¡Ni siquiera la fe en Dios!

Entre las muchas cosas que la revolución bolivariana ha puesto al descubierto está la falsa vocación cristiana de algunos representantes de la iglesia católica venezolana, quienes "por mas que se tongonean siempre se les ve el bojote"; demostrando con palabras y hechos, lo engañoso y frágil de su apostolado que contrasta con la firmeza de sus prácticas cuando les ha tocado demostrar a que fieles defienden y cuáles son sus ángeles y cuáles sus demonios. En Venezuela y en el marco del proceso revolucionario, muchos de estos curas que se auto denominan "representantes de Dios en la tierra"-designación en la cual no ha estado presente la participación democrática que tanto exigen a otros- han dejado bastante claro hacia donde se dirige su " sacrificio por las almas en pena", y en qué se fundamenta su "profunda fe cristiana" reafirmando con ello que desde la llegada de Colón a nuestras costas hasta hoy, nos casaron con la mentira, obligándonos durante siglos a vivir con ella, por eso les parece que ese mundo de fanatismo y tabúes, sustentado en el temor y la bien simulada violencia, se les hunde cuando por alguna parte se asoma la verdad. Han sido numerosas las experiencias vividas en América Latina, limitándonos solo a nuestro continente- en que voceros y encopetados "emisarios del señor," se han prestado a servir como marionetas a gobiernos y sistemas opresores que comienzan por excluir y perseguir racial, económica y culturalmente a sus fieles, aplicando asimismo prácticas de desaparición y asesinato para imponer su sistema político, siempre en nombre de la fe, la obediencia, y todas las trampas burguesas ideadas para intimidar y atemorizar; lo que vienen haciendo desde que llegaron a América, empuñando una cruz, dando así los primeros pasos de subyugación contra los hijos de estas tierras, futuros soldados en las venideras luchas contra la monstruosa realidad del capitalismo actual. Capítulo aparte merecen ejemplares excepciones de figuras de la iglesia católica, quienes han sabido serle fiel a sus convicciones y prédicas, muchos sacrificando su vida por lo que creyeron; por eso hoy permanecen en la memoria y en los anales de la historia como consagrados militantes de su fe cristiana, que ni en los peores momentos, ni con los mejores ofrecimientos, cedieron un ápice en su creencia ni en su actitud y proceder junto a los sectores populares. Así podríamos hablar del cura Hidalgo mejicano que murió en la horca por practicar el legado de cristo junto a los pobres, los humildes, que se negaban a ser esclavos por la gracia de Dios y decidieron pelear por su independencia. Más cercano nos quedan los hermosos ejemplos del colombiano Camilo Torres y el salvadoreño Oscar Arnulfo Romero, ejemplos de un apostolado transparente y coherente con la obra del Jesús de Nazareth, de caminar siempre junto al desamparado, al que nada tiene. En Venezuela la mayoría de los jerarcas de la iglesia católica, hace tiempo que descubrieron que da mas dividendo y acceso a privilegiadas posiciones plegarse a los poderosos, a la gran burguesía y ganarse sus favores apoyando golpes de estado, llamando a la desobediencia civil desconociendo elecciones legítimamente democráticas y hablando mal del gobierno en sus misas donde acuden hombres y mujeres confiados en que oirá la palabra de Dios, nada mas lejos de la realidad, ya que los mercaderes del capitalismo, no hacen sino violar las leyes espirituales y las terrenales con sus mítines y arengas guarimberas olvidando aquello que dice la biblia, que no es otra cosa que quien traiciona al pobre traiciona a cristo. Es lo que en nuestro país hacen todos los días cardenales, obispos y curas, convertidos en operadores políticos de una derecha para la que solo el poder económico cuenta, y buscando ese objetivo y otros mas, que tienen mucho de terrenales y nada de espirituales, vienen hace tiempo utilizando a una iglesia católica que no ha tenido problema ni arrepentimiento de cambiar la fe por la comodidad y las prebendas que deja venderse al mejor postor, no importa si este es el mismo satanás con ropaje de empresario explotador, o politiquero, embaucador y manipulador de la fe y la confianza del pueblo humilde y trabajador; ignorando y despreciando la opinión y la misión del creyente ante los problemas sociales de la humanidad. Esta conducta