Para frenar ataques desde la OEA y otros frentes, Venezuela debe examinar a fondo la nueva situación política de EEUU desde que Donald Trump es Presidente.
De mi visita académica a varias de sus instituciones en Washington y otras ciudades (enero 2017), confirmé que allá hoy existen dos bloques en disputa, por un lado, el partido derrotado, CNN y otros que integran una coalición de poderes fácticos (establishment) que se opone a Trump y desea el final adelantado de su mandato; y por el otro, está Donald como primer mandatario, buena parte de su partido, el congreso y sus amigos billonarios.
Ambos bloques son de la clase social capitalista, pero a pesar de ello sigue siendo un intenso forcejeo entre rivales y esto debe ser apreciado por Venezuela a la hora de estudiar posibles acciones que abran camino a la necesaria coexistencia pacífica entre Caracas y Washington.
Por ejemplo: el bloque anti Trump se autoproclama también contra Putin, mientras que el bloque pro Trump procura retirarle sanciones al ruso y con él establecer importantes "oil deals" (grandes convenios petroleros). En política exterior, Trump prioriza el interés comercial por encima de la discusión politizada sobre derechos humanos y la calidad de las democracias extranjeras.
Esto bien puede extenderse hacia los amigos del país exsoviético, entre tales, Venezuela; y para tales fines el mediador ideal sería Putin. Hipotéticamente hablando: Maduro sería como Fidel Castro, Putin sería Nikita Krueschev, y Trump sería John F. Kennedy; el resultado sería un acuerdo de no agresión similar al que resolvió la crisis de los misiles nucleares entre Cuba, EEUU y URSS en 1961.
Cuando el bloque anti Trump gobernaba en EEUU, la MUD era su mejor amigo. Pero ahora es diferente y a esto se debe el lobby desesperado de la MUD en el norte buscando recuperar apoyos vitales que durante la era de Obama le pertenecían pero que hoy con Trump son muy inestables.
