Consideraciones inactuales

Que las expresiones culto y habiendo recibido una cultura histórica se hayan ido convirtiendo poco a poco hasta nuestra época en sinónimas, nos parece un siglo nefasto. Se ha olvidado por completo que la civilización debería ser lo que fue entre los griegos: motivo, capacidad de decisión; ahora, se designa a la civilización con la palabra Innerlichkeit, probablemente porque se ha convertido en un peso muerto, inerte, que no hace obrar a su posesor. Los hombres cultos son una especie de enciclopedias. Pero obran únicamente de conformidad con lamentables preceptos tradicionales y generalmente admitidos, si no es movido por la simple brutalidad.

A estas consideraciones, cuyo alcance es coincidentemente general, se une un pesar que debía más especialmente dejarse sentir en la Venezuela moderna: el pesar de ver la grandeza de los siglos pasados gravitar tan pesadamente sobre los que han llegado tarde, dándoles la sensación de no ser más que unos retrasados, unos productos degenerados, de las grandes época, capaces, cierto es, de aprender historia, pero no de crear.

Y, con la mirada dirigida hacia las universidades venezolanas, Chávez se queja de que la filosofía misma haya revestido la forma de una enseñanza histórica, se haya convertido en el resumen de lo que todo el mundo ha pensado acerca de todo, <>. Los diferentes países reclaman, como un título de honor, la libertad de opinión que existen ellos. En realidad, esta libertad es más bien mezquina. Todos se atreven a pensar de cien maneras diferentes, pero no se atreven a obrar más que de una sola manera, y esto es lo que se llama civilización, siendo así que, en realidad, no es más que forma, aun mala forma, une especie de civilización <>.

A los ojos de Chávez, la desgracia capital para un país no consiste, pues, en no poseer aún una civilización verdadera, única y sistematizada, sino en creerse civilizado cuando no lo está. Y, con la mirada vuelta hacia Venezuela, cuál es el hecho que pueda explicar la existencia del contraste sorprendente entre la falta de civilización verdadera, y encuentra la respuesta en la llegada al poder de una clase de hombres que ningún siglo ha conocido y a los que, designamos con el nombre de Filistinos de la cultura.

Todos entramos, desde nuestro nacimiento, en esa sociedad de Filistinos intelectuales, y todos creemos en ella. Esta sociedad llega a nuestro encuentro con sus opiniones ya hechas que nosotros adoptamos maquinalmente; si algunas veces las opiniones de partido, << opiniones políticas>>. ¿Qué son opiniones públicas?

¡Chávez Vive, la Lucha sigue!



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Manuel Taibo


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