Vencer las sombras para asaltar la colina

Con beneplácito debemos acoger la decisión en el campo revolucionario y particularmente en el PSUV, de asumir el compromiso de afrontar la tarea ideológica, ya que siempre será de esta manera como podremos avanzar en la solidez y el fortalecimiento de la organización revolucionaria, objetivo de invaluable importancia que debe acompañar los triunfos que en materia electoral hemos venido alcanzando. No estaremos haciendo el trabajo completo si no acompañamos el esfuerzo electoral, con el inaplazable trabajo de formación de esa gente que vamos incorporando a las filas revolucionarias y que llegan a nosotros por diversa vías para compartir este esfuerzo. Gente que merece tenerla siempre de nuestro lado, que bajo toda presión y campaña mediática, afrontando bloqueos, acaparamientos, especulación, sanciones y todo tipo de represión sicológica, acude al llamado y responde al compromiso en las urnas electorales, la mayor parte de las veces que se les ha exigido ese compromiso. Cada día vamos a necesitar más de la claridad del pueblo. El amiguismo, el compadrazgo, la familiaridad, el romanticismo, sentimentalismo y muchos otros, son nexos muy débiles cuando de compromiso político se trata. Lo que nos garantiza eterna lealtad y consecuencia con nuestro proceso es el nivel de conciencia revolucionaria del pueblo

