La revolución desde la opulencia

Decía hoy un muy conocido representante del gobierno, en un discurso encendido, que: "Para salvar la patria hay que resistir lo que sea". Eso suena patriótico, justo y necesario.

Con lo que voy a decir sobre eso, no faltara algún trasnochado de las redes, ósea un WEB ON, que diga que soy un escuálido, antipatriota, golpista y guarimbero. Bueno, como dijo el señor aquel de cuyo nombre no quiero ni acordarme, "Ni lo uno, ni lo otro sino todo lo contrario".

No tengo vocación de vende patria, ni de abandonador de posiciones (léase traidor), ni nada parecido. Pero la verdad sea dicha: el pueblo hoy vive una verdad dura y casi insostenible.

Decir, que hay que resistir lo que sea para salvar la patria, es hasta poético y en verdad hay que hacerlo. La patria, como lo dice Chávez en su plan: "Es el bien más preciado que tenemos", o como lo dijo el panita Ali Primera: "La Patria es el Hombre".

"Resistir lo que sea" desde una caravana de camionetones, alojándose en los mejores hoteles de la patria y comiendo las mejores comidas del chef gourmet, es un sacrificio arrecho.

Ahora, la realidad del pueblo de a pie es muy diferente.

Primero. Para poder medio comer hoy, los representantes de una familia promedio de 2 o 3 hijos en edad de niños y adolescentes, tienen que tener dos trabajos cada uno. Y eso solo para comer, no le alcanza para unos zapatos que una semana cuestan 160 mil y la semana siguiente 350 mil bolívares.

En verdad, el caso del pan de cada día es una situación insostenible. El pueblo hace esfuerzos sobre humanos para proveerse de la cantidad mínima de alimentación diaria y sobre todo que los niños puedan desarrollar su vida dentro de lo que se pueda llamar una normalidad.

Los claps, serian una excelente respuesta a la crisis, si no fuesen tan erráticos e inconstantes.

Segundo. Está en marcha un golpe de transportistas. La situación del transporte público es crítica. Y no por las excusas que quieren meternos los aupadores del golpe sobre ruedas, con las mentiras de que no tienen cauchos, repuestos ni gasolina y vienen fomentando una operación morrocoy donde el gran perdedor es el pueblo mismo.

Si una línea tiene 30 o 40 camionetas de pasajeros, como el caso de la línea de Las Guacamayas del municipio Ribas del estado Aragua, solo salen a trabajar 4 o 5, creando el caos y la zozobra en la población. Y quienes están más desinformados dicen: "Maduro tiene al país hecho una mierda".

Es cierto que la especulación campea con los cauchos y los repuestos, pero también es cierto que no todos los días tienen que cambiar cauchos y repuestos. Así mismo, el pasaje ha sufrido incrementos constantes y en proporciones desorbitantes.

Por ejemplo, el pasaje desde La Victoria hasta Cagua, Aragua, con un recorrido de 30 Km. Aproximadamente, hasta hace unos meses estaba en 35 bolívares, hoy cuesta 750 bolívares y siguen haciendo presión para aumentarlo. Amén de que transitan por la autopista regional del centro con 80 pasajeros y la capacidad de la unidad es de 32 puestos. Esa es la realidad de hoy.

La tercera maldición del faraón, que es verdaderamente una calamidad pública, es la falta de dinero en efectivo y el caso de que los puntos de venta no funcionan, o funcionan con tal lentitud que colma la paciencia y la tranquilidad del pueblo venezolano.

Sudeban ha emitido comunicaciones al respecto, para corregir en alguna proporción o manera la situación, pero no le paran bolas ni propios ni extraños y si no me cree vaya al Banesco, al Venezuela o al Bicentenario a cobrar un cheque o a sacar dinero de un cajero automático.

Esas tres situaciónes tienen al país de cabeza. El pueblo anda entre la arrechera, la desesperación y la desmoralización de ver que trabaja y trabaja y no le alcanza ni para comer, no tiene como trasladarse ni siquiera a su lugar de trabajo y no consigue dinero en efectivo ni para tomarse un café.

La Asamblea Nacional Constituyente, me da la impresión de que se diluye en los discursos, el protagonismo político y el convertirse en un trampolín para algunas personas lanzarse a cargos en la escena política actual de Venezuela. Hasta el momento la guerra económica la tiene neutralizada.

Al presidente Maduro a veces lo advierto desesperado en el discurso. Pidiendo más acción a sus colaboradores y responsables de hacer realidad las ideas del gobierno ante la crisis. Por momentos lo veo secuestrado de sus propios aduladores que no le dicen toda la verdad de lo que esta pasando en el país. Pero igual tiene la última palabra, o reacciona o finalmente la guerra económica gana la batalla final, que solo lograra el levantamiento del pueblo con las consecuencias que ya conocemos.

¿Hasta dónde y hasta cuando soportará el pueblo la crisis actual?



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Carlos Jesús Rivas Pérez


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