desde que se hizo autoconsciente, experiencia la vida.

Para que cada ser humano pueda comprender este conocimiento, le llegará el momento de "recordarlo", pero para ello tiene que evolucionar en autoconsciencia. No todo el mundo puede darse cuenta, se requiere haber renunciado consciencialmente a los preceptos de la vida ordinaria, cuyo basamento son los deseos de la personalidad por una vida segura, anhelante de bienestar, poder egocéntrico, conocimiento y puntos de vista basados en el razonamiento, placeres ilusorios y confort. Mientras nuestro verdadero YO, siga secuestrado en los vericuetos caminos de un mundo denso, seguiremos la aventura de la sobrevivencia, apegados a todo aquello que tiene fecha de vencimiento, escuchando los cantos de sirenas y atentos a las siluetas o sombras que proyecta la realidad inmanifestada. La esencia proyectándose sobre la apariencia.

Y desde esa apariencia hemos construido este mundo. Mientras no nos hagamos autoconscientes, no podemos comprender la vida, viviremos temerosos, desconfiando de todo y de todos, luchando por las ilusorias parcelas de poder que nos hemos inventado, calificando y etiquetando con un me gusta o no me gusta las circunstancias que son pintadas en el boceto donde se refleja nuestra vida.

Al hacernos conscientes, percibimos que no se trata de si me gusta o no me gusta. La vida no juega a los dados. Las casualidades son una representación de la estrecha visión que asume el ego para vivir desde el miedo. Lo que es real son las causalidades, ellas manifiestan que todo tiene un por qué y un para qué, en función de nuestra evolución en consciencia.

Estos son saberes y conocimientos ya percibidos desde la noche de los tiempos por sabios y místicos, y que llegada la hora, también nosotros estamos destinados a percibirlos. Son saberes que tienen como premisa: CONÓCETE A TI MISMO. De esa manera conocerás a los demás, al mundo, al universo y a Dios. Y ya no observas la vida para juzgarla, sino que la contemplas, y esa contemplación te devela que tú eres la vida.....!!!!
 



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Héctor Honorio Rodríguez Orellana

Ingeniero Agrónomo (Universidad Central de Venezuela), M.Sc. Desarrollo Sustentable de Territorios Rurales(ESAT), Dr. en Ciencias para el Desarrollo Estratégico(Universidad Bolivariana de Venezuela),Profesor en Agroecología(UBV), Fundador de Fundagraria (Fundación Ecológica).

 forimakius@gmail.com

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