La República Bolivariana de La Florida (II)

Las famosas bulas Alejandrinas, nombre por el que son conocidos cuatro documentos papales concedidos por el Papa Alejandro VI a los Reyes Católicos españoles. Con estas bulas el Papa hacía donación a los Reyes Católicos de las islas descubiertas y por descubrir que se encontrasen por occidente y que no perteneciesen a ningún príncipe cristiano, hacía concesión de privilegios en las tierras donadas, análogos a los concedidos a Portugal, y establecía la demarcación en las expediciones hacia el oeste. El Reino de Portugal se debería ver obligado a aceptar un meridiano de demarcación sobre el océano, en lugar del paralelo de las Canarias, con el fin de delimitar el campo de actuación exclusiva correspondiente a uno y otro reino en el futuro. El Tratado de Tordesillas fue la solución para que España ganara este impase diplomático con Portugal. En el Vaticano, el Papa Alejandro VI, de origen español, y en esa época amenazado por tropas francesas, no le negaba nada a su buen aliado Fernando el Católico, y de esta relación surgió la delimitación del continente entre estos dos países, pero por supuesto favoreciendo de una forma amplia y notoria a España, situación que traería sus consecuencias.

El Mare Nostrum, como denominaban los romanos el mar Mediterráneo para designar a este como el "Mar Nuestro" se convirtió por así decirlo, en un antecesor del Mare Claustrum que era la doctrina impuesta por España en el Mar Caribe, que se consideraban legitimadas para contravenirlas por la fuerza de las armas. Hugo Grocio, 1583-1645. reclamó su posición sobre la libertad de los mares en el libro De mare liberum 1609. Había defendido los derechos de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales a navegar y comerciar por el Océano Indico, cuyo dominio los portugueses consideraban exclusivo; amparándose en las Bulas papales de 1493. Defendía que el mar ha de ser necesariamente libre, pues es un camino indispensable para las relaciones y los intercambios entre Estados. Para Grocio, es Dios quien lo ha creado, y nadie puede atribuirse su propiedad; hacerlo según él equivaldría a romper la paz. En la Inglaterra de 1580 se despreciaba abiertamente la Bula papal que había dividido el mundo entre las potencias católicas de España y Portugal, haciendo a un lado a los Reinos de Religión Protestantes, y la reina Isabel I ponía en tela de juicio su legalidad con el famoso argumento recopilado por Giles Milton "es tan legal para mis súbditos navegar alrededor del Cabo, como lo es para los españoles, puesto que el mar y el aire son propiedad común de todos los hombres".

España dominaba política y comercialmente casi todo el Continente Americano, desde México hasta el Río de la Plata, incluyendo las Islas ubicadas en el mar interno que antiguamente fue de los Caribes, las rutas comerciales del Océano Atlántico entre Europa, América y África, la ruta del Pacifico que comunicaba a México con las Filipinas y por supuesto la ruta marítima del oro y la plata de los Incas en el Perú. Todo este poderío económico seria la causa de que las apetencias mercantilistas de los países europeos provocaran acciones armadas para apoderarse de parte de este territorio, ya que estos querían participar de las riquezas que el Nuevo Mundo poseía y que estaba siendo aprovechada única y exclusivamente por España; y en poca medida por Portugal. Fernando el Católico prohibió a sus súbditos practicar el corso en el Atlántico en el año de 1496, esa prohibición duró hasta el reinado de Felipe IV. A partir de la piratería apátrida, sin apoyo gubernamental alguno, que surgió tras el descubrimiento de América, Francia, Inglaterra y los Países Bajos fomentaron la proliferación corsaria que se produjo por la conquista de las Indias occidentales, como se le conocía desde la segunda mitad del siglo XV.



Esta nota ha sido leída aproximadamente 1121 veces.



José M. Ameliach N.


Visite el perfil de José M. Ameliach N. para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes: