El perdón no existe

El presidente de México, Manuel López Obrador, envió una carta al Vaticano y otra al monarca español, en la cual les solicita "pedir perdón a los pueblos nativos de América (en concreto México), por los crímenes, atrocidades y genocidios de la conquista y evangelización a partir de 1492" y le faltó, "durante 500 años", por cuanto, las empresas capitalistas transnacionales españolas (Repsol, Endesa, Unión Fenosa, Iberdrola, Pescanova, Calvo, bancarias y otras), actúan, hoy, con la misma alevosía de los primeros conquistadores. Luego de 500 años, en España no han hecho la autocritica por los horrendos crímenes del pasado colonial, prueba de ello son sus empresas capitalistas transnacionales que se instalan en los países latinoamericanos con la misma soberbia y prepotencia de frailes y conquistadores que vinieron hace 500 años, ahora, para colonizar "sudacas", como denominan con desprecio a los habitantes de los países latinoamericanos. El vocablo "sudaca", según cuentan los turistas, es muy común oírlo en el aeropuerto de Madrid, expresión del odio y resentimiento que conservan en España contra los nativos de Latinoamérica por haber dejado de ser colonias y conquistado la independencia del yugo español.

En nuestros escritos venimos diciendo, "El perdón no existe" y nos hacemos la pregunta "Si el perdón existe ¿Para qué infierno?" La pregunta puede resultar tan elemental que peca de ingenua o de presunción, por cuanto negar el Infierno, creencia universal, es desmontar su estructura mitológica. Sin Infierno no hay Cielo y sin Satanás no hay Dios (Ley de los contrarios). De manera que eso de pedir perdón carece de sentido, no pasa de expresión hipócrita o simple fórmula de cortesía. Lo que debemos hacer los latinoamericanos es meter en un saco el lastre de oprobio de la conquista y la colonia, romper con quienes conquistaron, colonizaron, saquearon las riquezas, se llevaron todo, cambiaron las costumbres, la religión, las palabras, no dejaron nada. Y eso que sólo permanecieron 300 años. ¿Qué tal si, como los árabes en España, hubieran permanecido 700? Con la diferencia que la cultura árabe no impuso ni su religión ni su idioma ni la buena costumbre del baño. En España no se habla árabe ni se venera a Ala y la gente no se baña, hieden a pecueca, feromonas y sobaquera. La cultura de España es la que le llevaron los árabes que, civilizaron a Europa, la sacaron del oscurantismo de la Edad Media, impuesto por el catolicismo. ¿Qué sería de nuestra América si los españoles, como los árabes en España, hubieran sido respetuosos de la cultura de los pueblos aborígenes (aztecas, mayas, incas, chibchas, caribes, araucanos, tainos)? Todo el odio acumulado en la guerra contra los árabes, lo trajeron a América y lo lanzaron contra las etnias americanas para robarles la tierra, riquezas, tesoros, destruir templos, creencias, códices, lenguas, por cuanto según los curas doctrineros, todo era signo de herejía.

Para justificar sus crímenes propalaron la mentira del canibalismo. Señalamiento carente de la más elemental lógica, por cuanto choca con la característica más notoria del continente: la abundancia de su fauna y flora. El vocablo caníbal surgió del nombre Caribe, la etnia que poblaba el territorio que hoy es Venezuela, con ríos, lagunas y lagos pobladas de peces. Selvas y bosques con diversidad y abundancia de frutos. Extensa llanura habitada por bandadas de aves de las más variadas especies y plumajes. Riquísima fauna de mamíferos: venados, tapires, pumas, monos. Tortugas, caimanes, culebras. ¿Canibalismo (antropofagia) en medio de tantísima abundancia? ¡Qué contrasentido! En Europa se practicaba la antropofagia en tribus y naciones del Norte. Los vikingos eran antropófagos, comían a los combatientes más aguerridos para recibir su energía vital. En Roma, los gladiadores muertos en combate, eran exhibidos a la puerta del anfiteatro, donde la gente venía y bebía la sangre que manaba de las heridas, para recibir su fuerza. Este concepto de transferencia de fuerza y energía vital, surgido en las hordas del Paleolítico, el catolicismo lo toma, lo eleva a los altares, y en la misa lo transforma en rito y culto por los pases mágicos que el sacerdote le realiza a la hostia y la transforma en el cuerpo y sangre de Cristo para ser comido por los feligreses en acto masivo de antropofagia. Es de ahí de donde surge el concepto de canibalismo, inventado por los curas doctrineros, para atribuírselo a las etnias americanas. ¿Antropofagia en el continente de la abundancia? ¡Qué disparate!

