Cambió toga por capucha

Siempre hemos creído que los procesos revolucionario son como los ríos crecidos. Primero es la fuerte creciente que desborda los cauces con la carga de todo cuanto encuentra a su paso y que luce como una carga homogénea, con árboles, escombros, flores, plantas acuáticas, animales y demás elementos que arrastra la corriente en su furiosa carrera.

Luego viene el reposo de las turbulentas aguas que aun copando el cauce continúan su rumbo al encuentro con su destino. Tras ese reposo viene el proceso de decantación. Hay los elementos que siguen en la corriente haciendo parte de su movimiento, mientras otros se quedan en las riberas y el agua que en principio era turbia y arrebatadora se torna clara, transparente y benigna transitando por el lecho, dejando atrás a cuantos la abandonaron.

Así es la revolución, en principio mucha emoción, muchos voluntarios, con aparente entrega pero sin mucha convicción y hasta "carritos formula", que quieren recorrer el tortuoso camino con una sala arrancada. Estos lamentablemente para ellos y para beneficio del proceso son los que retroceden con la misma velocidad que avanzaron, cuando encuentran el primer obstáculo. Por eso son mejores los tractores de oruga, que avanzan lentos, pero seguros y aferrados al piso.

Otros convierten la emoción en convicción y se tiemplan en la fragua popular al calor de las luchas del pueblo empoderado, que se organiza para la defensa de sus conquistas y en el caso venezolano, para defender el legado del Comandante Hugo Chávez, de los enemigos externos y endógenos que también los tiene. Surgen también los voluntarios, que hacen de ese voluntariado un movimiento acerado al abrazar los principios revolucionarios con sentido de pertenencia y pertinencia social para encajarse la revolución en lo más profundo de su ser, para llevarla en el corazón y morir por ella, antes que llevarla en la boca para vivir de ella.

Desafortunadamente en el devenir de este complejo proceso, nos encontramos también con actores que de toda la vida los miramos y conceptuamos, templados como el acero, pero que "a la hora del te" o de "las chiquiticas", como reza otro decir popular, nos resultan mas maleables, que el estaño, pero como dicen los creyentes, " de todo hay en la viña del señor".

Por eso aunque nos duela tenemos que aceptar con hidalguía cuando algún camarada de esos que creímos con temple de acero, se nos convierte en plomo o estaño y se pasa al lado contrario,. gajes y bagajes. Es su conciencia, es su decisión, es su naturaleza, la que está diciendo presente y por ende no debemos odiarles, guardarles rencor o tratar de descalificarlos después que los enzarzamos. Errar es de humanos y por eso no podemos sentirnos culpables o avergonzados. No tenemos la varita mágica del Hada madrina para vislumbrar el futuro o para leer el pensamiento de nuestros semejantes.

Son parte de las contradicciones que se dan en todo proceso. Por ejemplo hace un año, quien se iba a imaginar que la Fiscalía del Ministerio Público iba a sufrir la metamorfosis que hoy embarga y que hace que mire "el mundo al revés", como dijera el insigne Eduardo Galeano.

Es doloroso tener que reconocer que nuestra apreciada doctora Luisa Ortega Díaz, de la noche a la mañana se haya despertado con la "pesadilla", de que estaba en un camino equivocado y que en vez de acompañar a sus iguales, su puesto estaba al lado de quienes la persiguieron desde su época de liceísta, hasta el momento que vio, al igual que los dirigentes de la MUD, la ruptura del hilo constitucional y que los santitos, pacíficos, que queman seres humanos vivos en sus manifestaciones "pacíficas", que incendian preescolares, con niños dentro, que destrozaron la sede del Ministerio Público, que arrasan con los CDI (Centros de Diagnóstico Integral), donde el pueblo recibe atención médica, que asedian hospitales, que incendian y saquean depósitos de medinas, que destruyen flotas de transporte público, que atacan a la fuerza pública con armas de fuego, secuestran urbanizaciones y colocan guayas guillotinadoras en la vía pública, no deben ser detenidos porque con ello no se soluciona la crisis. Todos recordamos, como a partir del 6 de enero de 2016, desde la Asamblea Nacional, ella, como Fiscal General, junto con las rectoras del Consejo Nacional Electoral y las Magistradas del Tribunal Supremo de Justicia, pasaron de ser respetables funcionarias y honorables damas venezolanas a ser catalogadas como malandras, malviviente, cagonas, incompetentes, alcahuetas de la dictadura y paremos de contar, porque es larga la lista de flores y claveles que que Henry Ramos, Allup, Henrique Capriles Radonsky y demás dirigentes de la (CD-MUD) le lanzaban desde el recinto legislativo, en los actos de calle y frente a los medios de comunicación social, nacionales y extranjeros.

Quienes creímos en su integridad revolucionaria, en su ética y valentía para enfrentar a los violentos, que incluso la amenazaron de muerte, vale recordar cuando propuso a la Asamblea Nacional, la Ley de Medios, para enfrentar la guerra mediática, como la vilipendiaron y su estoicismo y firmeza continuaron intactos, orgullosa de su investidura y las diligencias por la justicia y la paz, no podemos menos que confesar profundo dolor al ver que nuestra querida fiscal, cambió la toga por la capucha.



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Cástor Díaz

Periodista CNP 2414

 cd2620@gmail.com

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