Subjetividad minada: "Somos lo que queremos" y "somos Venezuela" ¿Falacias ad populum?

El último tercio del siglo pasado se amalgamó la política con la publicidad y el espectáculo, era necesario que esa industria creara una realidad paralela que despolitizara al pueblo y lo deslastrara de la ferviente, guerrillera e irreverente década de los sesenta. Es así como se imponen los grandes clásico del cine hollywoodense y una forma de hacer televisión que domesticó al ciudadano hasta enajenarlo y alejarlo de la marcha de la nació, al punto de que las decisiones gubernamentales le incumbían muy poco; desconocía eso de los empréstitos, de las deudas con la banca multinacional, el rumbo de la industria petrolera, todo cuanto erosionaba cada día la capacidad de crecimiento y desarrollo de Venezuela no eras objeto de discusión pública. En esa época la vacuidad campeaba, al punto de que hacer sonar un pito posesionaba la propuesta política de un candidato, aquel famoso "pi-ñe-rú-aa", simil del "cam-bur-pin-tón" para afinar un cuatro.

A ese ritmo y forma, se impuso la falacia política. "El cambio va", "Ese hombre si camina, va de frente y da la cara..." o "El país necesita otra dirección para dar oportunidad a todos". Proposiciones que presumían ser verdaderas, pero en realidad, engañosas, que se potenciaban respaldadas por la foto de la candidata (Irene Sáez) o candidato besando a un niño o anciano en un barrio, por ejemplo. ¿Cuándo las falacias como esas dejarían de serlo? Cuando tales proposiciones o frases, no pendieran solas y fuesen el resultado a un argumento político coherente con la transformación de la realidad social a favor de los pobres; que implicasen una visión y una acción que incluyente. Pero eso nunca fue así.

En la actualidad, de modo recurrente vemos cómo se usa el verbo "ser" en plural, que implica identidad con los otros, relación de igualdad, la esencia de muchos fusionada. Y ese uso, en la forma de "somos" puede suponer la presencia de la falacia denominada ad péplum, argumento que presume ser verdadero, en el que el locutor es a la vez interlocutor.

Veamos en que se parecen o diferencian el "Somos lo que queremos" de Venevision, el "Somos lo que queremos ser", de Henry Falcón, que se ha publicitado muy poco, y el "Somos Venezuela" del movimiento de Delcy Rodríguez.

Debe entenderse que en determinadas circunstancias, cuando alguien afirma o reafirma, algo es porque existe una realidad en que están entredicho, supuesta, que es necesario resignificarla. En consecuencia, de las dos primeras proposiciones, se desprenden dos connotaciones importantes: en primer lugar, que quienes hacen tal afirmación no son lo que desearían ser, están inconformes, así como lo están los venezolanos con los que se asemejan, todos están en una situación de sujeción, sometimientos por un régimen, lo cual de modo abierto actores políticos han expresado; y en segundo lugar, que son libres de elegir lo que quiere, que no se les puede imponer nada, por lo tanto, no quieren a Maduro, el dictador ni a la dictadura.

Es sabido que ninguna expresión está aislada del contexto, de su mundo referencial inmediato.

Somos Venezuela, también apela a ese "todos" de la falacia, pero sin adjetivación, por lo cual supondría, la inclusión de todo el pueblo, de todos los colores políticos, pertenecientes a un mismo territorio dueños una misma riqueza de una misma identidad, como País Nación, Estado o Patria. Recuérdese que el movimiento que lleva ese nombre nace para hacerle seguimiento a la situación social de los más de dieciséis millones de personas que tienen el carnet de la patria.

 

 



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Aquileo Narvaez Martínez


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