¿Era Chávez un santo y nunca lo supimos?

Por nuestra formación dogmática, somos incrédulos en asuntos del campo espiritual; sin embargo, hay sucesos que nos hacen dudar. Un amigo muy serio, apartado de toda exhibición, nos relató una experiencia con el compromiso de no revelar su identidad. Veamos.

Es un señor mayor, cercano a los ochenta, militante toda su vida de las causas justas y perdidas. Iba al Cuartel de la Montaña a pagar una promesa de una nieta. Allá encontró a otras personas que se acercaban al Comandante con la misma intención, unas iban por primera, vez como nuestro amigo, y otras repetían la visita satisfechas con el resultado de anteriores peticiones.

El episodio es contado por nuestro amigo sin mayores relaciones, casi con ingenuidad. Nosotros intuimos que se trataba de algo inusual, sentimos que algo más había tras esas visitas. Con esto en mente, fuimos en búsqueda de un viejo sacerdote, tan sabio como para respetar las leyes de Cristo y no dejarse encadenar con las leyes de los hombres. El sacerdote se asombró de nuestra historia y nos pidió unos días para pensar y consultar el asunto.

Cuando regresamos a verlo, nos atendió enseguida, nos hizo pasar a un comedor modesto pero aseado, fuimos atendidos por una señora de alguna edad que conservaba los rasgos de una belleza juvenil y la amabilidad de una persona que encontró la paz. El sacerdote nos dijo que él mismo fue al Cuartel de la Montaña en compañía de la señora que atendía la mesa, y que allá pudo entender los inicios de José Gregorio, se sintió afortunado, con lágrimas en los ojos nos dijo:

-"Es la revelación de un Santo, estuvo entre nosotros y no nos dimos cuenta". "Ahora hace milagros para redimir los males de sus hermanos, de los más humildes".

Le mostramos nuestra incredulidad, y el sacerdote se levantó, y caminando alrededor de la mesa nos dijo:

-"Los Santos aparecen entre nosotros, son iguales a nosotros con las mismas pasiones, los mismos defectos, con miedos, deseos carnales y espirituales. No son como esa imagen construida por los bobos, de unos seres puros, sin pasión, incapaz de amar a una mujer, de pecar. Estos santos que se manifiestan entre nosotros son consagrados por la sabiduría popular, es allí en los humildes que se revela la verdad. Son, lamentablemente, con frecuencia asesinados, crucificados, pero perviven en el corazón de los humildes, en los pequeños santuarios de sus miserables ranchos, allí les ofrendan la luz de unas velas, les hacen promesas, a sus tumbas van en peregrinación. No esperan la consagración oficial, la masa humilde los consagra. Con Chávez, creo firmemente, está pasando lo mismo, ya en vida la masa detectó en el algo espiritual que no es común, ahora después de su crucifixión hay una verdadera epifanía, un reconocimiento de su condición de Santo Popular."

De la conversación con el sacerdote salimos, más que emocionados, aturdidos, nos resistimos a creerle, a difundir la noticia, nuestra formación dogmática no permite tanto vuelo, no obstante nos queda una profunda duda: la verdad es que cuando uno va al Cuartel de la Montaña lo envuelve un recogimiento, una presencia, un vértigo…. Algo diferente hay allí.

Nosotros cumplimos con transmitir la experiencia…



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Toby Valderrama Antonio Aponte

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