No es El Niño

Según la opinión de los técnicos conocedores de las características del embalse de Guri – reportajes en la prensa o entrevistas en la TV – no es el llamado fenómeno de El Niño la causa fundamental del bajo nivel del embalse. Así como tampoco, las gravísimas fallas de agua en ciudades y poblaciones del país.

El Niño es un fenómeno natural que cumple el ciclo de sequía, seguido del ciclo de abundantes lluvias. En consecuencia, es previsible y permite desarrollar planes para evitar las escaseces y calamidades que ocasiona.

Embalse de Guri.

En el caso del embalse del Guri, la amenaza de paralización de las unidades generadoras de hidroelectricidad, se dice, ocurrirá en los próximos 15 días. No será por el fenómeno de El Niño, como lo pregona el gobierno, sino, por el pésimo manejo que durante años se le ha dado al potencial del embalse. Para encubrir los frecuentes apagones y sembrar la idea de gran diligencia en el suministro de electricidad, se recargó de tal manera la utilización del embalse, que lo llevaron al nivel crítico en que se encuentra, y a la necesidad de paralizarlo -máximo en 15 días - para evitar daños a las turbinas generadoras de electricidad.

La construcción de la presa comenzó en 1963 y entró en servicio en 1978, luego de larga espera para el llenado del inmenso lago artificial de 4.250 kilómetros cuadrados con capacidad para almacenar 135 mil millones de metros cúbicos. Era el embalse más grande del mundo que competía con la presa de Asuán (Egipto) y fue desplazado por la presa Las Tres Gargantas (China). El gran tamaño del lago artificial dio para especular si una masa de tal magnitud podía desbalancear la rotación del planeta.

Ese gran potencial de agua que puede almacenar Guri, aun cuando tenga mínimo ingreso – situación actual - le da capacidad para tres años de funcionamiento. Ahí es donde aparece la ineptitud oficial en el manejo del embalse. En la medida que se fueron paralizando las grandes termoeléctricas por falta de mantenimiento (repuestos, combustibles, lubricantes), o no se cumplieron los planes de instalar otras, para atender el creciente aumento de la demanda, al Gurí lo reutilizaron para tapar las fallas, los constantes apagones en ciudades y poblaciones y así el gobierno dar la sensación de eficiencia, como dicen en el pueblo, "cantar por andar alegre". De donde resulta que, la capacidad de tres años que tiene el embalse, se malgastó en un año. Un escritor y analista político me comentaba – "Tenemos que salir a comprar velas y hielo antes que comiencen las colas." Pronóstico para las próximas semanas.

Pero, lo más angustiante en el bajo nivel de agua del Guri, está en la imposibilidad de alcanzar de nuevo la cota más alta, lo cual requiere de muchos años y largos períodos de lluvia, lo cual se tornaría cada vez más difícil, frente al demencial proyecto minero del gobierno de intervenir las nacientes del Guaiparú, el Icabarú que alimentan la cuenca del Caroní, como también intervenir la cuenca del rio La Paragua.

El pronóstico es dramático con ribetes de tragedia nacional. El Guri no volverá a alcanzará su cota más alta, sería necesario la repetición del diluvio de la Leyenda de Gilgamesh, que figura en la mitología asirio/caldea, y reaparece en la Biblia junto al risible relato de Noé y su arca (superpanamá) cargada con 14.000 contenedores repletos de animales. El desastre nacional causado por el mal manejo del embalse, es la gran amenaza que se cierne sobre la economía del país, agudizada por el demencial proyecto minero del gobierno.

Acueductos, suministro de agua.

¡Gran desastre nacional! Ciudades y poblaciones sin agua para el consumo. Y de nuevo, aparece El Niño, cargando con la culpa. Pero, la verdadera responsabilidad está en la desidia de los gobernantes a escala nacional, regional y local, por su incapacidad de prevenir la escasez que ocurre con cada temporada de sequía. De manera que no es por el ciclo de El Niño, sino, por la ineptitud de quienes asumen la administración de las comunidades (municipios) y peor aún, la administración regional y nacional.

Los límites del crecimiento existen, así se señale a Malthus o al Club de Roma como los bandidos que inventaron el concepto. La historia nos enseña que todas las ciudades surgieron a la orilla de un río: Londres (Támesis), Roma (Tiber), Paris (Sena), Viena (Danubio), Caracas (Guaire),

Bailadores/Tovar/Santa Cruz (Mocotíes). Hace años, esos ríos servían el suministro de cada ciudad. Hoy, en el caso de El Guaire y el Mocotíes, son cloacas inmundas.

