Reflexiones en torno al plan de la patria 20013 - 2019

El Plan de la Patria fue la propuesta que el candidato Comandante Hugo Chávez presentó para la Gestión Bolivariana Socialista 2013 – 2019.

El programa de gobierno que surge de esta propuesta, es la actualización de la carta estratégica que habrá de guiarnos por la ruta al Socialismo Bolivariano del Siglo XXI y que contempla cinco grandes Objetivos Históricos, de los cuales yo me voy a permitir reflexionar sobre el primero de ellos: "Defender, expandir y consolidar el bien más preciado que hemos reconquistado después de 200 años: La Independencia Nacional".

De ese objetivo histórico tomo el Objetivo Nacional: "1.4 Lograr la soberanía alimentaria para garantizar el sagrado derecho a la alimentación de nuestro pueblo".

En este Objetivo Nacional el Comandante Chávez hace un diagnostico muy acertado de nuestra realidad y define las potencialidades que tenemos desde el punto de vista agroproductivo y establece metas posible de alcanzar en los seis años del Plan. De igual manera crea el marco de la Misión Agro Venezuela para lograr la disponibilidad de alimentos con producción nacional, con énfasis en la producción de cereales, leguminosas, raíces y tubérculos, frutales, hortalizas, carne bovina, aves, cerdo, huevos y leche, así como la pesca marina y continental y acuicultura.

Establece objetivos estratégicos y objetivos generales para alcanzar las metas en cultivos de vegetales de ciclo corto, tanto en siembra de secano como bajo riego; para ello se debe acelerar la democratización del acceso por parte de los campesinos, productores y productoras y de las distintas formas colectivas y empresas socialistas a los recursos necesarios (tierra, agua, riego, semillas, capital) para la producción. Incorporar el parque de maquinarias agrícolas privilegiando la organización colectiva para su uso. Fortalecer los programas de vialidad y electrificación rural.

1.4.3- Consecuente con las líneas de acción propuestas por el Comandante Chávez, es necesario asumir este punto íntegramente, pues se trata de las estrategias para alcanzar los objetivos en función de las metas establecidas, el mismo tiene su reforzamiento en la ley que crea la Gran Misión Agro Venezuela, que se desarrolla a partir de vértices transversales concebidos como la interacción de los factores estructurales y componentes fundamentales que históricamente han incidido en el desempeño de la agricultura venezolana, tanto en la producción, conservación, comercialización y abastecimiento, como de la fiscalización y seguimiento en todo el encadenamiento productivo. En este punto, el Plan de la Patria establece como políticas públicas el apoyo a la organización del sector rural y la participación del Poder Popular campesino en la planificación.

Los Objetivos Estratégicos y los Objetivos Generales tienen su reforzamiento en la ley que crea la Gran Misión Agro Venezuela y la Ley de Soberanía y Seguridad Alimentaria. En ésta última, están las Asambleas Agrarias y los Consejos Campesinos como actores en el proceso de planificación participativa en coordinación y concertación con los organismos competentes del ejecutivo nacional, de la planificación de los ciclos productivos de los rubros o grupo de rubros agroalimentarios.

De la relatoría que antecede y ante la presentación del nuevo Plan de la Patria 2019 – 2025, el cual viene reforzado con más de 30.000 nuevas propuestas, yo como actor social del desarrollo productivo en mi condición de campesino pequeño productor y además revolucionario de base, me planteo algunas interrogantes que son el motivo de mis reflexiones.

¿Cuánto habremos hecho mal o dejado de hacer del Plan de la Patria 2013 – 2019? ¿Acaso no están vigentes propuestas del Plan 2013 – 2019, esperando por su ejecución? ¿Antes de emprender nuevos ensayos, no será pertinente un profundo ejercicio de crítica y autocrítica para desentrañar fallas, errores y omisiones, en la ejecución de políticas de Estado?

En mi tránsito por los diferentes escenarios de participación política y social, he podido percibir que en nuestro proceso revolucionario hemos sido excelentes diseñadores de propuestas pero pésimos ejecutores de programas y muchos de los esfuerzos hechos han devenido en fracasos que no hemos sido capaces de reparar, porque tampoco hemos tenido el valor para reconocer los errores y menos para rectificar.

Tenemos que aprender a ser productivos. Éste es el reto que se nos plantea para complementar la lucha contra la guerra económica con posibilidades de éxito.

 



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