13-A 2002 y el baño de agua fría de Chávez

Acabamos de salir de una celebración del 13-A-2002. Se coloca el acento en la celebración y en esa celebración por supuesto, se hace una reseña "machacona" al golpe de Estado. Nos los recuerdan, justo para que no se olvide, porque hasta se nos puede olvidar.

En una ligera evaluación o lectura de este proceso de golpe que "culminó" con un 13-A, pueden irse observando situaciones muy curiosas. Hoy 16 años después, continúa imponiéndose una frase, que aunque ya no se recuerda mucho, está ahí presente porque recoge la visión de los que se apropiaron del 13-A. "Todo 11 tiene su 13". Un día (13-A) alteró al 11-A. En esa frase, tal vez esté un desclasamiento de ese acontecimiento.

El episodio se ha escrito o estructurado con la versión de los que apropiaron del triunfo. Es una manera distinta, pero igual de esa versión que nos dice, que la historia escrita, siempre la construyen o explican los que triunfan. En este caso, el 13-A y su celebración, responde a los que se apropiaron de este triunfo.

No vi los detalles de esta nueva celebración 2018, pero se viene notando, un sesgo que coloca el acento en lo militar. Hay toda una trama o libreto que lo impone así. Las vocerías, las figuras que se destacan opinando, la presencia de uniformes militares todo eso configura la construcción de un cierto Meta mensaje. Este es el giro (la milicia) que ahora toma el 13-A

Se sabe, que el 13-A es el día de la milicia (Decreto Presidencial Nº 7.362, 12 abril 2010), más no es el día del Poder Popular. El 13-A no hubo milicia ni militares peleando en las calles y si pueblo. Curiosamente, el 13-A es el día de la milicia.

Hay imágenes del 11-A de fuerte confrontación social. Si recordamos, vemos a la meritocracia de PDVASA con los partidos de derecha y el apoyo incondicional de los medios avanzar sus fuerzas hacia Miraflores, centro del poder político. Vemos los que van cayendo producto de los francos tiradores y de la policía que le servía a los cambiaron la marcha hacia el centro del poder político. Esa marcha no hay nada simbológico, es una expresión real y concreta de una fuerza social y de una lucha.

Contrastan estas imágenes en todo, pero fundamentalmente en su claridad política de clase, con esa imagen (casi papal) de Chávez con un Cristo en la mano pidiendo perdón y perdonando.

Veo un Chávez con un Cristo en la mano pidiendo perdón y perdonando. Eso recuerdo. En ese gesto, hay detalles que Chávez pudo asumir muy conscientemente o no, pero que merecen una lectura ahora desde otro ángulo.

Si nos ubicamos en ese hecho muy concreto, no le será difícil recordar que Chávez asume un mea culpa. Como que comparte la idea que lo que llevó al golpe fue el exceso de discurso radicales y la falta de conciliación. Acuérdense que inmediatamente, José Vicente Rangel asume la vocería de la "solución" (El diálogo) que encontró Chávez para llevar esto por buen camino. No fue que los dos proyectos se confrontaban o entraban a una fase más radical de las contradicciones.

Veo a Chávez, como lo sugirió mi amigo Julio Ulloa con el conversaba parte de ese episodio, echándole un baño de agua a fría a la lucha que despertaba con el 13-A. En el caracazo, no hubo perdón. La represión enfrió esa espontanea movilización. El 13-A, Chávez tal vez sin quererlo impuso una dinámica, que es la que ahora vemos: Aguantar, soportar la carga y dejar de pelear para dejar que el azar y la suerte intervengan, pero la lógica del capital imponiéndose.

Por eso tal vez, el 13-A se celebra como una fecha.



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Evaristo Marcano Marín


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