(O cuando se pierde el sentido revolucionario del poder)

No son historias, son Twists

Las redes sociales son herramientas comunicacionales muy buenas para contrarrestar los mismos efectos nocivos que producen. Gracias a la cualidad efímera y superficial de sus contenidos, resultan muy convenientes para el chisme, para rumores ¿No es eso lo que significa Twist? Por ahí se desmientes algunos o se distribuyen otros. Pero, ¡que la política comunicacional del gobierno se acomode a estas condiciones!, es el colmo de holgazanería.

Cuando una revolución es auténtica genera un movimiento sostenido de cambios. Y cambios significa la modificación del orden de las cosas, del paisaje, de las instituciones, de nuestras maneras de pensar y de hacer. No es fácil entender sus efectos traumáticos. Los cambios duelen. Es por eso que debemos juzgarlos bien y hacer que la población crea en ellos; para así poder aliviar la herida moral que producen. De estas razones y explicaciones se deberían encargar nuestros líderes, capitanes de la revolución, quienes son los responsables principales de promoverlos y llevarlos adelante.

¿Cuánto costó a la revolución cubana explicar lo inexplicable?: la nacionalización de decenas de empresas extranjeras; la activación de tribunales populares; la defensa de Playa Girón; sabotajes, bombardeos; la quema de plantaciones; la voladura de barcos y decenas de muertos; Las medidas de racionamientos; el bloqueo económico desde Estados Unidos; que no se haya cumplido la meta de la zafra... Pero también los programas de salud, de alimentación, de alfabetización, educación, todos los avances y progresos, la planificación industrial, la socialización de la banca, para que la población supiera las causas y consecuencias de cada hecho, de cada acción, de cada cosa.

No había un solo acto de importancia generado por la revolución que no fuera ampliamente explicado por Fidel, el Che o por alguno de sus líderes importantes: en la Plaza de la revolución, en las Fábricas, en las Universidades, Escuelas, barrios. Porque la revolución y sus líderes eran la causa primera que llevaba directamente a tales consecuencias.

Pero la revolución es también un hecho de corresponsabilidad donde nadie queda fuera de su destino, por eso el fenómeno comunicacional debe ser honesto, claro, sostenido, exhaustivo y amplio, y sobre todo coherente. El individuo, cada persona, al conocer las causas y consecuencias de las políticas revolucionarias se inclina a mejorarlas, a alimentarlas con sus propias experiencias, porque se siente involucrado con lo que sabe y ha entendido gracias a ellas. Y siente que forma parte de estas políticas, se identifica con ellas, como un hijo con su padre y un padre con su hijo.

Podríamos decir que una revolución es ante todo la comunicación de una verdad nueva –es la epifanía de noticias buenas y nuevas- , pero al mismo tiempo el esfuerzo y las formas de hacerlo bien, saber revelar esa verdad. El evangelio de Jesús y sus maneras de convencer es un hecho comunicacional sin precedentes, habiendo partido la historia de occidente en dos pedazos. No es fácil hacer una revolución (si no imposible) sin explicar muy bien sus objetivos y maneras, sin convencer con claridad a la gente de que lo que se está haciendo tiene un sentido liberador, un buen sentido, vital existencial. No es fácil hacer una revolución sin corresponsabilizar a la gente de su propia liberación, sin crear consciencia que es una forma superior del conocimiento, inteligencia y cuerpo reconciliados en el hacer del día día.

¡Cómo te comunicas con la gente y qué comunicas… y te diré de qué estás hecho!

Creo que el más grotesco acto de abandono que puede acometer un gobierno con su pueblo es el de perder el contacto inteligente con él, la comunicación. Eso degrada las buenas intenciones y la importancia de las ideas. Las ideas están vivas, en la misma medida de su utilidad. Cuando un gobierno no se siente comprometido con nada ni con nadie tampoco se siente obligado a explicar sus acciones o sus faltas de ellas. Parece que eso es lo que pasa con los ejercicios de ESTE gobierno, los cuales se pueden medir y explicar por y en tan solo 140 caracteres, no sé, ¿en dos líneas?

Un amigo me hizo notar que el saludo de navidad y fin de año del alto gobierno fue hecho por el Twistter. Una buena oportunidad de anunciar cambios, de brindar confianza y esperanzas al pueblo chavista –el que es y fue revolucionario alguna vez- una oportunidad para rectificar… la mataron en 140 caracteres.

Es el estilo Maduro y de sus ministros. No declaran ni explican, envían Twists. Lo mismo hacen los gobernadores; no se reúnen con el poder central a dirimir sus diferencias, envían Twists (lamentable lo de La Cava). Un gobierno que solo le basta que su cuenta Twists esté primero en las "tendencia" y cosas de esas, no es gobierno, parece más un Show, un programa de televisión, es una puesta en escena más que un gobierno.

Que se mida su eficiencia por "tendencias" no tiene ni hay manera de saber lo que hacen sus burócratas cuando no está en el Show, sea bueno o malo. Y de saber el efecto que esto produce en la población. Ha abandonado el ejercicio de gobierno, que es su razón de ser, por la sensación mediática de que se es eficiente y apoyado por eso.

Y si el gobierno se dice revolucionario, ha abandonado sus ideales de cambio, de comunicar las "nuevas buenas del socialismo" de forma apropiada, de educar, de transformar el orden establecido de las cosas y de las conciencias. Una Revolución es cambiar y explicar los cambios, comunicarlos; es el único diálogo posible (educar al pueblo para hacer posible ese acto de comunicación) y todo eso, es un solo movimiento.

En la época de las redes sociales solo hay una sola manera de hacer revolución socialista, solo hay una manera de cambiar todo aquello que deba ser cambiado, y esta es comunicándose con la sociedad en los foros sociales físicos, reales, no virtuales. Hay que ir a hablar con la verdad por delante de todo lo que se ha hecho, se hace y se va hacer y dejado de hacer, hay que ir a las universidades, a las fábricas, a las escuelas, a los liceos, a las plazas, a los canales de televisión, a explicar a detalles las decisiones y acciones que se toman. Y ESCUCHAR y anotar, tomar en cuenta lo qué dicen las personas, qué piensan, qué sienten, que proponen, establecer un auténtico contacto con la población. Llamarla a construir juntos el socialismo, no a votar como tontos útiles



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Héctor Baíz

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