"¡Seguir esperando por la ‘piche bolsa’ esa del CLAP!"

Fue el argumento (Como el que mira con desdén, ofensa y displicencia una cosa) que emergió de los labios de unas vecinas que aguardaban la llegada del subsidio alimenticio, otorgado por el Estado. Subsidio, que si bien, no reemplaza las necesidades totales de la población, en cuanto al régimen alimenticio se refiere (No hay que tapar el sol con un dedo), menos aún, hay que omitir que es una responsabilidad de Estado, cuyos preceptos se hallan plasmados en el enunciado del artículo 305 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (Crbv), de compensar las desventajas, que por cualquier circunstancia, se presenten en la producción interna, soberana de la ciudadanía. He de hacer notar aquí, que la mayoría de los países del mundo, cuentan en el marco de su Constitución, vinculantes con el Derecho Internacional, suscrito y ratificado por las Naciones, con los beneficios y ayudas de sustento alimenticio; llámese bolsas, cajas, paquetes, entre otros. Lo que las vecinas ignoran, es que esos convenios, tratados, nacen en el seno de la Organización de las Naciones Unidas (Onu). Cualquiera persona que visite otro país, podrá darse cuenta, In Situ, que también recibirá su bolsa de alimentos. Aunque parezca un dislate, nadie es profeta en su tierra.

Ahora bien, sin espíritu complaciente, dentro de la gran maquinaria de la cadena de producción, que puede corresponder a una economía cerrada o abierta, se encuentran las actividades propias de transporte, confección, almacenamiento y conservación de los alimentos, con el sano propósito de satisfacer las carencias nutricionales de la población. Detrás de cada bolsa, existe un engranaje logístico que es imperceptible por una persona común. Para que el subsidio llegue al beneficiario, lo que desconoce la mayoría, para traer un caso concreto, es que las personas que transportan esos rubros en gandolas, tienen que pasar varios días en el puerto, pasando las de Caín (La mayoría de las veces, sin poder ducharse, ni comer bien, o dormir como los murciélagos: Guindados en un chinchorro), esperando que le carguen el armatoste con las cajas, para poder tomar su ruta al interior del país. Son seres humanos que merecen nuestra consideración. He viajado con gandoleros, encontrándome con operadores que sobrepasan los 72 años de edad, y aún están pegados al volante, con voluntad de contribuir con su país; bien sea por necesidad o por vocación. Nadie sabe gotera de casa ajena.

Ya, bajando la santa maría, es bueno agregar, que dentro del escenario de debilidades y fortalezas que el programa de subsidio pueda ofrecer a los habitantes, en especial, a los más vulnerables, los vicios que se crean, muchas veces, en esa amalgama de distribución operativa; entorpecen las labores, encaminadas a proporcionarles el bienestar tangible e intangible a los ciudadanos y ciudadanas. No hay que olvidar, que todos estos procesos y procedimientos, llevan un espíritu de solidaridad, y una obligación estatal, que tiene que ser desplegada por los gobiernos de turno; mediante supervisión, control y sanciones. Estas últimas, ante las transgresiones que puedan ocurrir en cualquier eslabón de la cadena de producción. A pesar que es un beneficio para humanos, también los crímenes son cometidos por humanos, a pesar de ser humanos. A mi manera de ver el mundo, pienso, que a veces, estamos hambrientos de conciencia para discernir, comparar, comprender aquellas cosas que no vemos a simple vista. Nuestro raciocinio se encaja más por la reacción, que por la reflexión. ¿Conformismo? O ¿Desaprobación? Quien no se haya metido en las entrañas del monstruo, no podrá denigrar (No confundir con críticas constructivas) de lo que no conoce.


 



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José García

abogado. Coronel Retirado.

 jjosegarcia5@gmail.com

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