Sobre el carácter "manso y dulce" de los aborígenes americanos, deja constancia el propio Colón en su Diario de abordo, al no poder evitar el asombro que le produce el desprendimiento y benevolencia de los indígenas con quienes entabla relaciones. De la contemplación de aquella abrumadora amabilidad sólo hace reflexiones de verdugo y escribe "¡Qué fáciles de cristianizar! ¡Qué fáciles de someter! ¡Qué fáciles de someterlos a los Reyes Católicos! ¡Qué fáciles de explotar! ¡Qué fáciles de vencer! ¡Qué fáciles de esclavizar! ¡Qué cobardes!" Si esta fue la primera impresión que tuvo Colón, y lo escribe y deja constancia ¿Por qué ocurre luego en todo el continente el horrendo Holocausto de la Conquista y la Colonia? Si holocausto denominan la muerte de los judíos en los campos de concentración nazi ¿Qué vocablo utilizar para los catorce millones de aborígenes muertos en los primeros 25 años de la conquista? En Cuba, Puerto Rico y Dominicana, de la etnia "taina", no quedó indio ni para muestra. ¡Esto si es holocausto!

Evangelización y Conquista formaron un solo frente: la cruz, la espada y el arcabuz. Conquistadores y frailes marcharon de la mano por todo el continente y se aposentaron a sangre y fuego en los sitios donde estaban establecidas las grandes civilizaciones americanas.

Se dice que España trajo la civilización. ¿Cuál civilización? ¿La de la esclavitud, la servidumbre, el saqueo y rapiña de las riquezas, la enfermedad, las epidemias, la propiedad y con ella la filosofía de avaricia que la caracteriza? El concepto de civilización está vinculado a ciudad. Las ciudades aztecas, mayas, incas (Tenochtitlán, Cuzco, Machu Pichu), eran más populosas y mejor organizadas que las europeas. Tenochtitlán era diez veces más grande que París, la ciudad más poblada de Europa.

Se pueden encontrar muchos relatos pormenorizados de las culturas americanas. Hay una historia novelada, muy detallada y minuciosa, titulada, Azteca, de Gary Jennigs[1] el cual se fundamenta en el relato que, a petición del rey Carlos V, recopila el obispo de la sede de México, Juan de Zumárraga (1530). "Trepidante y desgarradora historia de Mixtli o Nube Gris (bautizado Juan Damasceno), un azteca de los tiempos de la Conquista cuya tragedia personal resume simbólicamente el choque de dos civilizaciones, dos maneras inconciliables de entender el mundo" (Nota del editor).

Es común tomar como referencia el relato de fray Bartolomé de Las Casas y hacerlo figurar, como, defensor de los aborígenes americanos. ¡Falsificación histórica! Este fraile con su doble moral chapucera: de un lado defendía de la esclavitud a las etnias americanas, al tiempo que condenaba a las africanas. Bartolomé de Las Casas fue quien propuso cambiar la esclavitud de los aborígenes americanos, por la esclavitud de los aborígenes africanos. ¿Qué humanismo puede haber en semejante inconsecuencia? Para mantener viva tamaña barbarie, le han atornillado a los negros nacidos en América, el gentilicio de afrodescendientes, denominación que rechazamos, por cuanto es crear un vínculo oprobioso entre las etnias que en África tomaron como negocio hacer prisioneros a los negros de otras etnias, sus congéneres, meterlos en los barcos negreros, realizar la travesía de horror por el Atlántico para desembarcar en las costas de América, a servir como esclavos en las plantaciones de algodón, caña de azúcar y actividades diversas. Vincular a los negros americanos ¡víctimas! con quienes en África los cargaron de cadenas y enviaron como esclavos ¡Es inaceptable! ¿Cómo erigir en humanista a este fraile, obispo católico, tramposo, con su doble moral de pacotilla?