Solo la claridad política de las masas las hará inmune a la conocida política del engaño y la campaña sucia, que busca sembrar duda y confusión en quienes carecen de solidez ideológica y fortaleza en la convicción de que nuestra lucha es por el bien social, donde el trabajo deja de ser una coacción social por la sobrevivencia y pasa a ser el disfrute y la realización plena del ser humano; de allí nuestra obligada tarea de profundizar la formación ideológica que junto a la organización, nos prepara más y mejor para asumir la vanguardia en defensa del proyecto político por una parte, y por otro lado, para cumplir las orientaciones estratégicas ordenadas por nuestro presidente, para enfrentar una guerra cuyo único propósito es generar inestabilidad política y descontento en las bases que apoyan la revolución bolivariana. En el marco de esta guerra económica, la formación política nos prepara para abordar este compromiso con mayor posibilidad de victoria, por eso en el sector de los trabajadores debemos incentivar y trabajar con mucho interés y dedicación, ya que por su ubicación estratégica dentro del aparato productivo de la nación, está obligada no solo a saber a dónde va, sino que por su papel histórico en los cambios sociales, también le cabe el compromiso de servir de motor generador de conciencia, en este permanente enfrentamiento de clase por la dignidad y el derecho de nuestro pueblo a ser libre y soberano. Es necesario saber que para ser factor decisivo en el proceso de cambio, la clase obrera debe transformarse a sí misma, convirtiéndose en clase para sí y ser capaz de poder conducir al pueblo explotado al poder, como vínculo en la transición del capitalismo al socialismo y en la progresiva transformación de las relaciones de producción, de intercambio y de propiedad de los medios de producción en general, empoderando así a los trabajadores y a las comunidades todas, en la misión de profundizar el trabajo político ideológico para enterrar el capitalismo y construir un mundo totalmente distinto, el mundo socialista. Nuestro enemigo es poderoso y por su condición excluyente, cruel e in humano. Por ello el éxito de los sectores populares en este combate, dependerá de como estemos preparados, de la claridad que tengamos de nuestros objetivos. Este enemigo mantiene bajo su dominio una intrincada red de mecanismos y relaciones, los usa sin preocuparse por el daño que pueda ocasionar, limitándose a llamarlos colaterales, importándole solo su dominio económico, militar, comunicacional, tecnológico, etc. Toda esta realidad obliga a estar consciente, de que nuestra lucha es más compleja de lo que a veces creemos, y en ella el liderazgo e identificación de la clase obrera, se lo da su doble condición de creadores de riqueza social y al mismo tiempo, expropiados del fruto de su trabajo. Es esto lo que convierte a la clase obrera en esta confrontación de clase, siempre que esté a la altura de las exigencias del momento en factor muy importante del liderazgo social, liderazgo que se debe ejercer en estrecha relación con los campesinos, pequeños y medianos propietarios, productores del campo y la ciudad, los jóvenes, los pueblos originarios, intelectuales, amas de casas acosadas y explotadas por la especulación de comerciantes hambreadores; es decir, al lado de todos los explotados víctimas del saqueo, la exclusión y la avasallante represión desatada contra este pueblo, al que le cobran su firme posición de respaldar una política popular revolucionaria y anti- capitalista, y que en cada elección envía un mensaje a los enemigos de la patria, recordándoles que Maduro no está solo, que en Venezuela con sanciones, con precios altos, con bloqueos y cercos, saltando obstáculos y dificultades, continuaremos nuestra marcha hacia la conquista definitiva de nuestra soberanía nacional. Es ahora o nunca, el recrudecimiento de las retaliaciones contra la revolución bolivariana, solo hará que profundicemos el carácter socialista y clasista de este proceso para ir construyendo desde las bases, el instrumento político-ideológico, como principal apoyo al modelo económico, vinculado a un sentimiento de identidad con el pueblo, con su historia, y del futuro que estamos buscando construir. Es normal que el enemigo busque acabar con nuestra revolución. Asimismo, nosotros también estamos obligados a buscar nuevos y efectivos métodos de lucha, y entre ellos, la información y la educación son elementales, ya que el pueblo que nos respalda y está dispuesto a todo por su revolución, debe y necesita estar informado y consciente de las distintas etapas por las que atraviesa el proceso, para dónde vamos y los objetivos que buscamos. El poderío de nuestro enemigo está basado en su fortaleza económica, y militar, pero también en la claridad y conocimiento que tienen de que son sus intereses de clase, su estatus y por lo tanto su vigencia como clase dominante, lo que está en juego. La realidad actual y los manifiestos propósitos de la derecha reaccionaria y apátrida, obliga a nuestra revolución a profundizar cada día más su conexión con el pueblo. Es su deber dotarlo del conocimiento que lo capacite para el debate y la confrontación política que está planteada hoy en el país. Desde el punto de vista de la justicia social y los derechos humanos, a los revolucionarios nos asiste toda la razón en cuanto a lo justo de nuestra lucha, pero no basta tener la razón, ni que seamos los buenos en esta película, es necesario saber y poder explicar por qué se lucha, por qué el mundo que buscamos no es el que ofrece el capitalismo; no es ese que está viviendo ahora el pueblo chileno, el argentino, colombiano, mejicano, hondureño, paraguayo, por nombrar algunos, solo de América Latina. Nuestro pueblo necesita comprender y luego explicar más adelante, que lo que está pasando en Venezuela es producto de políticas reaccionarias y contra-revolucionarias, porque nuestros enemigos saben que si nos dejan trabajar y aplicar las políticas sociales enmarcadas dentro de una concepción de cambio revolucionario, demostraríamos la diferencia que está presente entre el capitalismo y el socialismo. Por ello torpedean, bloquean, sabotean nuestra economía de mil formas y maneras. Con ello buscan crear el caos colectivo y generar confusión y descontento social; esa es su fórmula política, pues no tienen un programa, ni un proyecto de país que no sean las recetas que les dicta el FMI el BM, el BID. Si tuvieran que presentar un proyecto de país, tendrían que ofrecer un país sin educación ni salud gratuitas, servicios públicos solo al alcance de los ricos y todo lo que ya sabemos que están viviendo los países ya