El partido unitario de la Revolución Bolivariana

De entrada, al hablar del partido unitario de la revolución bolivariana o, sencillamente, partido único, se debe establecer que el mismo no puede, ni debe, afincarse en las viejas prácticas reformistas del pasado, lo cual constituiría una gran contradicción, si aceptamos que impulsamos una revolución. Y, aunque no haya todavía un recetario único y confiable que indique qué hacer al respecto, podrían fomentarse algunas condiciones y experiencias positivas en el seno de las bases populares, dirigidas a crear el poder popular, sin que exista, de antemano, la pretensión de tutelarlas ni de manipularlas en función del interés clientelista de algunas cúpulas partidistas. “Pero, estas condiciones -según la expresión de Lenin- no pueden brotar de golpe. Van formándose solamente a través de una labor prolongada, a través de una dura experiencia; su formación se facilitará a través de una acertada teoría revolucionaria que, a su vez, no es un dogma, sino que sólo se forma definitivamente en estrecha relación con la práctica de un movimiento que sea verdaderamente de masas y verdaderamente revolucionario”. Acá pareciera existir el meollo principal respecto a la constitución de ese partido único sugerido por Hugo Chávez, el cual –desde ya- comienza a ser secuestrado por las cúpulas partidistas chavistas que ven en ello la amenaza cierta de ser rebasados por un nuevo liderazgo, más auténticamente revolucionario y, por consiguiente, más en sintonía con las expectativas del pueblo.

Ciertamente, la heterogeneidad de agrupaciones e intereses políticos y sociales, a veces contrapuestos y en pugna permanente por el poder, conspira contra la propuesta del partido único, así como contra el avance y la vigencia del proceso revolucionario bolivariano.

Esta realidad (muchas veces pasada por alto adrede) no puede ocultarse, lo que exige que haya un debate ideológico desde las bases militantes hasta llegar al Presidente Chávez, ensamblando las ideas dispersas que existen alrededor de lo que debiera ser el socialismo en el siglo XXI. De otra forma, se prolongaría la convivencia conflictiva existente entre reformistas y revolucionarios, dejándose de crear el núcleo fundamental e imprescindible sobre el cual converjan –sin mayores exigencias- la mayoría de los revolucionarios. Pero aún así no sería, en modo absoluto, garantía suficiente para que haya una depuración de las filas revolucionarias. No por Chávez, quien se esfuerza por que el proceso revolucionario se consolide en el país, sino por que se carece de una estructura efectivamente revolucionaria e ideológicamente definida que engrane todas las corrientes y liderazgos en un todo funcional y, al mismo tiempo, generador de líneas estratégicas que refuercen el accionar del Presidente. Esta estructura que aglutine, organice y adoctrine a esa gran masa popular revolucionaria es posible que adquiera forma y funcione en cualquier parte del país, independientemente de si se funde o no el partido único o unitario. Al fin y al cabo, lo que se requiere es darle direccionalidad, continuidad, profundidad y amplitud al proceso revolucionario. Todo, sin caer en el lugar común de convertirse nada más que en una eficiente maquinaria electoral, sin mayores pretensiones que las de captar votos.

Hace tiempo Martha Harnecker declaró que “Chávez tiene claro que sin pueblo organizado no hay proceso revolucionario”. Siendo así, lo menos que podría estimular Chávez es que sean las bases populares las principales protagonistas del nacimiento de esta partido unitario, en espera de que surjan nuevos y verdaderos liderazgos revolucionarios, además del cambio estructural que se necesita con urgencia, antes que el viejo Estado puntofijista y su burocracia anquilosada hagan difícil y hasta imposible la revolución socialista en Venezuela. Por ello, creemos que esta estructura aún por construir no supone una estructura dogmática, cerrada o sectaria, ya que sería alimentada y defendida por el pueblo mismo, sin la imposición autoritaria de un cogollo adeco-stalinista, interesado en su propio beneficio. Esta organización debiera estar abierta a la discusión interna, respetando la disidencia, de manera que cumpla eficazmente el papel orientador de la vanguardia revolucionaria, con una disciplina revolucionaria, por el nivel de conciencia de quienes la constituyen, por su capacidad de relacionarse sinceramente con las masas revolucionarias y, por lo atinado de su dirección política.-


HOMAR GARCÉS
¡¡¡REBELDE Y REVOLUCIONARIO!!!

¡¡Hasta la Victoria siempre!!
¡¡Luchar hasta vencer!!

mandingacaribe@yahoo.es


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Homar Garcés


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