pública de este sector de la iglesia ha dejado claro a tirios y troyanos lo falso de su discurso, y el fraude que cometen cuando desde un púlpito nos hablan de su gran preocupación por la suerte de sus hermanos los pobres, y su sed de justicia divina. Estos fariseos con sotana y una cruz en el pecho, ¿qué podrían criticar a Judas Iscariote por su traición al maestro?. Al menos Judas se arrepintió y se sintió indigno por el hecho, pero estos mercenarios de la fe cristiana que pululan en templos, parroquias y capillas venezolanas, ni siquiera eso. Por el contrario, disfrutan alentando al vandalismo político, al asesinato del adversario, al sabotaje electoral cuando los resultados no favorecen a quienes pagan sus servicios y, farseando su misión con sermones pastorales y su traición a quienes creen en ellos. Si de creencia se trata, difícilmente pueda creer un cristiano sano y puro, que el Dios de estos ¿clérigos? que piden la intervención extranjera en nuestra patria, que predican odio contra los que no piensan como ellos, que estimulan y difunden el método criminal para dirimir las diferencias, realmente nos cuesta creer que su Dios sea el mismo Dios de la Madre Teresa, de monseñor Romero, de José Gregorio Hernández, de Camilo Torres, y por que no también de Chávez, Fidel y todos esos que en su paso por esta vida lucharon por los desposeídos, los que sufren la injusticia social, los que pagan el pecado de ser pobres, los que solo poseen su fuerza de trabajo para que la aproveche el patrono y su fe cristiana para que la aprovechen los jerarcas de la iglesia, que desde las altas esferas se "sacrifican por los pobres de la tierra", callando lo que les conviene callar y mintiendo sobre lo que les conviene mentir sin importarles el daño que hacen al manipular la credibilidad que por su condición le tienen los que acuden a los templos, no a oír hablar mal del gobierno. Sino en busca de un mensaje de paz y fraternidad de quienes se supone esa es su misión en la tierra. El nivel de desprestigio al que ha .conducido la camarilla de una derecha ensotanada a la iglesia venezolana la sumió en una contradicción defendiendo al que explota, al que roba, al egoísta, al que manipula y engaña al pueblo y, enfrentando a un proceso de lucha que busca brindar protección y bienestar social, paz y tranquilidad a todos los venezolanos, predicando y enseñando a vivir una vida en fraterna hermandad y solidaridad. Cabe preguntarse ¿qué aportan estos disociados religiosos al propósito de una vida mas humanizada, a la construcción de un ser humano, al que le preocupa la problemática del vecino, que sienta dolor por el hambre y la falta de escuela para los niños pobres, la enfermedad del otro, la injusticia, el robo y la explotación del poderoso contra el débil. No negamos que existan religiosos que merezcan llamarse los mensajeros de cristo, por su coherencia filosófica, por su entrega y su práctica social; pero de lo que sí estamos seguros, es que no son los que se mantienen predicando odio contra la revolución bolivariana, blasfemando con un discurso ruín, fascista y mercenario, muy ajeno al que según dijo Jesús: "bienaventurados los pobres por que de ellos será el reino de los cielos". No sabemos a que cielo irán a parar estos curas reaccionarios y tarifados, que decidieron abandonar su misión apostólica para ganar indulgencia, no espirituales sino materiales por servir de voceros de los enemigos del pueblo, los mismos que cristo desalojó del templo por hambreadores y especuladores de la necesidad y el dolor ajeno. Tampoco sabemos si estos enemigos de los avances populares salvarán su alma, aun que por sus obras, pensamos que ya el diablo se apoderó de todas ellas, al estar tan lejos del cristo que consagró y dio su vida combatiendo la injusticia, el abuso, la humillación. De todas maneras también dudamos que puedan tener almas quienes se aprovechan de la fe cristiana para engañar al pueblo, traicionando su devoción y poniendo al servicio de los poderosos, lo mas puro y hermoso que tienen los pobres, los humildes, que es su convicción de que Dios no los engaña......Dios puede que no, pero los judas venezolanos hace tiempo lo están haciendo.

José Ramón Blasco. (Guameño).

Junio 2018



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Ramón Blasco


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