mencionados. Nuestro pueblo debe saber que la derecha tiene muchos mecanismos para intentar doblegarnos; el económico con el que nos está atacando por ejemplo, el mediático unido a la desinformación, a la fragilidad ideológica. Siendo objetivos, debemos agregar errores nuestros, esto junto a otros elementos, hace que muchos no creen que los altos precios, el acaparamiento, la escasez de alimentos, repuestos, calzados, ropas etc, es responsabilidad de las políticas de nuestros enemigos, siendo que es esa su principal arma en estos momentos para buscar caotizar la realidad nacional, y que el pueblo desinformado y manipulado por la mediática reaccionaria culpe al gobierno. El problema del transporte, el maltrato en dependencias oficiales, la falta de agua, los apagones, etc, en estos momentos, la mayor de las veces tienen un objetivo político, queriendo presentar la gestión del gobierno revolucionario como un sistema fracasado y en permanente crisis. Esta estrategia ya ha sido puesta en práctica en otras oportunidades, siendo Chile en el gobierno socialista de Salvador Allende, el mejor espejo donde debemos mirarnos los venezolanos. Obviamente acá hoy y gracias a la visión y el concepto de patria, así como a la concepción del poder de nuestro eterno comandante Chávez, nuestros militares están bien lejos de poder ser comparados con los gorilas, mercenarios y apátridas militares chilenos. Por todo esto, es que necesitamos preparar al pueblo, para que sea capaz de resistir la andanada propagandística, manipuladora y disociativa del enemigo de clase, porque solo el pueblo informado podrá hacer suya la revolución, movilizado para ser parte activa del proyecto, y garantía de éxito del mismo. Ahora bien, también es muy cierto, que junto a la acción imperial, y las acciones de los golpistas cipayos de la derecha venezolana, debemos reconocer con claridad y sin sentimentalismo, ni clientelismo, de ninguna naturaleza, que aún nos faltan por superar vicios que por ser contrarios a una condición revolucionaria, desvirtúan y retrasan el avance de una nueva conciencia social pública, que rechace la injusticia, la exclusión, el oportunismo y el aprovecharse de cargos y posiciones para privilegios particulares. Hablamos de la corrupción, el burocratismo, el grupismo, la ineficacia en nuestra administración pública. Sin conocimiento real de lo que es un servidor público en revolución, sin honestidad, sin calidad y eficiencia política, no hay socialismo, ni revolución, ni rompimiento con el método capitalista de ver y asumir la lucha social. Continuamos arrastrando la ausencia de un recurso humano, y de un capital social bien formado sobre la base de sólidos valores y éticas nacionalistas, e informados e identificados con su herencia histórica, y con la necesidad actual de construir una comunidad solidaria, trabajadora, consciente de los retos que debe enfrentar y vencer, para lograr su destino y hacer de nuestro país, una nación independiente y soberana .Quien desde un alto cargo, roba los recursos del pueblo para el hospital, la carretera, los alimentos, no puede llamarse revolucionario. Asimismo, quien no asume su función con convicción patriótica, y no gerencia con eficacia, prontitud y calidad. Quien desempeñando un cargo público se comporta como un burócrata, insensible y prepotente señorón hace mucho daño. Ningún militante revolucionario que actúe de esta forma, puede llamarse luchador social. A a la larga son mas un problema, un obstáculo para avanzar y consolidar el trabajo político y la imagen que necesita irradiar el proyecto político revolucionario. Dentro de las tareas del partido revolucionario, está ver por qué a veinte años de lucha política, no hemos erradicado la cultura del cargo, la prebenda. Esa conciencia individualista que enferma y encausa solo hacia lo material particular, y no hacia lo espiritual, social y colectivo. Simón Rodríguez fue de la tesis, de que no se puede construir patria sin patriotas. Nos toca a nosotros comprender que no se puede construir revolución sin revolucionarios, revolucionarios que no nacen, se hacen con trabajo, con teoría y práctica, con sacrificio, haciendo y estudiando, enseñando y aprendiendo. Experiencias vividas nos dejan enseñanzas importantes como la derrota electoral en las parlamentarias del 2015, donde no fue que no llegó nuestro mensaje, sino que llegó más el veneno ideológico del enemigo. Aquello de que : "te quitarán tu negocio", "los hijos", "tu casa", etc. Hemos sufrido en carne propia el significado de esa derrota, el enfrentamiento con una asamblea nacional reaccionaria y al servicio de la oligarquía criolla, ha ocupado gran parte del esfuerzo, atención y dedicación para combatir sus intentos por obstruir y torpedear el desarrollo de las políticas desarrolladas por la revolución bolivariana. Todos sabemos que de haber ganado esas elecciones son muchos los problemas que nos hubiésemos evitado, habríamos avanzado mucho mas en nuestros planes y políticas sociales, la situación ahora mismo sería otra. Sin embargo, el esfuerzo ha valido la pena, nos ha servido para dejarles claro que somos duros de pelar y resueltos al combate en cualquier terreno y circunstancia que se nos presente. Si algo habrá que aprender de esta derrota, es que debemos prepararnos bien para todos los combates, y a no subestimar al enemigo, ni confiarnos demasiado en las propias posibilidades. Debemos tomar conciencia de la necesidad de prepararnos todos para la victoria definitiva, inculcar en el pueblo las razones por las que luchamos y entre la vanguardia revolucionaria, el espíritu del compromiso político como una causa donde no cabe la duda ni la ambigüedad. Es la hora del socialismo con convicción de clase, que nos aportará la conciencia para derrotar a nuestros enemigos, ya que al imperialismo y las oligarquía, solo los derrotan los pueblos profundamente claros y convencidos de sus objetivos, así como igualmente conscientes de que una revolución es un cambio profundo en la ética, en los valores y en el trabajo basado en el beneficio social, y no en el interés particular o grupal. Pueblos convencidos de que sí es posible otra forma de vida distinta al capitalismo hambreador y criminal; pueblos que comprendieron que el socialismo es el camino hacia la definitiva independencia. Para todo esto es necesario atender la formación política de ese pueblo, para que todo el tiempo vaya hacia adelante, sin olvidar nunca de donde viene y recordando siempre hacia donde va .

José Ramón Blasco. Guameño.

Agosto 2018



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Ramón Blasco


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