Pero hay otra versión, la del propio conquistador Bernal Díaz del Castillo: "tres sitios concentran la vida de la ciudad: uno, la casa de los dioses; otro, el mercado; y el tercero, el palacio del emperador. El templo es un alarde de piedra traídas desde las montañas de basalto y pórfido que rodean el valle, son moles gigantescas. Desde la altura del templo puede contemplarse la ciudad. El templo tiene cuarenta torres, bordadas por fuera y en el interior, de imágenes, figuras y monstruos. Los gigantescos ídolos están hechos con una mezcla de todas las semillas y legumbres que son alimento del pueblo azteca. Dentro del templo pudiera caber un pueblo de 500 casas. El mercado: "allí se encuentran todas las cosas que se hallan sobre la tierra. Cada especie tiene su calle, sin que se admita confusión. Todo se vende por cuenta y media, pero no por peso. No se tolera el fraude, porque en medio de aquella muchedumbre de personas, andan siempre disimulados unos celosos agentes encargados de romper las medidas falsas y sancionar a los infractores con juicios que se realizan in situ, así como la sentencia. En aquel inmenso mercado venden joyas de oro y plata, plomo, latón, cobre, estaño, huesos, caracoles y plumas; adobes, ladrillos, madera labrada y por labrar. Hay calle para las aves: perdices, codornices, gallinas, lavancos, dorales, zarcetas, tórtolas, palomas y pajaritos en cañuela, buharros y papagayos, halcones, águilas, cernícolas, gavilanes. De las aves de rapiña se venden los plumones, uñas y picos. Hay conejos, liebres, gamos, venados, tuzas, topos, lirones y perros pequeños. Hay la calle de las hierbas y raíces medicinales…Hay barberías. Hay mucha leña. Hay esteras para la cama y otras más finas para las salas y cámaras. Verduras en cantidades, sobre todo cebolla, puerro, ajo, borraja, mastuerzo. Miel de abejas y cera de panal; miel de caña de maíz, miel de maguey del que hacen azúcares y vinos. Hilados de algodón. Hay mantas, sogas, raíces, dulces, reposterías. Colores de todos los tintes y matices. Aceite de chía con que hacen la pintura inatacable por el agua. Vasijas, cántaros y jarros de toda forma, pintadas, vidriadas y de singular barro y calidad. Maíz en grano y en pan. Pescado fresco y salado, crudo y guisado. Huevos de gallina y ansares, tortillas de huevos y de otras aves. El zumbar y el ruido de la plaza es mayor que el de Constantinopla y Roma. Es como un mareo de los sentidos, como un sueño. Lo más lindo de la plaza de mercado - dice Gomara - está en las obras de oro y pluma. Y son los indios tan artistas que hacen de pluma una mariposa, un animal, un árbol, una rosa, unas flores, las hierbas, tan naturales, que parece estar vivo". El palacio del emperador: "dentro y fuera de la ciudad tiene sus palacios y casas de placer, y en cada una, su manera de pasatiempo. Se abren patios con fuentes; paredes de mármol, jaspe, pórfido, piedra negra, muros veteados de rojo, muros traslucientes; techos de cedro, pino, palma, ciprés, ricamente entallados todos. Las cámaras están pintadas y esteradas; tapizadas con telas de algodón, con pelo de conejo y con pluma. En el oratorio hay chapas de oro y plata con incrustaciones de pedrería. Por los jardines hay miradores y corredores donde el emperador y sus mujeres salen a recrearse; bosques con gran contorno con artificio de hojas y flores, conejeras, viveros para peces, riscos y peñales donde vagan ciervos y venados; diez estanques de agua dulce y salada para todo linaje de aves de laguna o marinas, alimentadas con el alimento que les es natural, unas con pescados; otras con gusanos y moscas; otras con maíz y otras con semillas más finas. Cuidan de ellas trecientos hombres y otros cuidan de las aves enfermas. Unos limpian los estanques, otros pescan, otros les dan a las aves de comer; unos se ocupan de espulgarlas, otros para guardar los huevos, otros para echarlas cuando se ponen cluecas, otros las pelan para aprovechar la pluma. En otra parte del bosque se hallan las aves de rapiña, desde los cernícolas y gavilanes hasta el águila real, guarnecidas con toldos y provistas de sus perchas o alcándaras para posarse. También hay leones enjaulados, tigres, lobos, zorras, culebras, gatos que forman un infierno de ruidos y de cuyo cuidado se encargan otros trescientos hombres y para que nada falte en este museo de historia natural, hay aposentos donde viven familias albinas, de monstruos, de enanos, de corcovados y demás contrahechos. Hay casas para graneros y almacenes sobre cuyas puertas se veían escudos que figuraban conejos y donde se aposentaban los tesoreros, contadores y receptores; casas de armas cuyo escudo era un arco, donde había dardos, hondas, lanzas y navajas de pedernal, además, porras, broqueles y rodelas. Cuatro veces el conquistador trato de recorrer los palacios del emperador, cuatro veces renunció fatigado. Día a día acuden al palacio hasta seiscientos cortesanos, cuyos servidores y cortejos llena dos o tres dilatados patios y todavía hormiguean por la calle aledaña a los sitios reales. Todo el día pulula en torno al rey un séquito numeroso, pero, sin tener acceso a su persona: A todos se les sirve de comer a un tiempo: venían trescientos o cuatrocientos mancebos con el manjar que era sin cuento, porque todas las veces que comía o cenaba el emperador, le traían todos los tipos de manjares, así de carnes como de pescados y frutas y hierbas que en toda la tierra podía haber. Y como el clima es frío, traían debajo de cada plato y escudilla de manjar un braserito con brasas para que no se enfriara la comida. El emperador vestía todos los días de cuatro maneras distintas, con ropas todas nuevas y nunca más se las ponía otra vez. Igual ocurría con los platos, aguamanos, toallas, escudillas y bracerillos que utilizaban una vez y no volvían a servirlos otra vez". (Visión de Anahuac, Alfonzo Reyes, Oveja Negra.)[2]