Si las ciudades y poblaciones de Venezuela tienen el río que les dio origen, convertido en cloaca, los acueductos que surten las poblaciones utilizan las pequeñas nacientes que están en sus aledaños (microcuencas), cuyo volumen es muy escaso. Es ahí donde surge el problema del suministro, que no es por el fenómeno de El Niño, sino, por el desbocado crecimiento urbanístico, que no toma en consideración los límites del crecimiento, al no considerar el suministro de agua como cuestión vital. Suministro de agua que hoy es el mismo de hace 50 años, por cuanto las microcuencas son las mismas, con el gravísimo problema que día a día están más degradadas, más deterioradas por cuanto los urbanismos se han extendido hasta sus vertientes y cabeceras o han sido dedicadas a la agricultura, la cual trae el uso de pesticidas que, por la escorrentía causada por la lluvia, contamina las aguas. Todo ocurre ante la mirada absorta de los gobernantes. En Tovar, por ejemplo, hace veinte o treinta años teníamos suministro de agua veinticuatro horas al día. El agua llegaba directa del acueducto al grifo, no había depósitos en las casas. La población era de unos 10.000 habitantes. Hoy, con una población de 32.000 habitantes, el suministro de agua se fue restringiendo y de 24 horas al día, pasamos a seis horas cada tres o cuatro días. En estos meses, por causa del calumniado fenómeno de El Niño, se recibe agua cada quince días. De manera que no es el imberbe Niño, la causa, es el demencial crecimiento urbanístico sometido al populismo de los gobernantes, más la desmedida codicia de las empresas constructoras, más la indiferencia, desidia de los habitantes que viven despistados de su propia realidad, pensando en pajaritos preñados.

El demencial plan habitacional del gobierno, soluciona un problema: vivienda, pero, desata infinidad de problemas, entre ellos uno que resulta vital: ¡AGUA! Se pisotea el derecho de la MAYORÍA APOSENTADA, para atender el derecho de la MINORIA ANEXA. La solución habitacional que propone el gobierno, deja sin suministro de agua a unos y a otros. Ahora no hay agua para nadie.

Los demenciales planes de vivienda, sin tomar en consideración el suministro, es la causa fundamental de la falta de agua. La previsión y el buen gobierno sería la fórmula para impedir que la presencia del Niño, sea tan funesta, tanto para el suministro de electricidad, como, para el suministro de agua en los acueductos de ciudades y poblaciones del país.

Dónde está la solución.

¿Por qué no imitar el proyecto que en Libia realizó Kadaffi con la construcción del Gran Rio Artificial de miles de kilómetros para el suministro de las ciudades y para el desarrollo agrícola en el litoral libio?


Recursos acuíferos - Agua subterránea - Embalses o depósitos - Tubería terminada / planificada Ellen Brown. Global Research. Grandes sistemas acuíferos

¿Dónde está la solución? La solución política está: de una parte, en tener gobiernos realistas y no gobiernos demagogos y populistas; y de otra parte, la solución física está en la construcción del gran acueducto nacional con agua traída de la red hídrica de Guayana, esa que el gobierno pretende destruir con su demencial proyecto minero. Con agua límpida, cristalina de Guayana, por medio de una gran red de acueductos, suministrar agua a Nueva Esparta, Paraguaná, todo al litoral norte y las ciudades: Caracas, Maracay, Valencia, Barquisimeto. ¿Qué es más importante? ¿Construir oleoductos para transportar petróleo y gas; ferrocarriles y autopistas para el transporte; o construir acueductos para el suministro del líquido vital que reclaman los centros poblados del país?

¡Agua en abundancia hay! Lo que no hay es cordura, racionalidad para jerarquizar los problemas del país. ¿Qué es más importante? ¿Un oleoducto o un acueducto? ¿Por qué priva el interés por las divisas en dólares por sobre el bienestar de la población en algo tan vital como el suministro de agua potable? ¿Qué es más importante? ¿Dos o tres puentes sobre el Orinoco o un gran acueducto que suministre agua a las ciudades sedientas, lo cual haría intocable las selvas de Guayana, sus fuentes de agua que, no sólo constituyen el gran potencial eléctrico del país, sino, que pasarían a ser la fuente fundamental, vital de suministro de agua potable para el consumo nacional de la población.

Kadaffi con la construcción del Gran Rio Artificial mostró el camino que seguirá la humanidad en el futuro inmediato, construir kilométricos y costos acueductos para transportar el agua hasta los sitios donde están las poblaciones sedientas o las tierras para la agricultura. La humanidad puede prescindir de todo, menos de agua y alimentos.

Si en Guayana poseemos esa extraordinaria riqueza ¿Podemos permitir que el gobierno con su fracasado proyecto económico - tiene nombre propio - pretenda destruir el recurso más sagrado que poseemos los venezolanos en los bosques, selvas y red hídrica de Guayana? Todos quienes de verdad, sin histrionismo patrioteros ni chovinistas, llevamos en el pecho y en la mente el gentilicio, levantemos el dedo acusador contra el demencial proyecto minero del gobierno y las transnacionales.

¡No a la mina! ¡Si a las selvas, bosques, tepuis y agua de Guayana!



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León Moraria

Nativo de Bailadores, Mérida, Venezuela (1936). Ha participado en la lucha social en sus diversas formas: Pionero en la transformación agrícola del Valle de Bailadores y en el rechazo a la explotación minera. Participó en la Guerrilla de La Azulita. Fundó y mantuvo durante trece años el periódico gremialista Rescate. Como secretario ejecutivo de FECCAVEN, organizó la movilización nacional de caficultores que coincidió con el estallido social conocido como "el caracazo". Periodista de opinión en la prensa regional y nacional. Autor entre otros libros: Estatuas de la Infamia, El Fantasma del Valle, Camonina, Creencia y Barbarie, EL TRIANGULO NEGRO, La Revolución Villorra, los poemarios Chao Tierra y Golongías. Librepensador y materialista de formación marxista.

 leonmoraria@gmail.com

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