¿Elecciones?

Pensando en el análisis sobre la interesante coyuntura electoral latinoamericana, no pude evitar el recuerdo de un magnífico libro de nuestra querida Argelia Melet publicado a mediados de los setenta bajo el título “La crisis y las definiciones”. Tiempos del Movimiento Político RUPTURA, en los que sosteníamos con fuerza revolucionaria y rigor científico que el sufragio, en las democracias liberales burguesas, es una forma de enajenación de la soberanía popular.

Las recientes experiencias electorales en Perú y México confirman esa tesis. El Bloque de Poder, las oligarquías lacayas del imperialismo, activaron todos los mecanismos para el fraude. Las opciones Humala y López Obrador, las que encarnan el sentimiento emancipador de los pueblos de ambos países, fueron truncadas con arreglo al dictamen de Washington. Pero también en Colombia, bajo un atroz operativo de terrorismo de Estado disfrazado de paramilitarismo, las oligarquías usurparon la soberanía popular imponiendo por fraude a su candidato en 2002 y reeligiéndolo en 2006. Porque el imperialismo y las oligarquías si aplican abiertamente la combinación de todas las formas de lucha. Tratan de ganar las elecciones como sea, pero si las pierden, dan golpes de Estado, invaden países, atacan con mercenarios, cualquier cosa con tal de recuperar el poder perdido.

El sistema de partidos, inherente al modelo democrático burgués -esa farsa que llaman la democracia representativa- se las ingenia para impedir el avance de las alternativas electorales comprometidas con el pueblo trabajador. Recordemos los fraudes masivos contra Luís Beltrán Prieto Figueroa en 1968 y contra Andrés Velásquez en 1993. En ambos casos los grupos de poder utilizaron los medios de difusión masivos como punta de lanza y al aparato electoral estatal como herramienta conservadora de su hegemonía. Eran los días del “acta mata voto” que una minoría inmoral quiere revivir.

Ese perverso sistema de partidos vigente en Perú y México, hizo posible la burla de la voluntad popular. Tal vez, en el caso mexicano, sea ésta la hora desencadenante de la caída del bipartidismo PRI-PAN, si la radicalidad revolucionaria de López Obrador no tuerce el brazo. Pero, en todo caso, queda demostrado que el sufragio por sí solo, no garantiza la democracia. De allí el pánico que las oligarquías del continente y Washington en particular, le tienen a la democracia revolucionaria fundada en Venezuela a la luz de la Doctrina Bolivariana y el Socialismo del Siglo XXI. Democracia participativa y protagónica, si le quieren poner apellidos.

El escenario nuestro, el de las presidenciales de diciembre, se nos presenta como un caso realmente curioso e insólito de intervención imperialista. Esa sutil modalidad de intervención es la mediación por ONG. Porque más allá de las acostumbradas declaraciones de los funcionarios del Pentágono sobre asuntos internos de Venezuela o la campaña abierta que mantiene el Embajador gringo por todo el país, está la bochornosa participación de ese vergonzante grupo de conciudadanos organizados en Súmate y quienes les hacen el coro. Estas personas juegan un papel clave en la estrategia imperialista de impedir que consolidemos la verdadera independencia. El hecho de ser financiados con dólares de la muerte, dólares del hambre, dólares malditos, los hace indignos de llamarse venezolanos. Son traidores a la Patria y punto.

Pero, mosca, que perdiendo las elecciones, como en efecto ocurrirá por diez millones de conciencias, intentarán otras formas de lucha.


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Ildefonso Finol

Economista. Militante chavista. Poeta. Escritor. Ex constituyente. Cronista de Maracaibo

 caciquenigale@yahoo.es      @IldefonsoFinol

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