Para siempre Ilan Chester

Todavía amanezco con el grato sabor de alegría, sí, sabor, recordando el concierto de ayer tarde en la Concha Acústica de Colinas de Bello Monte. Concierto que para mí será inolvidable, como aquel presentado por Los Dart, en el mismo lugar hace más de cincuenta años. Cuando, jovencita, me enamoré de uno de los integrantes del cual no recuerdo ya el nombre.

Pero el de Ilan Chester sí quedará en mi memoria, en los años por venir. Pues se dio en un momento muy particular en Venezuela, y logró reunirnos a cientos de personas para cantar y sentir la alegría de ser venezolanos, caraqueños, a pesar de todo lo que sabemos ocurre en nuestro alrededor.

Y todos, sin excepción, los que estábamos acudiendo a ese espacio tan bello, abierto, grande, perfecto para los que sufrimos un poco de claustrofobia, cantábamos al unísono, acompañando a Ilan. Jóvenes y viejos, adultos, todos iguales, de cualquier raza o color.

Y así lo expresó el cantante cuando, antes de cantar "palabras del alma" nos recuerda, nos invita, a dedicarle un momento de nuestra alegría a la verdadera esencia de nuestro ser, del ser humano, el alma. Lugar donde, nos dice Ilan sobre el escenario y frente a miles, no hay derecha ni izquierda, ni blancos ni negros, no hay color. ¡Somos todos hermanos!

Y una brevísima referencia a su culto desarrollado en India, sobre el mantra que nos coloca en contacto directo con Dios, el Ser Supremo. Y así, todos, religiosos o ateos, católicos o evangélicos, judíos, o protestantes, cantamos el mantra indú, Hare Krisna.

Pero fue sólo un instante, mágico. Y la unión continuó durante toda la velada, cantando, cantando. Y contándonos anécdotas graciosas, sobre su edad, su pasado, su presente.

Y a pesar de los años a cuesta, su voz permanece inalterada, es hermosa, tierna, melodiosa. Las palabras de sus canciones lo identifican, la energía de su música nos eleva.

Y recordaba a otro Ilan más joven, por allá en el Aula Magna de la UCV, cuando yo, igualmente joven, estaba junto a los técnicos, en las alturas, escuchando su concierto. Es probable que haya sido en 1987.

Y por increíble que parezca, la hermosa música que Ilan nos cantó fue un regalo de Navidad. Literalmente. ¡No cobró por el concierto!

Cuando pensábamos que la Alcaldía de Baruta había costeado su trabajo, fuimos informados de este maravilloso regalo, que le hace honor a un espíritu generoso que, a pesar de su lejanía, permanece cercano y atento a sus compatriotas.

Al contrario de cantantes de otra generación, como Nacho, quien, según mi hijo que estuvo en Margarita, cobraba hasta 150 lechugas verdes por asistir a oírlo.

Y bien por la alcaldía de Baruta que se anotó un veinte con esta iniciativa, que nos une a todos, chavistas o no. Que nos invita a ser felices y no a tirar piedras, que nos invita a cantar y soñar y, seguramente, esperar un mejor futuro para nuestra Patria. Que no es el mismo que deseamos todos, pero sí que todos queremos mejor.

Gracias a Ilan Chester por su talento, por su ternura, por su generosidad y solidaridad. ¡Ojalá otros cantantes sigan su ejemplo! ¡Muchas gracias Ilan por ser venezolano!


 



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Flavia Riggione

Profesora e investigadora (J) Titular de la UCV.

 flaviariggione@hotmail.com

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