¿Qué envuelve este relato? La existencia de una gran civilización mucho más organizada que la europea, aun cuando con características diferentes. Civilización de la abundancia propia de los países tropicales del continente. Civilización de la eterna primavera. Cuando se habla de civilización el concepto se remite a ciudad. Ahora bien ¿Con qué escala de valores se habla de civilización? ¿Con la escala de valores del eurocentrismo: civilización y barbarie? ¿Nosotros los europeos somos civilizados y los demás habitantes del planeta son bárbaros?

Volvamos al tema que propone el presidente de México, López Obrador ¡Pedir perdón! El perdón es un concepto teológico inventado por el catolicismo para negociar la salvación. El creyente pide perdón y negocia con Dios su salvación. Es lo que busca López Obrador, negociar con España, no cuestiones referidas a la teología, a la salvación o el más allá, sino, a los negocios terrenales (petróleo, minería, relaciones bancarias y comerciales, aguacates, tequila, etc.). ¿Vale la pena hacer negocios con España, un país que constituye la periferia de Europa? Mejor con China, India, Japón, y países asiáticos emergentes. ¡No vale la pena perder tiempo con la soberbia ibérica ¡La respuesta de la ministra española a la misiva de López Obrador, es concluyente ¡Nos detestan!

El perdón es la oportunidad que se le brinda al pecador para que negocie su "salvación". Me he preguntado toda la vida ¿De qué tiene que salvarse el hombre? ¿De qué tengo que salvarme yo? Y como nunca encontré nada de lo cual tenga que salvarme, adjuré de la creencia y me declaré librepensador y materialista al asumir el concepto científico, "la materia es el origen de todas las cosas, por cuanto, de la nada nada adviene".

López Obrador al sugerirle a España ¡Pedir perdón! le brinda la oportunidad de salvación, le tiende la mano para que deponga la soberbia y asuma la autocrítica de los crímenes y horrores de la conquista y evangelización y no continué marginada como periferia de Europa.

 

[1] Gary Jennings, Azteca, Editorial Planeta. Barcelona (España). Quinta edición 1988.

[2] León Moraria, Estatuas de la infamia, Litografía Central, San Cristóbal (Táchira) 1992

León Moraria, Creencia y Barbarie, Libros en Red 2011. Editorial Ducoprint. S.A. Tacuarí 123(C1071AAC). Buenos Aires. Argentina.

 

 



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León Moraria

Nativo de Bailadores, Mérida, Venezuela (1936). Ha participado en la lucha social en sus diversas formas: Pionero en la transformación agrícola del Valle de Bailadores y en el rechazo a la explotación minera. Participó en la Guerrilla de La Azulita. Fundó y mantuvo durante trece años el periódico gremialista Rescate. Como secretario ejecutivo de FECCAVEN, organizó la movilización nacional de caficultores que coincidió con el estallido social conocido como "el caracazo". Periodista de opinión en la prensa regional y nacional. Autor entre otros libros: Estatuas de la Infamia, El Fantasma del Valle, Camonina, Creencia y Barbarie, EL TRIANGULO NEGRO, La Revolución Villorra, los poemarios Chao Tierra y Golongías. Librepensador y materialista de formación marxista.

 leonmoraria@gmail.com

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