La patria no es un asunto de política, ni de filósofos; es un contenido de conciencia

“Primero el suelo nativo que nada: él ha formado con sus elementos nuestro ser”

(Simón Bolívar).


Amar y sentir nuestra Patria, no es un slogan publicitario; no es un acto compulsivo, repleto de emociones frívolas que se esfuman como volutas de humo, sino una expresión llena de esencia del suelo, donde vimos por primera vez la luz del mundo. En esta Venezuela de tantas oportunidades, muchas veces desaprovechadas, se hallan los ascendientes que certifican nuestra nacencia, los que se han preocupado por nuestra educación y alimentación; y aquí también se encuentran sembrados nuestros ancestros, que en alguna medida contribuyeron a la formación de lo que somos como sujetos sociales. Creo, que hay que empezar a concienciar lo nuestro, sin subestimar lo de afuera. La conciencia no tiene fondo. Si no se ama a la Patria; nadie va a amarla por nosotros, entonces, hay que empezar a quererla desde la práctica. Praxis, que se hace en el día a día; en búsqueda de afianzar nuestro sentido de pertenencia. No se confunda patriotismo con “Patriotero” son dos significados muy diferentes.

Observemos, pues, no debemos contemplar la noción de Patria, en un tono sentimental, para agasajar su contenido, haciendo demagogia en su nombre, pretendiendo sacarle provecho con fines politiqueros. No es un asunto de filósofos que intentan moderar la alegría y las tristezas de quienes habitan en la Patria. La filosofía no puede cambiarla en lo que no es; sería una utopía. En cada hijo de la Patria, existe un cordón umbilical que permanece intacto, en cuanto al afecto, lo sublime que pueda sentir por ella. No se trata de ensalzarla hasta la hipérbole histérica; hayamos nacido en ella o no; y luego seguir viviendo la cotidianidad como que si su concepción abstracta no existiera. Puede haber muchas efemérides patrias; pueden inventarse otras, no obstante, sino existe conciencia plena de su significante, no hay argumentos que valgan. Todo se convierte en un petitorio írrito. El desamor por ella, es como una brújula sin norte magnético. Aunque cada persona posee libre desenvolvimiento de su personalidad; no debe prevalecer lo individual sobre lo colectivo.

La Patria, no es calidad de vida material, aunque son necesarias; no es lo primordial: Una camisa y un reloj de marca, entre otros. Son cosas trascendentales que nos llegan, circunstancialmente; ilusiones superfluas, materia vacía, infelizmente, haciéndonos sumergir en un mundo de vanidad, arrogancia y de petulancia. La Patria no es un negocio, no es mercancía. A mi manera de ver las cosas, es una sensibilidad. Es una profunda pasión que no puede ser digerida por quien no sienta amor por su suelo nativo. Sentirla, es la presencia de la conciencia como producto histórico que ha ido tejiéndose entre los hombres y mujeres: Su gentilicio, su religión, sus costumbres, su cultura, el idioma; hasta nuestro humorismo y parodias; y una idiosincrasia que se ha sustentado en el devenir de los años. A nuestros nietos, hay que ir explicándole estas cosas, sin imponerles criterios; para que no sean siniestros mudos de su destino. La Patria nos da lágrimas y alegrías; así es el querer. Si algún día, he de morir fuera de élla, que el viento esparza mis cenizas al rincón donde nací.



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José García

abogado. Coronel Retirado.

 jjosegarcia5@gmail.com

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